Fue muchos años miembro de la comisión directiva del club Ciclista Juninense. Inclusive llegó a tener un infarto de miocardio de las “rabietas” que solía agarrarse en las discusiones internas. Los días de reunión hasta cerraba más temprano el taller mecánico, tipo siete de la tarde, y se iba al Club hasta pasada la medianoche.
Había sido el jefe de la delegación Verdirroja en un viaje al sur del país, a fines de los años ´90. Estando en la cancha de Almirante Brown de Puerto Madryn, posó su vista en el sistema de aros que tenía el club que eran de avanzada para la época.
Consiguió una máquina de fotos y tomó unas cuantas muestras gráficas de los sistemas que utilizaba en los amarres, cómo estaba encastrado el tablero y el sistema de gusano que tenía lo que le posibilitaba utilizarlo tanto para el minibásquetbol como para la categoría mayores. Allá no había que entrar y sacar aros portátiles de la cancha.
Cuando llego a Junín se puso en contacto con un herrero local y en conjunto hicieron los aros para el “Coliseo del Boulevard” dado que ya Ciclista Juninense tenía las exigencias de la Asociación de Clubes de Básquetbol de utilizar aros rebatibles y del tipo jirafas.
Con el paso del tiempo las exigencias fueron mayores por parte de la AdC hacia el club. Para una nueva temporada había que implementar paravalanchas en la tribuna popular.
Como siempre, no había un peso. Y fue Alcides, con su tranco cansino, a tomar las medidas, comprar los caños, soldarlos y colocarlos en la inmensa tribuna.
Pero no todo quedó acá para el “Coliseo del Boulevard”. Llegaron los clásicos con Argentino de Junín. Y, aparejado a ello, los escándalos de magnitudes proporcionales.
En otra temporada fue exigido por parte de las autoridades competentes la separación de la tribuna con fierros de acero.
La misma vieja historia. ¿Quién los hizo?. Adivinó: Alcides Cammarota. Una vez más con su soldador a cuesta, trabajó incansablemente –con otros colaboradores- para que el club pudiera cumplir los requisitos y ser habilitado formalmente por el entonces Coprosede.
También fue partícipe necesario cuando se hicieron las butacas, donde hubo que doblar los caños y acondicionarlos para poder montar los asientos colorados.
Y cuando fue obligatorio en el club hacer una comodidad en las alturas para la televisión –por la llegada del Torneo Nacional de Ascenso- allí estuvo presente tomando las medidas y erigiendo un palco exclusivo para los canales de televisión que iban a llegar y los locales también.
El Dinobalón
La llegada del Torneo Nacional de Ascenso trajo aparejado consigo una serie de modificaciones en el estadio y exigencias por parte de la Asociación de Clubes de Básquetbol.
Una de ellas era que Ciclista Juninense debía contar con una mascota. Y fue en la casa de Alcides donde se gestó la primera mascota del club: El Dinobalón. Resultó que la esposa de Alcides, Marta, era quien manejaba algunos recursos de las formativas y tras hacer una rifa se juntó la totalidad de la plata para María del Carmen Alvarado, que fue quien lo construyó: Un Dinosaurio.
Pero como hacía mucho calor adentro, nadie se lo quería poner. Y fue la esposa de Alcides, Marta, quien se floreó por la cancha los días de partido. Se cambiaba dentro de una piecita que estaba entre medio de los baños públicos.
También en la casa de Alcides se cantó la letra de la marcha del club (la cantó Legnazzi) y con ese cassette fueron a verlo a Rubén Aguilera para que le pusiera la música.
Una vez listo, los Cammarota organizaron una cena de camaradería, con mesas redondas, todo una paquetería. Y fue Rubén Aguilera quien llevó a Falcón para cantar junto con el público la marcha Verdirroja en una noche memorable. Habían improvisado una tarima para el cantor.
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