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Fernando Sampietro y su hija Lucila.
PADRE E HIJA UNIDOS POR EL MISMO DEPORTE

Los Sampietro y su gran pasión por el Básquetbol

Fernando es un experimentado árbitro y Lucila se desempeña como alera de la Selección Nacional U-18 que jugará el Premundial 2020.

Fernando Sampietro toma su auto y conduce a partir de su vivienda en Florida Oeste hasta el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) para llevar y traer a su hija, Lucila, para que logre estar en los entrenamientos de la preselección U-18 que se elabora para el Premundial 2020 de Colombia, a jugarse en el mes de diciembre.

 “No es un esfuerzo de ningún tipo. Me encanta. Y es un orgullo gran que ella se encuentre viviendo nuevamente una vivencia tan particular, más luego de lo cual hemos pasado dichos meses”, explica este árbitro consagrado que lleva 28 temporadas dirigiendo en la Liga Nacional y ha sido 22 años juez FIBA, con 4 participaciones en Internacionales y en un Juego Olímpico, entre otros torneos. Ella esboza una introvertida sonrisa una vez que, saliendo de la práctica que conduce Gregorio Martínez, se la invita a sumarse a una conversación al lado de padre para que, entre los dos, logren explicar las sensaciones que poseen al ser “hija de” o “padre de” y, a la vez, transportar la pasión por el deporte y el básquet que sienten, como de esta forma además el orgullo de representar a nuestro estado a grado universal.

 “Estar acá, en el Cenard y con ella, es un orgullo particular. Primero, como papá, lógicamente. Segundo, por saber de primera mano lo impresionante que es tener la chance de representar al territorio. Y tercero por no ser en un deporte cualquier persona sino en el cual amo y le he dedicado toda mi vida”, reconoce Fernando Sampietro, quien termina de consumar 53 años, ya lleva arbitradas 20 finales de nuestra Liga Nacional (dirigió frecuentemente en nuestra localidad, juegos de Argentino y de Ciclista Juninense) y quien es además padre de Luca.

 “Para mí todo es un orgullo, estar nuevamente en la Selección y tener un papá como él, quien además de ser un árbitro consagrado, me entiende y me apoya constantemente, aun cuando algunas veces nos peleemos bastante (se ríe) y no le dicte a él todo lo cual lo admiro”, admite "Lula", alera de 17 años y 1,77 metros de elevación.

 Su alianza queda clara una vez que los dos confiesan frente a Prensa CABB el ritual que poseen en los partidos. Una intimidad que desarrollan en público. Algo que los conecta.

 “Los partidos de Lucila y Luca no los veo con lo demás de los papás, sino a partir de un espacio alejado, a un costado, para no oír comentarios y, en lo viable, para que nadie me vea, más que nada mis colegas”.

 Fernando previene describirlo con detalles, solo cuenta que es “un ruido, como un chiflido, algo casi imperceptible que solo ellos conocen”, para que se den cuenta de que algo permanecen realizando mal y lo enmienden. Es su forma de avisarles.

 “Lo hago una vez que veo aquellas falencias que yo constantemente les menciono que tienen que laborar con base a mi vivencia. En la situación de `Lula´, podría ser un boxout, que baje el centro de gravedad para proteger o si la noto disgustada o frustrada… Ella sabe que tiene que buscar en su cabeza para saber qué debería ser lo cual le aviso y cambiarlo. A mí no me fascina putear ni gritar, ni siquiera festejo los puntos de vista. Esta es mi forma de apoyar. No me encanta agobiarla con presiones u opiniones. Solo busco estar presente”, admite a medida que ella sonríe.  

Lucila Sampietro

Para Fernando Sampietro, el básquet es "amor a simple vista"

 "Lula" empezó jugando en el Club Teléfonos, como su papá. “A mí me da vergüenza mencionar que soy un exjugador (se ríe). Era un ala pivote rústico que arribó hasta juveniles. Dejé una vez que se me superpuso con el arbitraje empero no me costó pues, una vez que me colgué el silbato, ha sido amor a primera vista”, cuenta él. Para ella, sin embargo, ha sido viceversa.

 “Al inicio el básquet no me gustaba. Mi padre jamás me obligó a jugar, solo nos solicitó que escogiéramos un deporte y yo empecé pues mi hermano ya estaba jugando, aun cuando sin triunfar. De chica yo era todavía más introvertida, no me gustaba dialogar y recuerdo que me regalaban chocolates para que yo quisiera jugar. En la actualidad es otra cosa. Me fascina, es mi vida. Por el juego, claro, sin embargo además por las muchas otras cosas que me da el básquet: amistades, vivencias, oportunidades… Ejemplificando, todo lo mencionado que me pasa hoy jamás me lo imaginé, el básquet me abrió a otra vida”, explica ella.

Luciana Sampietro se define como una alera tiradora, con el lanzamiento como su primordial ventaja. “Yo no soy objetivo, sin embargo le noto un gran potencial, muchas condiciones atléticas y basquetbolísticas. debería robustecer su cabeza, creer más en ella para lograr conseguir todo lo cual se sugiere. Abrazar la resiliencia y continuamente continuar tratando aun cuando no salgan las cosas. Dicha fue mi filosofía de vida y mal no me ha ido”, comenta el padre. A lo largo de dichos meses de enfermedad pandémica y cuarentena, ella garantiza haber producido un click.

 “Me puse el propósito de irme a jugar afuera, puntualmente a USA. Me entrené y mentalicé para descubrir una universidad para jugar y aprender. Allá el ritmo de juego es diferente y podría modificar el mío y progresar mucho. Y ni dialogar en lo académico. Podría ser lo ideal. Yo soy bastante familiera, me costará, sin embargo tengo la elección captada y trabajo para ello. Estoy estudiando inglés y realizando contactos”, comenta.

fernando sampietro

 Para Lucila Sampietro es un "orgullo total"

 Estar en la Selección es, para Lucila Sampietro, algo exclusivo. “Un orgullo total, como la primera ocasión. Yo crecí con la imagen de las Monumentales, queriendo ser como ellas y ahora, estar acá, de nuevo, es bastante particular. Lo gozo mucho. Ojála que otra vez logre ganarme un espacio en medio de las 12. Al ser tantas, 30, es más complejo, hay más grande competencia. Empero es mi sueño, ir al Mundial, y voy a dejar todo para lograrlo. Sé que tengo las condiciones. Ya estuve en 2017, 2018 y 2019. Ojalá se repita”, explica Lucila Sampietro, quien admite tener una mezcla de sensaciones en este retorno a la actividad.

 “Por un lado estoy ansiosa por ponerme veloz en ritmo después del parate. Volver justo en la Selección te pone distinta. Es una felicidad sin embargo a la vez te aporta nervios, por tener que estar al nivel. Sin embargo va a ser en los primeros entrenamientos hasta que me acostumbre”, añade sobre esta gran noticia que fue el regreso a los entrenamientos. El término “extraña” es quizás la más utilizada dichos días en el Cenard para explicar la nueva normalidad. 

 No pasan varios min hasta que el papá y su profesión vuelven a la plática. “Me ha pasado bastante más de una vez de visitar un espacio y que me digan ‘ah vos sos la hija de Sampietro. Y detrás de aquello podía ocurrir ‘es un enorme, gran árbitro’ o ‘es un ladrón que el otro día nos hurtó un partido’, empero a todos me fui acostumbrando y no me molesta”, explica ella. Lo cual no le agrada, aquello sí, es que digan que ella se gana las cosas por ser la hija de… “He escuchado mucho que han comentado que estoy acá por ser la hija de o por acomodo. Inclusive comentan que me cobran a favor ya que él es árbitro. A partir de chica es de esta forma. Previamente me incomodaba, ahora ya no”, admite. Allí es una vez que "Fer" aporta su mirada.

 “Hoy me enojo más yo que ella pues, realmente, frecuentemente pasa a la inversa: mis compañeros de trabajo no le pitan para que no digan que le cobran por mí, para que no les griten. Y ella, que produce tanto, no obtiene cobros a favor como debería”, es su versión.

 Fernando Sampietro señaló que a sus hijos solamente les exige una cosa. La misma para la vida, el juego y para su interacción con los compañeros de trabajo: respeto. “Lo exclusivo que no deseo es que sean irrespetuosos. Tienen la posibilidad de protestarles a los árbitros, lo cual quieran, empero sin faltar el respeto. `Lula´ ha sido constantemente bastante tranquila con sus manifestaciones y Luca, más insoportable, empero ahora está más calmado, después de aconsejarlo de que aquel no era el camino. Y como les menciono aquello, tampoco me fascina que los árbitros hagan diferencias con ellos pues estarían bastardeando mi profesión. Deseo que sean justos, como he tratado de ser yo. Es el mejor legado que puedo dejarles a mis hijos”, completó Fernando Sampietro. Un legado de pasión y compromiso por el básquetbol que ya lo hace sentir bastante orgulloso. 

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