BÁSQUET

Rubén Eduardo “Farol” Sartor

Logró el título de la Liga Nacional “C” con Argentino, fue campeón con Los Indios, jugó en Independiente de General Pico (La Pampa), entre otros clubes.

Nací en el barrio El Picaflor. Toda la vida ahí. En esa época era el barrio más lindo que había. Hoy ya no existe más todo eso, prácticamente los pibes no pueden andar en la calle. Se perdió todo. Jugábamos mezclados con los de Ciclista, Los Indios, con los del Hospital.

Porque al Hospital venían pibes de otros lados que nada que ver con el básquet, solamente a jugar al fútbol y ahí se armaban unos partidos bárbaros. La canchita estaba adentro del Hospital y si éramos demasiados nos trasladábamos al Campito de Sánchez. En ocasiones de barrio contra barrio ya nos íbamos allá.

Jugué en BAP al fútbol, en las inferiores, octava-novena, después me decidí por el básquet. Pero todavía en esa época no se fichaba. Jugabas nada más algún partido. Arranqué porque me coincidían los horarios, los sábados.

Fui a la escuela 2 con Ricardo Lorio, Chuny Merlo, Hernán Belfer, el recordado Víctor Jackson. Teníamos un equipazo de básquet en la escuela. Llegábamos a las finales y las ganábamos. En Junín y en la Provincia. Después éramos contrarios en los equipos de la ciudad. Ya en el secundario fui al Nacional, con Chuny que iba poco pero terminamos. Otros se fueron al Comercial.

Al básquet arranqué en Los Indios a los 6 años. Estaba Pirulo Di Cienzo, una eminencia. Te daba gusto ir de la manera que llevaba adelante las prácticas. En una época tuve de técnico al Manso Lorio, que jugaba y dirigía, y posteriormente a Darío Luján Racero. Hice la mayor parte con Racero que fue quien más formó jugadores en el club Los Indios.

En las inferiores ganamos muchos campeonatos. Era Ciclista-Los Indios y viceversa. En mini fuimos campeones, a cancha repleta, que ya se empezaba a jugar con tablero.

Tuvimos una camada muy buena. Ricardo Lorio, Marcelo Ghío, el Kelo Benedetti, Víctor Jackson, Chiche Japez.

Llegué a la primera a los quince años, me promovió Darío Racero. Me acuerdo que en el debut me tocó marcar a Manolo Viaño, en la cancha de Ciclista Juninense. Imposible.

Tuve dos etapas en Los Indios. Porque después me fui a Independiente de General Pico. Tenía 17, había terminado el secundario. Estaban participando de la vieja “B” que se jugaba para el lado del Sur. Había un buen equipo. Conmigo se vino Larry Longo. Pero se habían llevado al extranjero que estaba en Argentino de Junín, Robert Kennet Guyton, que hacía 40 goles por partido. Luis Sosa, un venezolano que había venido de River Plate, Caco Bualó, el Loco Dubois. El grupo era divino.

Estuve un año y medio, había dejado todo acá y me volví. Extrañaba mucho, estaba solo porque no podía venir nunca. Jugábamos todos los fines de semana. Cuando no era por la B, tenía que integrar el equipo de juveniles. Tenía que jugar siempre. Me volví.

Arranqué a laburar en Junín y comencé a pasar por distintos clubes. Pero la gran campaña fue con Argentino de Junín que logramos  ganar la extinguida Liga Nacional “C”, ascendimos a la “B”.

Después me fui a Los Indios, que también ascendimos, me lesioné y no pude jugar más.

Pero en el medio estuve en Sarmiento, una campaña hermosa con Cristian Márquez y Adrián Capelli, no ascendimos por medio punto. Un equipo que habían armado de cero.

Estuve en Villa Belgrano, cuando volvió al básquet y fue algo extraordinario. La barriada enloqueció. Iban a ver los entrenamientos como si fuésemos de otro planeta. Llenaban la cancha los días de partido. Jugaban el Manso Lorio, el Chango Poggi, Larry Longo, el Pelado Arisnabarreta, Marcos Violino que tuvo la mala suerte de lesionarse un tobillo y no jugar más , el Negro Conti. Perdimos una final con Ciclista que estaba jugando la B.

No jugué con Villa la final de la Bomba en la cancha de Argentino, todavía estaba en General Pico.

Era una época de hacer muchos goles. Generalmente me daban la de defender al grandote del otro lado, pero me gustaba hacer goles como a todos los que juegan este deporte.

Con Argentino fueron memorables campañas. La época que valía todo cuando estaba Quique Biurrun como técnico donde contra Chivilcoy eran batallas campales. También en Zárate contra Belgrano.

Era una época que te quemaban con cigarrillos en la espalda, te pegaban, te tiraban café caliente. Si te salvabas de la gente, te pegaba la policía a la salida, era una locura.

En Chivilcoy un día se mandaba solo Claudio Lezcano y el cantinero del club se metió dentro de la cancha y lo abrazó para que no hiciera el gol. Habían mandado dos árbitros que dirigían el femenino en Buenos Aires. No sabían qué cobrar. Un disparate. Ese partido me entraron a buscar 9 policías al vestuario.

En Escobar fue una locura. Perdimos un partido por dos puntos que ya teníamos ganado. Después terminamos ascendiendo igual.  Pero le pegué a uno cuando terminó el partido.

El presidente del club era hermano de Luis Abelardo Patti y me había querido llevar a  jugar. El vestuario estaba en un sótano. Era imposible salir de ahí sin que te agarrara la policía. Y el tipo me hizo salir camuflado con un gorro y sobre todo por una puertita de atrás. Salí acompañado de César Pastorino. Llegamos a la puerta y estaba toda la gente y la policía esperándome. Pasamos por el medio de la hinchada y no se dieron cuenta. Cuando llegamos a la esquina se avivaron y empezamos a correr, Cesar para un lado y yo para el otro. Me estaba esperando el Turi Burgos en el auto del Pacha Taró y no alcancé a subir cuando ya había arrancado. Así me escapé.

Ascendimos con Argentino, me fui a Los Indios y me lesioné la rodilla a los 30 años y no pude jugar más.

Creo que Junín merece tener un equipo en la Liga Nacional. Somos unos privilegiados que la Liga tiene 20 equipos en todo el país y uno de ellos es de Junín. Pero más orgulloso estoy del resto de los equipos que están en la Liga Argentina y el Provincial.

Basquetbolísticamente, mejor imposible, aunque económicamente no se cómo puede seguir la cosa. Está muy difícil para los clubes.

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