OPINIÓN

Los Spurs y el deporte como modelo colectivo

La foto grafica mejor inclusive que la TV el gesto de Manu Ginóbili. Porque en la pantalla de TV siempre hay movimiento. La foto, en cambio, permite retener mejor ese gesto de dientes apretados y ojos que estallan. Del cuerpo todo en pura tensión, como si estuviese enfrentándose con dos leones en medio de la jungla. Más cerca de un jugador de rugby que de un basquetbolista. Y eso que tiene cuarenta años y algunos de los rivales podrían ser hasta sus hijos. Porque Ginóbili es un crack, claro. Pero la clave que acaso nos permita explicar por qué comenzó a jugar otra vez su playoff número quince de modo ininterrumpido desde que en 2003 arribó a la NBA está en esa energía que el viejo lobo le sigue trasmitiendo al resto de la manada. Claro que no es una manada cualquiera. Hablamos de San Antonio Spurs. No el mejor equipo, pero sí acaso la mejor organización o franquicia que ha visto el deporte.

A los Spurs nunca les interesó el show. San Antonio Spurs ejerce el arte de la consistencia.

Hay en toda la historia de la NBA apenas una franquicia que supera la marca de 21 playoffs consecutivos de los Spurs (cinco anillos incluidos). Syracuse Nationals/Philadelphia76ers se clasificó a 22 playoffs seguidos desde 1950 a 1971. Y la serie podría llegar a 25 si incluimos los playoffs previos de Nationals en la Liga anterior de los años ’40. En el béisbol, los Bravos (la franquicia ahora es de Atlanta) llegaron a 14 playoffs seguidos de 1991 a 2005 (aún teniendo en cuenta una huelga que dejó una temporada sin playoff). En el fútbol americano, Los Patriotas tienen el record de 9 playoffs. Y en el hockey sobre hielo Los Pinguinos llegaron a 29, desde 1968 a 1996. En el soccer (nuestro fútbol) Los Angeles Galaxy tienen 10 playoffs desde 1996 a 2005 y en el basquet femenino Kansas llega a 29 y Tennessee a 37. Afirma The New Yorkt Times que la historia moderna del deporte de las grandes ligas de Estados Unidos, más competitiva, más irregular, indica que lo de los Spurs es un caso único.
El primer playoff de la serie Spurs, en 1998, tenía los nombres de David Robinson, Chuck Person, Avery Johnson, Will Perdue y Vinny Del Negro, todos hoy cincuentones. El único nombre propio que se repite en toda la serie es el del entrenador Gregg Popovich. Su record personal de 22 temporadas en el cargo supera por doce al segundo de la lista, Erik Spoelstra (10 temporadas en los Heat). La única temporada en la que Popovich no logró el boleto a los playoffs fue en su primera con los Spurs (1996-97). Fue una bendición. El registro de 20 triunfos 62 derrotas permitió a los Spurs elegir la temporada siguiente al número uno del draft, un tal Tim Duncan, que terminó siendo líder indiscutido en 19 de los 21 playoffs seguidos conquistados luego por los Spurs. Único campeón NBA en tres generaciones distintas, dueño de los records más absurdos, Duncan, imposible olvidarlo, se retiró hace dos temporadas con un comunicado de apenas 538 palabras del club y una entrevista en su Facebook en la cocina de su casa con su esposa Vanessa filmando, su amigo Rashidi preguntando y el perro Cruz de testigo. Duncan fue un “héroe silencioso”. Marca Spurs.
La NBA es uno de los mayores espectáculos que buscan glorificar a la estrella individual, una lista, claro, liderada por Michael Jordan. Los Spurs de Popovich y Duncan representan lo opuesto. Su modelo sedujo, entre otros, al formidable jugador español Pau Gasol, interesado no solo en el juego colectivo de los Spurs, sino también en sumar un tercer anillo. Los Spurs están otra vez en los playoffs, pero el colectivismo Popovich, la “gran trituradora de egos” Spurs (como la llamó el diario español Marca), relegó a Gasol a largos e inesperados minutos en el banco y a anotar sus peores registros en diecisiete años. En otra franquicia, me dicen especialistas, un jugador tan eléctrico como Manu, hubiese durado mucho menos. Le hubiesen reclamado más y más acrobacias. Pero a los Spurs nunca les interesó el show. San Antonio Spurs ejerce el arte de la consistencia.
Hay que leer “Capitanes”, el libro de Sam Walker que elige a los Spurs como la mejor franquicia de la historia de la NBA. El tramo en el que Walker, sentado casi a ras del piso, cuenta el modo en el que Manu y compañía no hacen más que hablarse mientras juegan. Walker entendió como nunca una recordada frase que pronunció el periodista Bill Simmons en pleno partido de los Spurs: “parecen cinco amigos manteniendo un diálogo constante en una mesa de Blackjack mientras tratan de averiguar el modo de hacer saltar la banca”. Se fue Duncan a los 40 años y ahí está Manu, también con 40, acaso jugando sus últimos partidos en la NBA, desde el banco como siempre, con más o menos puntos, pero siempre con esa energía que contagia al resto, misión principal del verdadero líder.
Es cierto que los Spurs no fueron esta temporada los de antes. Y es cierto que tienen pocas chances de sobrevida en su primer playoff. Están enfrentando a otra franquicia que, justamente, se inspiró en el modelo Spurs para iniciar su propia era de este último dominio. Golden State Warriors, no es casualidad, tiene como entrenador a Steve Kerr, una de las personalidades más interesantes en la NBA desde sus comienzos como jugador. Pero no debe ser casualidad que Kerr haya terminado su carrera como compañero de Duncan y Ginóbili, y dirigido por Popovich. Él también es un modelo Spurs. El deporte como obra colectiva.

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