BÁSQUETBOL

José Gashp: El gigante de los ´60-´70

Histórico pivot de Argentino, múltiple campeón. Integró la selección juninense varios años.

Nací en Junín, en el Barrio El Picaflor. Fui a la escuela 24 que ya estaba en el edificio nuevo de 12 de Octubre y Ramón Falcón. Arranqué el secundario, pero no lo terminé. Me puse a trabajar con mi viejo en el negocio.

Yo al básquet no lo conocía, jugaba al fútbol con los pibes del barrio todos los días.

Era alto y siempre me decían que tenía que jugar al básquetbol. Mi abuela vivía en la misma cuadra que Quique Biurrun, frente al Imec. De ir al barrio de Las Morochas, nos habíamos hecho conocidos. Igual había ido a ver partidos de básquetbol a la cancha de Ciclista donde jugaba el Yeti Echeverrí, que venía del club 9 de Julio, que tiraba en yunta con el Pata Miñones –que había venido de Rojas-.  Jugaban en doble llave. Y me entusiasmé.

No era hincha de nadie, pero un hermano de mi vieja había jugado en Argentino. Entonces fui a hablar con Quique y me llevó a tirar al aro.  Estaba Beto Vignolo como técnico. La cancha de Argentino era abierta, en Alsina y Almirante Brown. Al tiempo compraron la cancha actual y se puso la piedra fundamental, que está justo en el lado opuesto a la mesa de control de hoy en día. El presidente era Luis Chemile. Fue todo un acontecimiento.

Y cuando se terminó, el club tuvo una vida social muy importante en la barriada de Las Morochas.  El cantinero era Saro Demaría  y para la “turqueada”  era religión todas las tardecitas ir al club, ya sea para tomarse un aperitivo, como para jugar una partida de naipes. En verano las mesas se ponían en la calle, eran interminables. Había mucha bohemia a fines de los ´60, principios de los ´70.

Jugué seis meses en segunda y me promovieron al banco de suplentes de primera como pivot. Ni me acuerdo las veces que salí campeón con Argentino. De diez campeonatos ganábamos ocho, era raro que perdiéramos. Lo más curioso fue que cuando se inauguró la cancha actual, perdimos contra San Martín. Fue una noche desastrosa. En San Martín jugaban los Sabelli, Mario Rico, Jorge Viaño, Spichialli.

Jugué 14 años junto a los Biurrun. Pasaron un montón de basquetbolistas  por el equipo. Derval Lázzari, el Negro Ghione, Canoa Spacapán, el pintor Montenegro, el Canguro Ferrari, Arnaldo Molina, Raúl Scala, Caradebollo Quintanal, Julio Dell´Orso que vino de River Plate cuando se terminó el básquet allá, José Cognini, el Loco Citterio, Balla que vino de Villa Belgrano, Jorge Viaño, el Negro Lisa, Eduardo Pis Ágata.

Ya en esa época teníamos preparación física y pretemporada. Se corría alrededor del Colegio Nacional como precalentamiento.

La cancha se llenaba siempre. Argentino toda la vida tuvo hinchada, desde la cancha abierta hasta la actualidad.

Fuimos a jugar a un montón de pueblos. Rojas, que traía buenos equipos, nos llevaba siempre a los campeonatos que organizaba. En ese tiempo el técnico era Lolo Etchevers. Agarramos una racha de cinco años que éramos una máquina. Una vuelta vino Racing de Avellaneda que tenía a Ricardo Alí –muchas veces fue Tapa de El Gráfico-, Leónidas Schaer un goleador bárbaro, un tal Tapia, Guerrero, un equipazo. Y le ganamos.

Jugamos en Arrecifes, que fue la única vez que agarré un mango del básquet, porque nos pagaron para ir porque éramos sensación en la zona. Ibamos en tren a Rufino. Era bravo jugar en esos reductos.

Fuimos a Chacabuco, Chivilcoy que siempre la pasábamos mal porque había gente mala, te salivaban, te tiraban café caliente, cualquier cosa.

Integré varios años la selección de Junín. Jugaban los dos Biurrun, los dos Pagella, Viaño, Ferrari, Mancini. Fuimos a Punta Alta, varias veces a Mar del Plata, una vez nos tocó en Burzaco.

La primera vez que me llamaron habían traído de técnico a León Najnúdel. Me decía a cada rato “destruya-destruya”.  Vino con Heriberto Schonwies y José María Caballero. Este Caballero me tuvo una hora mejorando el juego de pivot, solo. Cuando se fue de Junín, me vino a saludar porque se iba a trabajar a España que lo habían contratado.
Al otro año tuvimos a la Bomba Atómica. Nunca vi algo igual en mi vida. Estaban haciendo el edificio de la central telefónica y vino a trabajar un entrenador de básquet de Capital. Se llamaba Angel Amoedo. Un loco de la guerra. Nos tenía una hora y media de entrenamientos sin parar de movernos, gritos, silbatos, discusiones, de todo. Para el banco no era tan bueno, pero para trabajar era una máquina.

Un año no clasificó Pergamino para el provincial y vinieron a reforzar la selección Eduardo Musso y José Pichione. Salimos terceros ese año en Olavarría.

Enfrente chocamos siempre contra la selección de Bahía con Cabrera, Froet, Monachesi, De Lizazo y Cortondo. No te dejaban mover. Recibías la pelota y tenías tres de ellos rodeándote. Habían traído una presión nueva de Norteamérica. Eran una máquina.

A ellos solamente les ganó un año Gimnasia de La Plata con Adolfo Perazzo, Marcelo Arnal, Carlos González que era base de la selección argentina, Carlos Ratier, Carlos Pellandini, el mendocino Jorge Becerra, el santiagueño Gustavo Chazarreta. Tenían de técnico a Miguel Angel Ripullone, uno de los mejores de la época.

Este equipo, que venía de ganarle a los mejores, había vuelto al país después de una gira por España. Participaron del Torneo de Navidad del Real Madrid. Entonces en Viamonte inauguraban una cancha con un piso raro, que no era baldosa ni cemento. A ellos le fuimos a jugar con Argentino. Le ganamos 51-49. No lo podían creer. Armaron un lío bárbaro, porque querían ganar sí o sí. Todo el partido marqué a Perazzo y viceversa. Pero no era marca, fue Titanes en el Ring. Pasaba  la mitad de la cancha y me tomaba de la mano para tirarme hacia atrás. Hice 6 goles y el 4.

A los 6 meses Pergamino hizo un cuadrangular con Boca Jrs., Estudiantes de Bahía y El Linqueño. Argentino trajo de refuerzo al Gurí Perazzo y nos hicimos amigos. Fuimos a la final con Estudiantes, pero con Cortondo y Cabrera solamente, a los bahienses les sobró para ganar él torneo.

Nosotros nos cambiábamos en el mismo vestuario que Boca Juniors. Y en un momento apareció Matrero D´Anunzio con una zapatilla número 54. Era de Emilio Dumani, un pivot de 2.10 que había traído Boca. En ese tiempo Ernesto “Finito” Gehrmann calzaba 49 y medía 2.11 metros.

Ginóbili es un fuera de serie. Con la edad que tiene sigue jugando y en la NBA. Va a pasar mucho tiempo para que salga otro como él.

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