Roberto Biurrun: “Tito”

Ídolo y goleador de Argentino de Junín en los 70´ y ´80.

Nací en Alsina casi Ameghino, el barrio de Las Morochas. El empedrado llegaba hasta la esquina casi y después era todo tierra. Mi infancia transcurrió jugando en la calle, con juegos que ya no existen más. Jugábamos al fútbol en los campitos aledaños con los chicos del barrio.

Mi viejo fue un gran ciclista y luego jugador de básquet en Ciclista Juninense. El origen deportivo de los Biurrun fue en ese club. Mi tío fue presidente, socio, fundador. La tribuna de cemento la hizo mi viejo, con mi tío y otros colaboradores.

Mi tío nos quiso llevar, de hecho fuimos un día a mirar. Pero no existía el mini ni nada de esas cosas. Teníamos once años con mi hermano Quique. Como paradoja de esto y que siempre estábamos con una pelota de goma en la mano, mi viejo colocó dos aros en los árboles de la verde e hicimos una mini canchita. Casi que mi viejo fue precursor del minibásquetbol.

El barrio de fútbol empezó a jugar al básquetbol. Se armaban unos picados en la vereda que eran memorables, siempre con una pelota de goma, tipo pulpo.

Después aparece la presencia nuestra en Argentino. Nos invitaron a ir a la cancha vieja de Argentino donde estaba el busto de Luis B. Negretti en la esquina, las pelotas redondas en los tapiales que parecía más un cementerio que una cancha. Una cancha humilde, pero un club muy querible.  Toto Petraglia nos invitó a jugar, siempre con el permiso de mi viejo. Empecé en cadetes a los 14 años con mi hermano. Enseguida saltamos a primera, a los 16 años. Fue en el club Los Indios, estaba Beto Vignolo como técnico. En Los Indios jugaba Violino, Cairnie, Logaffo, Peratta, Guillotti, Valdéz. Le ganamos a Los Indios como visitante y no paramos más, con algunos intervalos de 9 de Julio y San Martín. Ahí comenzó la mística de Argentino.

Era el básquet de los meses de verano. De noviembre a marzo. Famosos partido y revancha. A cancha llena. Tengo recuerdos de jugar en la cancha de Villa vieja que era un reducto imbatible contra los Pinelli, Logaffo, Cieri, Serafín Nieto. Un barrio entero en contra nuestro.

La gente de Argentino alquilaba un trencito que andaba con los chicos por la ciudad e íbamos todos juntos. Pero  a nosotros siempre nos respetaron, cosa que por ahí con los otros no se veía.

Hemos ganado siempre en cancha de Villa Belgrano. Partidos de bajo scorer, al aire libre. Un básquet distinto donde se usaba mucho la fuerza física y no la capacidad técnica.

Con mi hermano hicimos un vuelo en la parte técnica que se perfeccionó con determinada gente como Beto Vignolo, Néstor Etchevers, más todos los técnicos que venían de afuera a la selección de Junín. Ellos tenían una visión distinta porque la mejor competencia estaba en Capital.

La única vez que nos fuimos de Argentino fue a Sirio Libanés de Pergamino. Confluyeron varias cosas porque si no, no nos hubiésemos ido nunca.  Mi hermano tuvo algunos entredichos con el entonces líder del club, Luis Chemile, un presidente espectacular.

En el medio nos vienen a buscar de Pergamino. Nos pagaban una cifra increíble. Nosotros jugábamos por la camiseta, la pasión, el barrio, el entorno. Yo trabajaba y mi hermano también, ambos ya casados y con hijos. A mí me pagaban diez veces más del sueldo que tenía como docente y a mi hermano igual. Charlamos con mi hermano y decidimos ir a probar, no sin antes explicarle a los hinchas por qué nos íbamos. Nunca supe si lo entendieron.

Fuimos a un club como figuras. Fue un boom. Todos los clubes se empezaron a reforzar a partir de allí. Sirio Libanés hacía más de veinte años que no ganaba un título. Necesitábamos un refuerzo abajo y lo llevamos a Cristian Márquez que estaba en Ciclista. Perdimos el primer partido en cancha de Argentino de Pergamino, por 20,  y después ganamos todos. Salimos campeones de los dos torneos del año. Después aparecieron los americanos en la ciudad, dos por club. Salimos campeones al año siguiente y fui nuevamente goleador del torneo. Partidos que superaban los cien goles, siempre. Un recuerdo imborrable. La gente de Pergamino es más abierta que la de Junín. Te da todo. Es una característica de ellos.

Luego de un año y medio volvimos a Argentino. Jugué hasta los cuarenta y cinco.

Antes salían jugadores por doquier. Hoy no. Acá explotó el básquet con  la Liga y mucha gente se fue metiendo en el meollo sin tener sus raíces. El básquet es muy particular. Si uno no lo mamó en el juego, en el vestuario, no lo alcanzas a entender. Se hace muy complicado entenderlo de grande, por más que ahora haya fenómenos que conocen de todo.

Los que estamos de años en el básquetbol sabemos que falta formación en divisiones claves. Desde la escuela hasta infantiles están los fundamentos que los pibes tienen que aprender. Falta personal idóneo, capacitado, que en una estructura de un club organizado trabaje con la fundamentación técnica e individual de cada chico.

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