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Daniel "Mago" Aréjula: "Me motivaría volver a trabajar en Los Indios con un proyecto ambicioso"

El mágico escolta forma parte del quinteto ideal de la historia del básquet local. Su creatividad, la elegancia, inteligencia y su desfachatez en el juego lo llevaron a ser un grande del básquetbol nacional e integrar el seleccionado por muchos años. "Fue un orgullo muy grande" dice.

Es un símbolo del básquet juninense de todos los tiempos que se ganó su lugar entre los estandartes de este deporte a nivel nacional por hacer magia con la pelota. Con su juego atrevido desconcertaba a los rivales con verdaderas piruetas que lo llevaron a ser conocido como "Mago" y aún es nombrado por los especialistas como un fuera de serie por sus fantasías. El alero pasó por River, San Andrés, Ferro, Peñarol, Olimpia de Venado Tuerto, Ciclista Olímpico de Santiago del Estero. Formó parte de la selección Argentina -entre juveniles y mayores- desde 1979 a 1987 y dejó su sello en la institución que lo vio nacer: Los Indios, con la que, en el epílogo de su formidable carrera, ganó el provincial de clubes para llegar a la Liga "B" y retirarse como jugador. "Quería retribuirle algo de todo lo que me habían dado en mi formación", afirma.

-¿Cuándo decidiste que el básquet iba a ser parte importante en tu vida?
-A los doce años me di cuenta que era lo mío. Yo hacía natación, voley. Me encantaba el fútbol, incluso más que el básquet. Pero, a esa edad, por el grupo que habíamos hecho en Los Indios, me decidí por ésto: por suerte, elegí bien (risas). Hasta dormía la siesta en el club. Llegaba de la escuela, comía y me iba a tirar al aro, dormía un rato ahí y después entrenaba (risas).

-¿Cuando debutaste en primera pensaste que ese podía ser tu techo o que podías ir por más?
-Empecé de chico en primera, tenía 15 años y no sabía qué iba a ser de mi futuro. Luego fui creciendo y me fui tomando más en serio ésto hasta que llegó el momento de definir. Estaba haciendo el curso para estudiar veterinaria y me llaman para integrar la preselección Argentina juvenil. Ahí tiré los libros y resolví dedicarme de lleno a esto. Finalmente quedé y jugamos el Mundial en el año ´79. Salimos terceros con una generación de jugadores muy buena: de ahí todo fue en ascenso.

Un "Mago" en la selección

Su debut oficial fue en 1979 en el VI Campeonato Sudamericano Juvenil disputado en Uruguay, en donde Argentina quedó segunda tras perder la final con Brasil por 97-94 en tiempo suplementario. Allí Aréjula fue el mayor anotador con 116 puntos y se perfilaba como una de las máximas proyecciones del básquet nacional. Con ese mismo plantel, dirigido por Alberto Trama, quedarían terceros en el Mundial de Salvador (Brasil). Un año más tarde, el "Mago" comenzaría a integrar la Selección mayor, camiseta que luciría hasta 1987.

-¿Ponerse la camiseta de tu país qué significa?
-Un orgullo muy grande, sentís que estás en la cima y es una experiencia de las más lindas que le puede tocar a un deportista. Entre la juvenil y la mayor estuve ocho años representando al país y es muy lindo. Vendría a ser la conclusión de todo el esfuerzo que uno hace por el deporte que practica con tanto cariño.

-¿Cómo se dio tu llegada al básquet de la Capital?
-Primero me vino a buscar Ferro. Me invitó a una gira de cuarenta días por Europa. En realidad no me quería ir porque sentía que no estaba maduro en mi juego y quería disfrutar un poco más de mis cosas acá. Después, en el ´81, vino River y la propuesta era mejor para mí y para Los Indios. Además, me sentía mucho mejor basquetbolísticamente, tenía 20 años y fui directamente a jugar, no a hacer experiencia.

-¿Cómo fue jugar en River?
-Los mejores años los pasé ahí, fue algo muy hermoso. El plantel era maravilloso y al día de hoy somos amigos. Además tuvimos la suerte de ganar muchos torneos.

-¿Qué pasó con una nota que se publicó en un diario en una gira con ustedes en el Caribe?
-(risas) Nos habían invitado a hacer una gira por Ecuador para jugar con distintos equipos. El corresponsal de Clarín "Pancho" López Vásquez mandaba los resultados de los partidos con algunas fotos. Tuvimos un día libre y nos invitaron a dar una vuelta en crucero y él mandó esas fotos: ¡Para qué! Empezaron a llamarnos preguntándonos que estábamos haciendo, porque se pensaban que andábamos de joda (risas).

-¿Después a Ferro llegaste por León Najnudel, no?
-Claro, yo estaba en San Andrés y en un torneo argentino en Paraná me dijo: "Necesito alguien que le ayude a subir la pelota a Cortijo, ¿me das una mano?" Fui y salimos campeones de la liga con un equipazo. Lástima que al otro año Ferro empezó su pendiente institucional y se desmanteló el plantel.

-¿De León qué te quedó?
-Lo que rescató es su sinceridad. No tenía vueltas, te decía lo que necesitaba de vos y nunca te fallaba. Hablaba mucho con los jugadores, te preguntaba si estabas cómodo con los sistemas que proponía e iba de frente. Un grande que se hizo querer y respetar por todo el mundo del básquet.

-¿El Club Los Indios qué significó para vos?
-Mucho: fue el trampolín que me permitió luego ser alguien en este deporte. Cuando volví anhelaba que el club diera un salto en lo basquetbolístico, intentando retribuirle en algo. Por suerte pudimos ganar el provincial y subir a la Liga "B".

-¿Y ahora por qué estás alejado del club y del básquet?
-A mí me motivaría volver. Si hay un proyecto ambicioso para crecer en lo basquetbolístico yo sería el primero de la lista para colaborar. Pero de nada sirve ir a trabajar sólo para el ámbito local. Creo que el club tiene que aspirar un poquito más alto, yendo de a poco, por supuesto. Hay material para hacerlo.

-El apodo de "Mago", ¿A qué se debe?
-Me lo pusieron en un partido en el año ´78 cuando jugamos la final del provincial con Bahía. Pusieron de título en el diario algo parecido a "un chiquilín le sacó la galera al mago" porque perdimos por muy poco la final y tuve una muy buena actuación. Creo que por tener una forma de jugar un poco distinta o más arriesgada me catalogaron de esa manera.

-¿Por qué Junín, que hace años compite en el básquet de alto rendimiento, no sacó más un referente?
-Pienso que algunos se van muy rápido sin la madurez necesaria y eso los afecta en su futuro. En mi caso preferí crecer en Junín e ir desarrollando mi juego: me fui listo para jugar. Lo bueno sería que en los clubes apoyen más a los juveniles para que se proyecten y sean luego jugadores referentes.

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