Cristina no lo saludó a Hollande cuando ocurrió la matanza de Charlie Hebdo. Hollande, al menos nada ha trascendido en tal sentido, no la llamó a Cristina por la muerte del fiscal federal Nisman. Tampoco hay noticia de que otros jefes de Estado lo hayan hecho. Sin embargo, creo yo humildemente que deberían haberlo hecho todos en todos los casos.
A estas ausencias de cortesías y protocolos diplomáticos, se suma la de nuestra Presidenta, quien en lugar de tomar la cadena nacional y dirigirse a la Nación y a la familia Nisman expresando su sentir ante el conmocionante y gravísimo episodio en el que pierde la vida un fiscal de la Nación,optó por el twitter y/o el facebook. Es más, debió manifestar, pública y espontáneamente, el incondicional compromiso de su gobierno para colaborar con el Poder Judicial en la investigación del hecho.
Tal comportamiento se hubiera visto engrandecido más aún, al revestir ella la condición de denunciada por la propia víctima. Pero una vez más, fiel a sus conductas antecedentes que nunca se cohonestan con las del común de los humanos, nos deja a los argentinos ante el mundo como un pueblo frívolo e insensible, casi cómplice ante semejante atrocidad.
Aquí no se trata de ideologías, de ser kirchneristas o no. Tampoco de investigar a la víctima, su personalidad, ni siquiera su denuncia. Esta última, como cualquier otra, podrá o no prosperar, tener mayor o menor fundamento. Aquí se trata de la muerte de un fiscal de la Nación, que se encontraba investigando el atentado más trágico sufrido en nuestro país y, que en el momento en que se disponía a informar al Congreso de la Nación sobre la denuncia que involucraba a la Presidenta, funcionarios y otros personajes, aparece muerto de un tiro en su vivienda.
En circunstancias en que el país se encuentra flagelado por la inseguridad y la impunidad, un hecho que se presenta lleno de dudas y sospechas de todo color y calibre, es una verdadera tragedia para la República y sus instituciones. Creo que esto es lo objetivamente grave y que impacta en el ánimo de los argentinos, en una visión desapasionada y carente de todo tinte político o partidario. De allí que la sociedad en su conjunto y sin exclusiones debe estar atenta y presta a exigir de todo el espectro político e institucional el mayor apoyo y control de quienes tienen a su cargo la investigación de la muerte de Nisman, porque no debemos olvidar que, entre tantas noticias y versiones de ambos bandos, me refiero a los políticos y periodistas, aliados o enfrentados al gobierno, estamos nosotros, los ciudadanos, el pueblo de la Nación.
Termino con dos referencias. La primera formó parte del cierre de una nota publicada hace unos años en este diario y contaba que un docente de Alta Estrategia de la Universidad de Yale -David Brooks- expresaba que “en todas partes el tejido social se está deshilachando, y al preguntarle a sus colegas qué es lo que está pasando, uno de ellos, David Hill, legendario funcionario del Departamento de Estado, le respondió: el error categorial de los expertos es decirnos que nuestro sistema anda bárbaro y que sigue su marcha sempiterna hacia un progreso y bienestar global aún mayor. Eso es como pasar por el cementerio y mirar para otro lado”. Y sigue: “La gran lección que enseña la historia de la alta estrategia es que cuando un sistema establecido entra en la faz de deterioro, muchos líderes actúan con indolencia y despreocupación y felicitándose a sí mismos. Cuando los lobos del mundo huelen esto, por supuesto empiezan a moverse para sondear las ambigüedades del sistema que envejece y arrebatar de un tarascón los bocados más preciados”.
La segunda proviene del Papa Francisco, que pidió que dejemos el twitter y nos comuniquemos con la palabra.
Respetuosamente.
Oscar R. Peretti
DNI 4.973.732
TRIBUNA DEL LECTOR
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