Historia y técnica de las arterias de adoquines

Los antecedentes del empedrado en nuestro país se remontan a los últimos tiempos del Virreinato (fines del siglo XVIII); pero se usaban piedras partidas, incrustadas en el piso, lo que daba como resultado calzadas irregulares y filosas.
A mediados del siglo XIX, se estableció que las piezas a utilizar, con forma de paralelepípedo, debían tener una superficie de veinte centímetros por diez, y doce de altura. Más parecidas a lajas que a cubos, se apoyaban sobre tierra apisonada cubierta de arena, con las junturas rellenas por una mezcla de arena y cal líquida.
A fines del siglo XIX se probó con el adoquinado de madera, y poco después, con las oleadas inmigratorias llegaron los artesanos y albañiles europeos -la mayoría de origen italiano- que popularizaron la técnica que trascendió más de un siglo: una base o "zapata" de arena gruesa y conchilla o pedregullo, bien apisonada, sostiene los bloques cuyas juntas se toman con arena silícea, brea o cemento. 

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