VIOLENCIA GLOBAL

“El mundo ante el violento choque de las civilizaciones”

Las imágenes de la decapitación del periodista norteamericano James Foley recorren el planeta y –más allá del horror que por sí mismas significan- permiten la presentación ante la sociedad mundial globalizada de un grupo terrorista temible que se autodenomina “Islamic State for Irak & Siria” (ISIS).
Se compone de aproximadamente 50 mil individuos pertenecientes a 50 países, dentro de los que se calcula que recluta aproximadamente 100 de ciudadanía estadounidense, y tienen características específicamente diferentes de otros grupos fundamentalistas que conocemos.
Por ejemplo, cuentan con una base territorial fija (a diferencia de Al-Qaeda que posee una localización virtual, espectral) y cuentan con una preparación militar y armamento más altamente sofisticado que cualquier otro grupo.
Componen una banda terrorista ultra islámica yihadista. El yihadismo es un neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta yihad: la lucha externa como esfuerzo que todo creyente debe realizar para ser mejor musulmán. Nutren sus filas de jóvenes que consideran que su futuro está cancelado y proponen un discurso religioso y mesiánico.
Son fundamentalistas, lo cual significa que han nacido de una corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación de sus textos sagrados por encima de la interpretación contextual, y también la aplicación directa de su práctica.
Ante sus libros sagrados ninguna otra autoridad puede invocarse y ello les permite ir más lejos aún, porque afirman que la imposición también cabe sobre las leyes de las sociedades democráticas, razonamiento con el que aprovechan para globalizar sus intereses sobre cualquier punto de la superficie  del planeta.   
Son originarios de Irak y Siria, representan una terrible amenaza para occidente y sus aliados, pues son verdaderos fanáticos que tienen una visión a largo plazo del mundo, que bien puede denominarse “solución final”, porque planean apoderarse del Líbano, Israel, Kuwait, Siria e Irak, país donde actualmente se encuentran más afianzados.
No parece descabellado entender que si logran este objetivo cambiarán radicalmente el escenario actual de Medio Oriente, generando un verdadero caos de inseguridad internacional que alteraría el orden global, con un objetivo principal: combatir hasta el final a los Estados Unidos y quienes sean sus aliados.
Y existe un elemento fundamental para su funcionamiento, que es la financiación económica de sus actividades. Nos recuerdan a los narcoterroristas colombianos que actuaban en la Selva Lacandona bajo el mando del temible Manuel “Tirofijo” Marulanda. Ellos se financiaban con los rescates que obtenían de los cientos de secuestros que realizaban  dentro de las fronteras de Colombia, sobre ciudadanos locales, extranjeros acreditados e incluso turistas.
El ISIS tiene una fuente desconocida de financiación que se presume muy bien aceitada, pero también alimenta una parte de su economía con pedidos de rescate millonarios. Y así pretendieron hacerlo con Foley , a quien dicen haber ejecutado ante la negativa estadounidense de canjearlo por la suma de 132 millones de dólares. Ello no deja de ser un dato curioso a la luz de la definición del fundamentalismo, tal como la hemos visto.
No parece lógico que combatan al occidente capitalista con métodos que, en definitiva, sólo persiguen una real acumulación de capital. Y ello pone en duda la firmeza ideológica que predican con tanto énfasis, cuando a través del secuestro de personas, realizan –aunque sea a los Estados poderosos-  simples demandas extorsivas que los colocan en el sitio de vulgares y comunes delincuentes.
Lejos parecen haber quedado las antinomias geopolíticas entre capitalismo y comunismo, más aún, parecen licuarse también las posiciones de izquierda y de derecha, y hoy advertimos sobre la cresta de la ola las profundas diferencias entre las sociedades occidentales y orientales (con preponderancia islámica), que han desatado a partir del recordado 11/9 una lucha descarnada de estos grupos – que el ex Presidente George Bush bautizó como “eje del mal”- contra las fuerzas lideradas por los Estados Unidos y sus aliados, consideradas desde estas latitudes como “eje del bien”.
La ecuación se viraliza y deja de ser pura cuando debemos finalmente entender que el fundamentalismo religioso combate una guerra santa, y para poder hacerlo financia los medios necesarios a través del dinero, el elemento que distingue por excelencia al sistema capitalista que pretenden arrasar. Y ello deja en escena un sólo Dios, pagano y fungible, que se llama dinero. Que Dios se apiade del mundo, y de nosotros, sus indefensos habitantes.


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