OPINIÓN

¿Una estrategia K para dejarlo afuera a Scioli?

Más allá de los gestos públicos de alineamiento con la Presidenta que no se cansa de regalar Daniel Scioli, la verdad es que  en ciertos sectores del sciolismo -cercanos al Gobernador, con despachos oficiales en La Plata- existe el temor de que al final de todo, cuando los tiempos legales marquen que el proceso electoral esté a la vuelta de la esquina, la Casa Rosada deje al mandatario bonaerense sin la posibilidad de competir por la candidatura presidencial del Frente para la Victoria en las Primarias Abiertas del año que viene.
Para decirlo claramente: un escenario en estudio en la mesa chica del sciolismo es que finalmente obliguen a Scioli, se verá con cuáles armas, a resignar su objetivo de pelear la interna del oficialismo. Un sueño que también parece tener toda una ristra de funcionarios K que incluye al ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo (el mejor posicionado después del Gobernador), al titular de Economía, Axel Kicillof (sueño reciente de los que creen que la pelea con los fondos buitre puede tener un saldo político positivo), pasando por el jefe de Defensa, el opaco Agustín Rossi, o el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, entre otros optimistas.

La etapa final

A priori, no parecería fácil para el cristinismo lograr que Scioli resigne aspiraciones, teniendo en cuenta que el gobierno nacional ha iniciado un proceso de retirada opacado por problemas económicos y, más allá de cierto repunte coyuntural en los sondeos, desde una posición de debilidad objetiva.
Pero la verdad es que tampoco parece alocado no descartar esa movida, teniendo en cuenta que el kirchnerismo en particular y el peronismo en general, suelen sacar de la galera las más variadas alquimias electorales cuando las papas queman.
Lo que parece claro es que, de concretarse esa jugada “expulsiva”, jamás sería en este 2014, sino todo lo encima de la fecha de las PASO que se pueda. Es que, si algo tiene en claro el híper cristinismo, es que los gestos de ataque a Scioli suelen victimizarlo y beneficiarlo políticamente. Tampoco es cuestión de convertirlo en una estrella política, analiza ante este diario un hombre que reporta a Balcarce 50 y no descarta una ruptura con el gobernador generada desde el despacho presidencial.
Hoy eso suena a locura porque Scioli es el kirchnerista mejor ranqueado en las encuestas de intención de voto. También, hay que decirlo, es el menos querido por la Casa Rosada.

Buscando partido

Frente a ese escenario posible, los sciolistas se han encargado de salir a buscar con suma discreción un partido político que eventualmente pueda recibirlos. O, lo que es lo mismo, que pueda llevar a Scioli como candidato presidencial.
No es nada raro: resulta práctica habitual frente a cada elección que dirigentes que han quedado fuera de su fuerza original por diversas razones, terminan participando en las elecciones porque “consiguieron” un sello avalado por la Justicia Electoral.
En el caso del Gobernador bonaerense, debido a que su proyecto es llegar a la Presidencia, indefectiblemente debe ser un partido de alcance nacional; un estatus al que se llega contando con actividad (léase afiliados y demás) en un puñado de provincias. El partido elegido sería Unión Celeste y Blanco. No es otra que la fuerza política de Francisco De Narváez, ex rival de Scioli y hoy con algún grado mínimo de acuerdo político entre ellos, que se verificó con la incorporación de un par de hombres del Colorado al gobierno provincial.
El apoderado del partido que utilizó De Narváez es el actual diputado provincial Fernando Rozas, que aún le responde. Rozas debe encargarse de “mantener vivo” a Unión Celeste y Blanco hasta el inicio del proceso electoral. “Por las dudas”, grafican las fuentes sciolistas consultadas.
Habría otro sondeo sciolista para asegurarse un segundo partido político, que habría acercado a la gobernación un ex diputado nacional peronista, que supo ser opositor al kirchnerismo y que tiene buen vínculo con Scioli.
De Narváez viene intentando un resurgimiento de su figura, siempre con la aspiración máxima de ser candidato a gobernador. Un sueño que no pudo alcanzar en el pasado reciente. El sciolismo parece ser ahora su espacio natural pero él se encarga de decir que personalmente no podría jugar con Scioli si éste no rompe con la Casa Rosada y adopta un perfil más crítico.

Encuestas

Según fuentes de su entorno, el Colorado basa su proyecto de retorno al primer plano político en que más de una encuesta le ha dado un buen posicionamiento en la opinión pública, que ronda el 13 ó 14 por ciento de aprobación. Pero esos estudios dicen también que ese pequeño triunfo de instalación fue conseguido porque siempre se presentó como un opositor al kirchnerismo.
Es por eso que, hoy por hoy, más allá de las charlas con el sciolismo en torno a la mencionada jugada del partido Unión Celeste y Blanco, De Narváez mantiene conversaciones con operadores de Sergio Massa –cada vez más cerca de anunciar que el lomense Marín Insaurralde será su candidato a gobernador- y de Mauricio Macri, cuya fuerza bonaerense está huérfana de un candidato ya instalado a nivel provincial. El problema con el jefe porteño, dicen fuentes bien informadas, es que la relación personal entre ellos está quebrada hace tiempo. 

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