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TRASTIENDA POLÍTICA

UCR bonaerense: pelea con condimentos

La cuenta regresiva en el radicalismo bonaerense marca que en tres días los sectores que aspiran a enfrentarse en la elección interna del 7 de septiembre próximo deberán presentar las listas correspondientes. Se dirime, como plato central, la conducción provincial del partido, hoy en manos del alfonsinismo, pero también varias cosas más que parecen tener que ver con el futuro no tan lejano que supone la bisagra electoral de 2015.
Ricardo Alfonsín, del Movimiento de Renovación Nacional (Morena) buscará suceder al actual titular, Alejandro Armendáriz, también de su cercanía. Daniel Salvador, que ya ocupó el sillón provincial allá por 2009 y cuenta con el apoyo de sectores históricos, terminó asumiendo el desafío de retar a una marca registrada del partido, como es el hijo del ex presidente.

Dos posturas

Alfonsín parece encarnar una postura que busca darle una inyección de alta visibilidad a la UCR provincial, que deberá sentarse dentro de muy poco en la mesa donde el Frente Amplio-Unen -la alianza de perfil progresista que también integran el  GEN, Proyecto Sur, el Socialismo, Libres del Sur, la Coalición Civica- Ari y demás- debe definir candidaturas y liderazgos, tanto nacionales como provinciales.
Salvador, cuyo espacio se presenta a sí mismo como la oferta realmente renovadora, asoma a priori con una lógica más abierta a posibles nuevas alianzas o reformulación de las existentes, respetando siempre la identidad partidaria.
Sobre todo para Alfonsín, dada la reciente historia de reveses electorales que protagonizó, la elección es clave porque el diputado nacional parece jugarse las chances de alcanzar un real nivel de influencia en el armado nacional del partido que, se repite, está ante la inminencia de importantes definiciones para su vida interna y su futuro.
Una de ellas es la elección del candidato a presidente del año que viene, que -al menos hasta ahora- deberá representar al radicalismo en las Primarias Abiertas del frente progresista, pautadas para dentro de doce meses.
Los mendocinos Ernesto Sanz y Julio Cobos se han cortado como las opciones posibles en esa pelea. Y, si se quiere, la elección partidaria bonaerense del mes que viene estará relativamente cruzada por ese duelo: no es un secreto que Alfonsín se ha alineado con la postulación del ex vicepresidente de Cristina Kirchner y también es sabido que la candidatura de Salvador se decidió con la bendición política del titular nacional del partido.
Eso es tan cierto como que a ninguno de los dos presidenciables le conviene ligar expresamente la pelea bonaerense a sus aspiraciones políticas nacionales. Se entiende: si hay una contienda, habrá vencedores y derrotados. Y ni Sanz ni Cobos quieren quedar vinculados al segundo de esos escenarios.

Mendoza y Buenos Aires

Es por eso que difícilmente se vea a los hombres de Mendoza meterse de lleno en la disputa provincial, embarrándose en recorridas o alzando manos antes de tiempo.
Además, será una interna de afiliados. Lo que es igual a decir que será una pelea de estructuras, reñida y costosa. En definitiva, esos duelos que parecen ser la debilidad del radicalismo, en especial cuando no está en el poder.
No habría que descartar, de todos modos, un acuerdo de unidad de última hora que sorprenda a los desprevenidos, aún cuando suene tirado de los pelos. Porque otra de las deudas que tiene para consigo mismo y para con la sociedad la UCR provincial es mostrar que puede superar el escandalete de la última elección de autoridades, hace un par de años, que terminó postergada y judicializada hasta que se logró el consenso detrás de la figura del alfonsinista Armendáriz.
Lo dicho: Alfonsín parece buscar un impulso para salir del repliegue en sus posiciones de influencia en el esquema partidario nacional, al que debió recurrir mientras ascendían escalones Cobos, Sanz y otros referentes del interior del país. Para que pueda ser candidato al Comité Provincia le liberarán ciertas restricciones que tiene por ser diputado nacional para acceder a un cargo partidario.
Según trasciende de fuentes de su entorno, su consagración supondría una voz decididamente en contra de que el partido explore una alianza electoral con el ascendente PRO de Mauricio Macri, como sí parecen impulsar -o al menos no descartar- titulares del radicalismo de otras provincias argentinas.
Ese entendimiento, que casi con seguridad implicaría la ruptura de la sociedad con los partidos progresistas del FA-U, no es explícitamente respaldado por el sector de Salvador -es más, en público se pronuncian en contrario- pero algunos dirigentes de ese espacio aseguran que ahora resulta “prematuro” descartar acercamientos políticos de cualquier clase. Primero, dicen, conviene pasar la interna. 

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