TRIBUNA DEL LECTOR

Ñoquis a la carta

Habitualmente el oficialismo, al referirse al periodismo que políticamente no lo acompaña, utiliza calificativos como “corporación mediática destituyente”, etc.
Preferimos considerarla una prensa independiente, que aporta a la población, información que muchas veces soslayan  muchos  integrantes de la oposición, en sus contactos con los medios.
El deber y la vocación de informar la realidad,  mal que les pese a algunos, es concordante con el sistema democrático de gobierno. Esto,  parece haberles granjeado a muchos, un odio visceral de parte de la autoridad,  que debería considerar,  ante una denuncia tendenciosa o no  ajustada a la verdad, que existe la posibilidad, vía judicial,  de lograr una condena para el responsable y aún alguna reparación pecuniaria.
Y esto viene a cuento, por ello el epígrafe, que trascendió, a través de una publicación referida al desmesurado incremento del gasto público, que en el Senado de la Nación habrían ingresado 2000 agentes, entre funcionarios y empleados,  desde el advenimiento a su Presidencia de Amado Boudou.
Resulta difícil asimilar la noticia, que no ha merecido  rechazo ni mayores comentarios  y se me ocurre,  si por vía del absurdo o por un milagro,  un día todos concurrieran a su labor, por la que perciben un sueldo, sumados a los preexistentes, incluido el Senador Carlos Menem y sus custodia (no concurre desde el año 2012), se va a plantear un serio problema de espacio vital. Van a tener que instalar escritorios y sillas en la Plaza del Congreso.
En una reciente nota, que fuera publicada por ese matutino y sepan disculpar la reiteración, toque tangencialmente el tema, refiriéndome a que el incremento de un 50% operado en los distintos estamentos del Estado, no ha sido tomado por la oposición con la gravedad del caso.  Volviendo a los nombramientos en la Cámara Alta, me gustaría saber que porcentaje “les tocó” a los bloques no oficialistas.
Si bien este acontecimiento puntual, es uno mas en el dispendioso y generalizado manejo de los recursos públicos, transforma en ilusoria la pretensión de los gremios,    incluidos los que comulgan con el Gobierno,  que éste eleve el piso de Ganancias, ese verdadero impuesto al trabajo, o la disminución del IVA en la canasta alimentaria, cuando desesperadamente se procura, por cualquier medio, obtener recursos para atender las erogaciones del Estado.
Se gasta más que lo que se recauda y ya racionalmente no puede apelarse al “pagadios” del Banco Central, el ANSES o al crédito. Sólo parece quedar el recurso de la emisión monetaria y sabemos lo que ello implica.

 

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