EL CONCLAVE DEL SABADO PROXIMO

El radicalismo K en la búsqueda de un destino

El próximo sábado los radicales K deciden su destino como grupo político.

Por Luis Domenianni

Dos son las posibilidades que serán debatidas: constituirse como grupo interno dentro de la Unión Cívica Radical o conformar un nuevo partido político.
Lo primero que debe tenerse en cuenta para analizar la cuestión es la lectura de los resultados que cada uno de los componentes del sector lograron en las elecciones de octubre pasado. No hacen el mismo análisis quienes ganaron bien, que quienes ganaron con lo justo, que quienes perdieron. Son situaciones distintas que llevan a conclusiones diferentes.
No obstante, todos parten de una misma premisa: el pase, en caso de haberlo, no puede ser al justicialismo. No hay espacio. La reorganización del partido fundado por Juan Domingo Perón, sólo admite a quienes demuestran fichas de afiliación con antigüedad. No podría ser de otra manera, al menos, mientras Néstor Kirchner no concluya el proceso que lo lleva a la presidencia de su partido.
Como se recordará, hasta el próximo 18 de abril hay tiempo para que surjan los improbables competidores por el mando peronista y si bien todo está armado para que el ex presidente sea el nuevo jefe, la posibilidad de acoger radicales o socialistas K en el partido y postergar así pretensiones justicialistas en algunos distritos queda descartada de plano porque significaría el crecimiento de una oposición interna.
Así las cosas, a los radicales K no les quedan otros caminos que los dos que fueron descritos en el primer párrafo. El problema a dilucidar es como quedar posicionados para el día después de la entronización de Kirchner.
El propio ex presidente de la República recibió en sus coquetas oficinas de Puerto Madero a varios referentes del sector –entre los que no estuvo el intendente local, Mario Meoni- donde les dijo que competir en una interna radical era una carta con pocas posibilidades de triunfo. Allí, también les habló de una prolongación del Frente para la Victoria más allá de la normalización justicialista.
Si bien alguno se entusiasmó con el discurso ex presidencial, nadie lo creyó a pié juntillas. Ocurre que el 2009 es un año electoral y, en los distritos donde gobiernan los K habrá necesariamente en frente una lista justicialista unificada, surgida de elecciones internas, un hecho que no es menor. Por otro lado, si bien resulta poco probable que existan cimbronazos en lo que resta del 2008, nadie les puede asegurar a los radicales K tranquilidad para el año próximo.
La buena predisposición hacia ellos por parte de las autoridades nacionales puede alterarse cuando se avecine la competencia electoral. Con un justicialismo normalizado, no hay chance para listas colectoras o gemelas. La disputa será a todo o nada y, por tanto, el oficialismo nacional, con el inmenso peso que representa el Estado, jugará sus cartas –para hablar sin eufemismos, recursos- a favor de su propia tropa.
¿Cuál es entonces el futuro que Kirchner reserva para sus aliados? En el mejor de los casos se puede pensar en una integración a largo plazo, pero se corre el inmenso riesgo de la ingenuidad política, verdadero pecado mortal para la actividad. Más probable es que las palabras del ex presidente apunten a elegir el adversario.
Es que pese al extremo debilitamiento que muestra el radicalismo, aún sigue siendo el “otro” partido. La historia, la tradición, los comités escriturados como propiedad partidaria y un aún no desdeñable conjunto de intendencias, diputaciones, senadurías y concejalías llevan a pensar en la posibilidad de supervivencia y, hasta para los más optimistas, de fortalecimiento futuro.
Por el otro lado, como hombre de partido orgánico que en el fondo es, Kirchner prefiere en la vereda de enfrente organizaciones de corte coyuntural. La Coalición Cívica de Elisa Carrió o el PRO de Mauricio Macri si bien evidencian un fuerte crecimiento, no muestran implantación en todos los distritos y sus componentes, importantes por cierto, no representan un conglomerado homogéneo. A la hora de elegir, Kirchner los prefiere como adversarios.
Con todo, una cosa es cierta: ya nadie habla en el país de transversalidad y, desde el justicialismo, nadie pronuncia la palabra concer-tación. Ambos vocablos entraron en el olvido o pertenecen a otra coyuntura política. Salvo para algunos radicales o socialistas K, para quienes aferrarse al último constituye, al menos por el momento, una justificación de existencia.
Veamos, decíamos al principio que no analizan igual quienes ganaron bien, quienes ganaron con lo justo y quienes perdieron. Por supuesto, la preocupación central es de quienes perdieron. Más aún si quiénes integran ese grupo son nada menos que el vicepresidente de la República, Julio Cobos, y el ex intendente de Mar del Plata, Daniel Katz, en su momento eventual referente del sector en la provincia de Buenos Aires.
A ambos les resulta difícil digerir la derrota. No sólo por la derrota en sí, sino además porque su futuro en términos de referencia política presenta nubarrones. Analizado en estos términos, para ambos junto con otros perdedores, la permanencia en la Unión Cívica Radical constituye un paraguas donde las posibilidades de retener el poder interno en sus respectivos distritos presenta menos dificultades que recuperar el poder externo en manos del, por ahora, imbatible justicialismo.
En otra categoría, se ubican los que ganaron justo. Si las conclusiones a las que pueden arribar no difieren en gran parte del grupo anterior, las razones son otras. Se trata de mantener el poder en el 2009. Sí, no hay error, en el 2009. Nadie ni nada les puede asegurar que un día después, si son derrotados, legislaturas provinciales y concejos deliberantes con número suficiente para destituirlos, no hagan uso de su prerrogativa. Es el caso de aquellos que vencieron sólo por obra y gracia de las colectoras. Ganaron frente a un pero-nismo dividido, escenario que no se repetirá en 2009. También, entonces para ellos, la alicaída UCR constituye un cobertor.
Por último, están los ganadores netos. Aquí, la cosa es diferente. Quienes ganaron con suficiencia están en condiciones de discernir entre el “traumático retorno” a las filas de la UCR y la creación de un nuevo partido político, nacional, provincial o municipal. Ocurre que los números dan. El caso Junín es paradigmático. La suma del peronismo en la elección de octubre pasado solo supera la mitad del guarismo obtenido por Mario Meoni. Además, como todo el mundo recuerda quién salió segundo fue Ricardo Petraglia del MID. El peronismo terminó tercero y quinto. En esas condiciones, no resulta aventurado pensar en una nueva agrupación. De hecho, Gustavo Posse en San Isidro hace tiempo que armó su partido local.
Pero, como siempre en política, las cosas no son tan lineales. A aquellos a quienes los números dan, la decisión que deben tomar es si se cortan solos. Si existe alguna unanimidad frente a la reunión del sábado es que debe terminar como grupo. La diáspora en pequeños partidos locales implica el final del sector y nadie, por el momento, parece estar dispuesto a correr el riesgo.
Por lo tanto, es harto probable que la resolución final sea permanecer en la UCR, claro que bajo ciertas condiciones. Probable reafilia-ción, elecciones internas con la justicia como autoridad electoral, total amnistía interna para los desafiliados, serán algunas de las exigencias que verán la luz. En síntesis, los K por algún tiempo más seguirán siendo radicales K. Después, se verá.
Una última cuestión es la del liderazgo en el seno del propio grupo. Nadie puede devaluar abiertamente la figura de Julio Cobos. Su representatividad insti-tucional lo impide. Pero todos son concientes que su jefatura quedó muy condicionada tras su derrota en Mendoza y que su espacio dentro del ejecutivo nacional está por demás acotado.
Por su lado, en la provincia de Buenos Aires, Gustavo Posse acredita desconfianzas que vienen del pasado y Daniel Katz sufre el mismo problema de Julio Cobos.
Por ende, nada está del todo claro en materia dirigencial pero a nivel nacional conviene tener en cuenta al gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y a nivel provincial, al intendente de Junín, Mario Meoni.

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