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EN DIEZ DÍAS SE CONOCIERON CUATRO POSIBLES SITUACIONES DE ABUSO

Advierten que aumentaron las denuncias por delitos contra la integridad sexual

Especialistas consultados coinciden en que el incremento en la cantidad de presentaciones judiciales y policiales no significa, necesariamente, una suba en el número de casos. La mayoría se da dentro de un ámbito de confianza entre víctima y agresor. Cómo se trabaja frente a estos hechos. Posibles “marcadores” a tener en cuenta para advertirlos.

En los últimos diez días se conocieron cuatro denuncias por abuso sexual a menores que pusieron de relieve un tema que adquiere día a día una mayor relevancia.

Una chica de 14 años denunció que la noche del miércoles 28 de mayo fue atacada en inmediaciones de la cancha del club Sarmiento. El sábado 31, familiares de un joven de 17 años, con capacidades mentales disminuidas, denunciaron que había sido abusado sexualmente y golpeado por cuatro individuos. El martes pasado, allegados a una niña de 12 años se presentaron en la Comisaría de la Mujer por un presunto “abuso deshonesto” que habría sufrido la menor. Y el jueves último se realizó una numerosa marcha en Baigorrita para pedir justicia por la supuesta violación a una nena de nueve años.

En ese marco, Democracia consultó a especialistas en la materia, quienes coincidieron en que hay un incremento en las denuncias de estos ilícitos, aunque esto no signifique, necesariamente, un aumento en la cantidad de casos.

En tanto, advierten que la mayoría se da dentro de un ámbito de confianza entre víctima y agresor, y explican cómo se trabaja en esta coyuntura.


Más denuncias


En los diferentes organismos que trabajan sobre esta problemática admiten que en el último tiempo creció el número de denuncias vinculadas con esta problemática. Sin embargo, el hecho de que hayan aumentado los expedientes, no significa –necesariamente– un incremento en la cantidad de casos.

“Los delitos contra la integridad sexual no dejan de conformar una forma de acceso violento a una víctima”, señala la licenciada Virginia Palmentieri, especialista en psicología forense, para luego profundizar: “Lo que va creciendo es el enunciado, se lo va nombrando, se lo va denunciando. Me parece que nadie podría aseverar que los hechos hayan crecido en cantidad y cuánto. Uno puede suponerlo pero no encuentra forma metódica de aseverarlo. Pero vale la pena rescatar que sí se incrementa la denuncia, por lo menos en el relato, es decir que las víctimas insertas en una cultura que valora ese tipo de hecho, están menos desprovistas que las víctimas de otro tiempo histórico, en el que el delito ni siquiera estaba configurado, o no tenía relevancia para el imaginario público”.

En el mismo sentido, la doctora Agustina Cabassi, coordinadora del Servicio Zonal de Promoción y Protección de los Derechos del Niño, sostiene que éste “es un delito que ocurre y ocurrió siempre; hay más auge en la denuncia, aunque en muchos ámbitos todavía está silenciado. Es real que tienen más repercusión pública que otro tipo de delitos, pero existió siempre. Ahora hay más denuncias, pero también hay muchas que no se hacen”.


Qué es el abuso


“Es fundamental no concebir el abuso sexual como una cuestión únicamente concerniente a la sexualidad del individuo, sino como un abuso de poder fruto de esa asimetría”, explica la doctora Verónica Iparraguirre, psiquiatra infantil y coordinadora del Servicio Local de Promoción y Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes.

La especialista advierte que “una persona tiene poder sobre otra cuando le obliga a realizar algo que ésta no deseaba, sea cual sea el medio que utilice para ello: la amenaza, la fuerza física, el chantaje. La persona con poder está en una situación de superioridad sobre la víctima”.

Por su parte, Palmentieri explica que en la actualidad, este delito “está tipificado como todas las conductas que tienen un contenido sexual, que están orientadas a una persona que no participa de ellas de manera voluntaria. Es decir que hay una tipificación jurídica amplia, pero después puede haber agravantes, como que haya o no acceso carnal, e incluye todas las conductas que por la incapacidad de la víctima de acceder voluntariamente a ellas, se vuelven vejatorias, se vuelven contra la voluntad de la víctima o sobre víctimas que no pueden consentir voluntariamente”.


Puertas adentro


Los especialistas advierten que muchos de estos casos se producen puertas adentro.

Iparraguirre explica que “la mayoría de los abusos se dan en el ámbito intrafamiliar”, donde aparece “el secreto familiar” que se sostiene “hasta que un otro externo aparece en escena”. Se trata de un “fenómeno del silencio” que “a veces  es imposible de quebrar, que se mantiene dentro del grupo familiar”, al tiempo que “aparecen las amenazas como elemento fundamental en estas situaciones”, las cuales tiene un “efecto demoledor” sobre el psiquismo del niño.

Algo similar a lo que indica Cabassi: “En su mayoría se da en el ámbito intrafamiliar. Mucho tiene que ver con las condiciones de vida, cómo eso se transmite de generación en generación, por eso digo que hay muchos casos que ni siquiera están denunciados porque están naturalizados dentro de algunos grupos familiares. Generalmente se da donde hay cierta confianza con la víctima y el agresor puede, a su vez, intimidarla. Y es un delito que no es excluyente de una clase social, pasa en todas”.

Palmentieri también sostiene que “históricamente, a nivel estadístico, la mayor cantidad de los abusos de los que se han tomado conocimiento sobre víctimas niños, resultaron tener como partícipes a victimarios del núcleo familiar o cercano”. Sin embargo, aclara que no se podría afirmar “que esa es la realidad clínica” porque es necesario “contemplar que hay montones de casos acontecidos en otros marcos de los que, por distintos motivos, no se han tomado conocimiento”. Por consiguiente, “habría que analizar bien si la estadística es representativa”, aunque “se repite bastante este precepto de que el victimario pertenece a un núcleo de confianza de la víctima”.


Cómo se aborda


Ante casos de estas características, son muchos los dispositivos que deben activarse para tratarlos.

Iparraguirre asevera que “el develamiento es un proceso que se desarrolla en diferentes etapas y con diferentes tiempos”, teniendo en cuenta también que los victimarios suelen ser “personas ligadas afectivamente”.

En tal sentido, sostiene que “puede producirse en diferentes lugares desde su propia casa o algún referente en la familia ampliada hasta la escuela o cualquier otro ámbito donde el niño sienta que allí puede contar lo que está sucediendo”.

Por eso entran distintas instituciones en juego.

“A nivel judicial las causas van por la fiscalía de turno”, comenta Palmentieri, quien formó parte del grupo interdisciplinario de trabajo de la Comisaría de la Mujer. Y puntualiza: “El caso se puede abordar desde diferentes organismos. Si la víctima es un niño o joven, generalmente la contención la aborda el Servicio Local, si es un adulto, lo hace el servicio técnico de la Comisaría de la Mujer. En el medio, participa Seguridad, que toma contacto antes con la víctima. Es posible que primero concurra al sistema de Salud, entonces tenemos el hospital actuando de antemano. Y hay más: puede intervenir desde Educación, al momento de notar una conducta con ciertos marcadores de abuso en un alumno, hasta una institución barrial que puede haber recibido el relato de una víctima adulta. Depende de cómo se den a conocer los hechos”.

Por consiguiente, lo ideal es que se trabaje en red. “Los delitos contra la integridad sexual –continúa Palmentieri– se caracterizan por poner muy en jaque las estrategias de abordaje, si es que atentan contra la intimidad que la problemática requiere. Entonces, no se trata de que intervengan todos, sino de quiénes ya están implícitos en la situación y quiénes pueden aportar su óptica”.

Finalmente, Cabassi cuenta que desde su organismo se “toma contacto con los chicos, se procura la escucha, si convive con el presunto abusador se buscan alternativas para que no continúe esa convivencia, se entrevista al grupo familiar, se colabora con la investigación e inclusive se llegan a tomar medidas de protección de los chicos por fuera del ámbito familiar en instituciones”.

Con todo, destaca el trabajo en red: “Generalmente se trabaja articuladamente con Salud, porque hay protocolos para niños víctimas de delitos contra la integridad sexual, se trabaja con las escuelas, es decir que a toda la red que el niño haya constituido informalmente se la formaliza de modo de que todas las acciones sean protectorias de ese niño, para poder acompañarlo durante el tránsito de la investigación  judicial”. 

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