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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIA

Arrancar desde la estrategia y no desde la culpa

La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene la capacidad para brindar un aporte de valor a la comunidad -integral, abarcando a todos sus integrantes empresa incluida- que depende, en buena medida, del punto de partida.
Como suele ocurrir, las chances de llegar a donde nos proponemos dependen del origen desde el que partamos; esta dependencia influye en que la dirección que tomemos nos dirija hacia donde nos proponemos llegar tanto como que partamos con la predisposición y el espíritu que nos permita tener el destino que buscamos como una posibilidad cierta.
Todo recorrido cuenta con un punto de partida necesario pero no suficiente ya que también dependemos de un disparador apropiado que nos ponga en marcha; hay quienes tienen definidos puntos de partida con claridad, metas prefijadas y caminos analizados sin que haya razones para ponerse en marcha convirtiendo al recorrido en un potencial perpetuo.
Los disparadores se pueden sintetizar en dos grandes razones capaces de poner en marcha el recorrido en busca de los resultados que permite la RSE; la culpa o la estrategia.  
Quienes se ponen en marcha desde la culpa son aquellos que esperan encontrar en la RSE una buena forma de compensar lo que hacen, una oportunidad para recuperar el equilibrio que evidentemente les hace perder la evolución de su negocio. Si mi negocio me pone en contra de la comunidad será bueno tener algo que me ponga a favor, si genero alguna clase de daño a la comunidad lo ideal es poder hacer algo que la favorezca para que una pincelada de blanco me permita lograr algún tono de gris que me quite del negro al que me condena mi actividad.
Es tan difícil que un empresario se vea identificado en el grupo de quienes tienen como disparador la culpa para iniciarse en el camino de la RSE que cuesta creer que un análisis objetivo nos muestre este disparador como el que sobresale en la gran mayoría de los mercados.
La forma más simple de identificar a quienes son movidos por la culpa para ponerse a andar en el camino de la RSE es viendo lo que hacen y despegando esa mirada de las declaraciones. Este es el caso donde hay una separación entre lo que se declara y lo que se lleva a cabo tan amplia que no hay puente que resista una unión entre ambas.
La puesta en evidencia es doble; por un lado a través de lo que generan, acciones netamente filantrópicas independientemente de cómo las llamen y presenten. Una tendencia a suplantar al otro brindando lo que creen que necesita mientras ponen en evidencia su accionar.
Por otro lado los resultados que obtienen; suplantar al otro, hacerle un regalo no es más que darle una gratificación puntual. Su realidad, su vida no cambia y al buen momento vivido lo eclipsa una sensación de oportunidad desaprovechada. Tampoco cambia la realidad de la empresa que parte desde la culpa ya que esta no se diluye por las acciones filantrópicas sino que lo que corresponde es dejar de hacer lo que genera culpa, reparar los daños generados y hacer lo que corresponde -sin perjudicar a nadie- para luego reafirmarlo desde la RSE.

Estrategia sin culpas


Que el arranque sea desde la estrategia consigue reafirmar lo hecho por la empresa enriqueciéndolo a través del vínculo de intercambio de valor que se genera con cada uno de los grupos de interés.
No hay nada que ocultar por lo que no es necesario generar puntos de atención fuera de la razón de ser de la empresa. Hay mucho por potenciar, es posible enriquecerse sin que los otros pierdan.
Enriquecerse en valores permite que se forme una espiral creciente y abarcadora.
La estrategia, como disparador para la RSE, permite generar crecimiento; un crecimiento que abarca a la empresa y a todos los miembros de sus grupos de interés. Crece la comunidad y todos los que la conforman.
La empresa gana en reputación -el valor intangible que no puede ser robado ni copiado y que funciona como diferencial competitivo y sostenible-; la comunidad gana en valores, se enriquece y crece junto con la empresa.
La culpa es un disparador que genera una huída, aunque a simple vista no se note; la estrategia es un disparador que genera enriquecimiento, que se esparce hasta cubrir a todos los involucrados.
La estrategia alineada con la empresa y respetuosa de la comunidad de la que forma parte no tiene culpas, tiene pura potencia generadora de valor para todos, valor que transforma en sostenible.

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