ENFOQUE

Bitcoin: ¿auge o burbuja?

El asombroso auge del bitcoin constituye o bien un gran autoengaño -un fraude Ponzi que se derrumbará- o una imaginativa y nueva tecnología de Internet, que en última instancia modificará la manera en que millones de personas de todo el mundo llevan a cabo sus negocios diariamente. No hay término medio. Denominado “moneda digital”, el bitcoin se originó a principios de 2009 con un programa de software creado por Satoshi Nakamoto. ¿Quién es Nakamoto? Buena pregunta. Se trata de un seudónimo y no sabemos quién está detrás de él -si es hombre o mujer; un individuo o un grupo; norteamericano, japonés, ruso o de alguna otra nacionalidad. Pero lo que parece claro es que Nakamoto posee bitcoins por valor de “cientos de millones de dólares,” expresa Jerry Brito, analista del Mercatus Center, de la Universidad George Mason y entusiasta del bitcoin.

Para qué sirve


Pueden hacerse dos cosas con bitcoins: comprar productos, como con el dinero tradicional; o guardarlos como una inversión o para la especulación, esperando que su precio se eleve. Se pueden hacer algunas compras con bitcoins. La primera transacción de compra suele ser adjudicada a Laszlo Hanyecz, programador de computación de Florida, en mayo de 2010, quien persuadió a otra persona a que pidiera dos pizzas para él a cambio de 10.000 bitcoins. Recientemente, Overstock.com -una tienda on line- se avino a aceptar bitcoins; y el equipo de básquetbol Sacramento Kings hará lo mismo. Según coinmap.org, unas 2.600 tiendas y negocios de todo el mundo aceptan bitcoins, con concentración en Europa Occidental, California y Nueva York.

Por ahora un riesgo con alocadas variaciones de valor

Aún así, los bitcoins hoy en día suponen un riesgo financiero. Se los cotiza en intercambios electrónicos, en los que la variación de precios ha sido increíble. Cuando Hanyecz compró sus pizzas, los bitcoins quizás valieran menos de un centavo de dólar cada uno. Para fines de 2013, los precios excedieron 1.000 dólares. Las variaciones en el corto plazo son enormes. He aquí un período de 2013: el 6 de abril, el precio era de 142,63 dólares; el 16 de abril, 68,36 dólares; el 30 de abril, 139,23 dólares, según datos de coindesk.com. Los precios oscilan ahora entre 800 y 900 dólares. A 800 dólares las pizzas de Hanyecz costarían 8 millones de dólares. Los fundamentos básicos de Economía nos indican que el dinero cumple tres funciones: 1) Es un medio de intercambio, para comprar y vender; 2) es un repositorio de valor, algo cuya estabilidad protege la riqueza; 3) es una unidad contable, una manera de evaluar productos y servicios. Las violentas fluctuaciones de precios del bitcoin parecen descalificarlo en esas tres funciones. Una empresa que acepta bitcoins asume el riesgo inmediato de que sus fondos pierdan 5 por ciento o 10 por ciento de su valor antes de poder convertirlos a dinero tradicional (dólares, euros, yen). Según esa lógica, el uso para la venta al por menor será limitado. Por motivos similares, el bitcoin fracasa como repositorio de valor y unidad contable. Lo que ha fortalecido el precio del bitcoin es una locura especulativa y acontecimientos específicos, que aumentaron la demanda. Se dice que la crisis financiera de Chipre, en 2013, hizo que inversores europeos convirtieran euros en bitcoins, como manera de evadir controles y trasladar el dinero al exterior. Los precios subieron cuando Baidu -el Google de China- dijo que aceptaría bitcoins en algunas situaciones. Como es difícil identificar a los dueños, el bitcoin también podría facilitar los delitos, el lavado de dinero y la evasión fiscal. En “Silk Road”, un sitio Web de venta de drogas ilegales, se utilizaban bitcoins. Para los escépticos, (entre los que me encuentro), el bitcoin parece destinado al colapso. No hay nada detrás de él excepto una hábil programación. Es sumamente vulnerable a acciones gubernamentales hostiles. Baidu revirtió su decisión después de que el banco central de China criticara el bitcoin; el Bundesbank de Alemania hizo otro tanto. El FBI develó el anonimato de Silk Road y lo cerró. ¿Podría valer el bitcoin 80 dólares u 80 centavos, en lugar de 800 dólares?

Como las tarjetas, pero sin bancos en el medio

 Un segundo, dicen sus defensores. La analogía habitual con la “burbuja” distorsiona la tecnología y el potencial del bitcoin. No reemplazará al dólar ni al euro, dice Brito de Mercatus Center. Pero en cambio, el bitcoin representa una tecnología de pago que compite con Visa y PayPal. Comparado con éstos, dice, el bitcoin tiene enormes ventajas teóricas. Excepto en el caso del dinero en efectivo, la mayoría de los sistemas de pago requieren un intermediario (generalmente, un banco) para mover fondos de la cuenta de un comprador a la cuenta del vendedor. En cambio, los compradores y vendedores de bitcoins tratan directamente uno con el otro. Los bitcoins se depositan automáticamente en la “billetera” electrónica del vendedor. El ahorro podría ser considerable, dice Brito. Jeremy Allaire es director ejecutivo de Circle Internet Financial, una empresa nueva que intenta comercializar el bitcoin. Con el correr del tiempo, Allaire piensa que la volatilidad de precios del bitcoin disminuirá o se protegerá. Dice que el frenético intercambio de bitcoins no responde sólo a una especulación sin sentido. “La gente está apostando,” dice. La apuesta es que el bitcoin emergerá como plataforma global de pagos, operando por medio de teléfonos inteligentes, tabletas y otros medios. Si el bitcoin capta aunque más no sea una pequeña porción del mercado de pagos de trillones de dólares, su precio actual estará drásticamente subvaluado. Dice. Ahora hay unos 12 millones de bitcoins; se supone que el software que lo produce detendrá la producción al llegar a los 21 millones. Vivimos en una época en que los tecnólogos nos llevan en direcciones que ni ellos ni nosotros comprendemos plenamente. Por eso es tan difícil saber si el bitcoin representa una innovación constructiva -o si es simplemente otra anticuada estafa.

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