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OPINIÓN

Acelerar la devaluación recalentó los precios

Todavía no se recuperó la confianza. La clave no es tanto la emisión sino la velocidad en la circulación del dinero. La gente se desprende cada vez más rápido de los pesos. Nadie se queda con la plata en la mano. O comprás cosas o dólares. En el medio estamos cerca de la recesión porque después de las fiestas no se vende nada. Es más, ya aparecieron los carteles con la palabra “liquidación” en la vidriera.

Todo se complica

Todo se complica por el lado de la inflación y las reservas. Los economistas que en estos días nos inundaron de pronósticos negativos le sugieren al equipo económico que sea más humilde porque la soberbia los encierra. Los empresarios reconocen que el acuerdo de precios es algo lógico dadas las circunstancias, pero es un esfuerzo de alcance limitado. En privado aplauden las devaluaciones diarias. Hace dos meses los números daban que somos muy caros con respecto al resto del mundo. La estrategia desde que Fábrega llegó al Banco Central es muy clara: aceleró la devaluación tratando de alcanzar o superar la tasa de inflación. Sólo en diciembre devaluó algo más del 7% con el 33% de todo 2013. El asunto es que la política cambiaria contribuyó a la aceleración de los precios. La inflación perdió su principal ancla: el dólar.

Preocupación

La preocupación llegó a Daniel Scioli, sabe que la economía será un factor importante en 2015. Por eso armó un equipo para monitorear el día a día con Miguel Bein a la cabeza. La pregunta es: ¿Qué pasó? ¿Por qué íbamos bien los primero cinco años y después comenzaron los problemas? El Gobierno utilizó la bonanza para resolver problemas urgentes de indigencia y pobreza, está bien, pero también para mantener una sensación de prosperidad que dependía de una coyuntura internacional favorable. El Estado rico de por lo menos ocho años de kirchnerismo no previó la desmejora sino todo lo contrario. El gran volumen de exportaciones de esos años no lo acompañaron con inversiones públicas. De los ferrocarriles se acordaron cuando los desastres comenzaron a llegar. Miles de camiones en los puertos de Rosario son la mejor película para observar el derroche de recursos humanos, capital, tiempo y energía. Los costos subieron y fue más barato llevar la mercadería a Europa que traerla de las provincias del norte a Rosario. El fuerte impulso al consumo interno tampoco se acompañó con inversiones. La mayor demanda de energía se cubrió con importaciones. Se usó mucho dinero para fiestas de corto plazo, sin preocuparse por esfuerzos de largo plazo. En síntesis: vivir el presente, ganar votos y del futuro después veremos. Con el resultado de las elecciones del año pasado lamentablemente, llego el futuro. Están mirando algo que despreciaron, vituperaron e insultaron durante años: “Volver a endeudarse afuera”. Hubo sondeos, pero el resultado dejó a Axel Kicillof sin aire. “Si Argentina pide créditos, la tasa es del 15% anual en dólares”. Comprendió que era un suicidio. Expresó: “Hasta que no baje a un dígito, nada”. ¿Alguien cree que bajará a un dígito? El duro artículo del diario “Wall Street Journal” nos exime de mayores comentarios. Habla de la “espiral inflacionaria”. Después de saqueos, cortes de luz, imprimen dinero sin control y otras yerbas. Por supuesto agregan alguna línea a la “economía estancada, y los dólares que se fugan”. Todo se acelera. Mientras la CGT oficial, quiere incluir una cláusula gatillo para revisar cada 3 meses un aumento sa larial según la evolución de los precios. Si eso lo pide la CGT oficialista, que hará la opositora con el tándem: Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli.

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