Pasar por la vida honrándola dignamente a cada paso, dar testimonio permanente de honestidad en sus actos y en su vocación de docente sin buscar ningún rédito a cambio más que el reconocimiento de todos aquellos que alguna vez abrevaron en su fuente, fue algo, tal vez muy poco, de lo que puede decirse del profesor Teodoro José Zuzek.
Los que tuvimos el honor de ser sus alumnos, y luego sus colegas, recordamos al profesor de sólida formación académica, el saber amplio y el compromiso irrenunciable que ponía en sus cátedras. Pero también recordamos su casa abierta, la predisposición para aclarar cualquier consulta, sus libros que cedía generosamente para, de a poco, ir conociendo y compartiendo su mayor pasión: la Historia.
En estos tiempos de crisis educativa y cultural, de falta de compromiso con el conocimiento, se resalta aún más la imagen de Teodoro y se advierte la ausencia de modelos, de referencias para la formación, como la suya.
Cuando los años fueron pasando y de ser sus alumnos (nunca dejamos de serlo porque siempre fue fuente de consulta) pasamos a ser colegas dio muestras permanentes de su conducta ética.
En nombre de todos los que fuimos sus alumnos y compañeros solo nos queda decir: ¡muchas gracias Teodoro!
TRIBUNA DEL LECTOR
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