La historia de los animales como seres biológicos está íntimamente relacionada con la capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Un ejemplo de esto es la extensión del cogote de la jirafa en su intención de alcanzar la copa de los árboles para alimentarse. De la misma forma, nosotros como animales sociales, atravesamos una etapa de permanente adaptación a los nuevos desafíos. La diferenciaen la contemporaneidad radica en que estos desafíos no se expresan en necesidades básicas como el alimento, el refugio o la comida sino que se esconden detrás de cuestiones un tanto más complejas.
Para acercar posiciones hacia lo que quiero expresar, entiendo que nuestro ecosistema es la “cultura” entendida como un medio intangible (no físico) de relacionamiento y será sobre esta “red” que nos desarrollaremos como seres individuales y colectivos. Ahora bien, vale la pena preguntarse qué es esto de la cultura y como se construye para, en tal caso, asumirnos como protagonistas de lo que promovemos individualmente y nos condiciona colectivamente.
Entiendo que la cultura es una construcción social que depende en gran medida de nuestros comportamientos. De esta forma podemos pensar que nuestros actos conforman sociedad y la sociedad condiciona nuestros actos. Preguntarse qué sucede primero es casi como entrar en el juego del huevo y la gallina por lo que me propongo avanzar en la exposición sin detenerme en este punto. Bajándolo a un elemento tangible, la sociedad sería como una piedra a la que debemos moldear de acuerdo a nuestras necesidades colectivas. El desafío de estos tiempos, según esta perspectiva, sería entonces moldear esta red invisible de relaciones, normas y comportamientos para conformar un ecosistema un poco más amigable. Está claro que se trata de cuestiones que requieren de un tiempo de maduración, de un trabajo constante, coherente y permanente pero entiendo que vale la pena intentarlo mediante el método “contagio”. En esta columna me refiero a un nuevo tipo de sociabilidad donde los individuos, como emisores de contenidos y promotores de comportamientos, moldeamos el marco de referencia del denominado ecosistema social.
Algunas empresas ya entienden este paradigma y asumen un rol activo a partir de campañas que refieren al amor, la felicidad y la espontaneidad como nuevo valor de época. Se trata de la metabolización de las nuevas demandas de un mundo que construimos entre todos.
Estiremos el “cogote”, miremos un poco más allá.
MARKETING APLICADO
Darwin
La evolución de las marcas.
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