LOCALES

Super-vínculo

Café de por medio, leemos el diario mientras respondemos un mensaje de texto y revisamos nuestra casilla de correo electrónico. Salteamos líneas, buscamos el significado de un término en Wikipedia o publicamos la frase del autor en nuestro perfil de Facebook.
Hacemos todo en simultáneo; los tiempos son más cortos y nuestros esfuerzos están puestos en completar la lectura lo más rápido posible. Esta columna enumera una serie de situaciones que desvirtúan un acto que debería ser silencioso y comprometido: la lectura.
Ya no hay tiempo para leer un texto a conciencia, para meterse en sus entrañas y encontrar el sentido que el autor nos transmite entre líneas. Hoy nuestros esfuerzos están puestos en completar el texto tildando la acción como un acto mecánico y descontextualizado.
Nos invade una especie de ansiedad crónica que nos impide investigar, indagar o involucrarnos en la profundidad de las palabras; hoy todo es forma y nada es fondo.
Actualmente practicamos la lectura hipertextual, enlazamos sin sentido párrafos construyendo un nuevo sentido que no tiene sentido. Sin dudas una frase tan rebuscada como la forma de lectura que incorporamos de la mano de una mala interpretación de la tecnología.
Nos aqueja una especie de sedentarismo intelectual que interpreta palabras individualmente prescindiendo de la comprensión total. Le queremos “ganar” al libro para guardarlo en la biblioteca (si es que queda alguna) o al párrafo digital salteando como ranas de vínculo en vínculo (hipertexto) perdiendo así la fuente de origen.
Nadie hace la pausa para aislarse en la historia que narra el libro o en la fantasía que despierta el cuento. Pocos se “dejan llevar” por el estímulo que conduce a imaginar cada palabra, cada párrafo, cada capítulo.
Recuperemos la capacidad de expresarnos en más de 140 caracteres, de captar ideas, de relacionarlas y asociarlas a nuevas situaciones sin depender exclusivamente de la tecnología.  
Conjuguemos los tiempos para que el verbo recobre sentido y el libro recupere su lugar en la mesa de luz: yo leo, tú lees, él lee, nosotros leemos.