None
UN OFICIO CON UN DEJO DE NOSTALGIA

Matías Andreotti, un luthier juninense que le saca sonido y forma a la madera

Para este artesano de 31 años, su trabajo consiste en “construir una herramienta para que el músico se exprese”. Cuanto más perfecto resulte el instrumento, más a gusto se sentirá el músico. Una historia con olor a polvo y paciencia casi infinita.

Matías Sebastián Andreotti (31) es un joven de nuestra ciudad, que eligió como medio de vida un oficio no convencional: es luthier, y se dedica a hacer bajos y guitarras, una ocupación que realiza con verdadera vocación, junto con la de ser bajista y tocar rock.
“A los 15 entré en el mundo de la música, como bajista, y luego de haber pasado por varias bandas y conocer mucha gente, empezó a crecer en mi cabeza la idea de tocar con un bajo hecho por mí. Con el tiempo, esa idea maduró y decidí empezar a probar los diferentes métodos de construcción”, explicó el artesano de los instrumentos, que se valió de la red social Facebook para conectarse con sus maestros y, especialmente, con sus clientes.
“Tengo muchos bajos y guitarras que construí para músicos amigos y para mí.
También reparo, restauro y modifico guitarras y bajos. Cada instrumento que hago está hecho a la medida del músico, de sus necesidades y sus gustos, por eso la comunicación entre el músico y el luthier es clave”, afirma, y agrega: “Cada instrumento es único, como cada persona”.

Su historia

En una entrevista con DEMOCRACIA, Matías recuerda que empezó a construir instrumentos hace diez años, cuando aún no había mucha información sobre el oficio en Internet. “Trataba de conseguir libros, pero muy pocos estaban en castellano, la mayoría estaban en inglés”, comenta.
“Iba buscando y logré algunos resultados buenos de algunos que no me dejaban conforme, entonces después de dos o tres años de buscar, conseguí profesores que me enseñaron. Estudié en la Escuela de Julio Malarino y Esteban González, en Buenos Aires, mi profesor fue Facundo Soto, que daba construcción de instrumentos”, indica.
“Me dedico principalmente a construir bajos eléctricos y guitarras, pero principalmente bajos. También reparo bajos y guitarras eléctricas y criollas, y algunas otras cosas que a veces llegan. Trabajo acá, en Junín, con la gente de mi ciudad y de la zona”, se enorgullece.
El entrevistado mencionó también su otra pasión, que es ser músico, bajista concretamente y ha tocado con varios grupos de rock como Isidoro del Rey, Alberto, Circus Buffoni y Juan Vilches.

Taller

Desde su taller, que está ubicado en su propia casa, a Matías le gusta crear instrumentos únicos para sus clientes, pero tiene proyectado estandarizarlos, para llegar a más gente.
“Tengo el taller en mi casa, recién me mudé y lo estoy rearmando. Calculo que en dos años voy a estar construyendo en mucho menor tiempo que ahora. El tema es que es un trabajo artesanal. El hecho de estar días con la misma pieza del instrumento, con los ojos puestos ahí, no hay manera de equivocarse, porque no es que uno aprieta un botón por acá y sale la pieza por allá”, explica.
Sin dudas, el trabajo de luthier exige mucha precisión y meticulosidad, como lo necesita un instrumento musical para dar la afinación. Y así también lo ve Matías Andreotti, que pasa sus días en esta tarea.
“Uno lo que hace es construir una herramienta para que el músico se exprese, cuanto más perfecto sea y él más a gusto esté, mejor”, apunta.
A la pregunta si alguna vez un músico le devolvió el instrumento porque no le gustaba, Matías contesta que no, que por lo general no hubo quejas.
“Ellos (sus clientes músicos) vienen con una idea, vamos charlando para ver lo que quiere y el músico va probando el instrumento en todo momento. Vemos si le convence la forma, si se puede modificar, o si se empieza de vuelta con otro, pero por lo general siempre queda conforme”, señala.

Instrumentos no convencionales


A veces, el músico, con el afán de innovar en su interpretación o creación musical, o por limitaciones o características físicas de la persona, quiere determinado tipo de instrumento.
Al ser abordada esta cuestión, Matías Andreotti dice que hizo bajos en escalas mucho menores a las que se usan convencionalmente. “Hice instrumentos mucho más cortos, ya que al ser más corto se hace más blando para tocar, mucho más fácil para manos chiquitas, para mujeres por ejemplo”, afirma.
“Uno hace lo que le piden, hay que lidiar a veces, porque los músicos quizá sueñan con un instrumento que no existe, entonces no sabe cómo va a ser. Y a veces yo veo algo que el músico no conoce en cuanto a resistencia de material u otras cosas. Me ha pasado que me han pedido instrumentos con ciertas características que a lo mejor pueden funcionar de alguna forma, pero no son durables. Ahí es donde uno debe asesorar al músico”, explica.

Materiales

Los materiales para construir un instrumento son necesarios en la tarea del luthier, y a veces no es tan fácil conseguirlos.
“Los materiales los traigo de afuera, hay maderas nacionales e importadas. Las maderas nacionales funcionan, pero hay que buscar mucho, porque en la Argentina no se corta madera para instrumento, se corta para todo, para muebles y otras cosas más, entonces entre todas esas maderas que se cortan hay que ver cuáles sirven y cuáles no para hacer instrumentos. Cuando uno compra maderas importadas, ya vienen del país de origen seleccionadas para instrumento y eso es bueno”, indica.
“Acá cortan por ejemplo guatambú, que es una madera que funciona muy bien, o cedro argentino o curupay, que son maderas que andan muy bien, pero a veces la cortan fuera de estación, o al revés (ya que el árbol se corta de cierta manera) para que las partes rindan más, pero no sirven para esto. A lo mejor a un mueble no lo afecta pero a un instrumento sí”, afirma.
“Las maderas que se cortan para instrumento son entre la raíz y un metro de altura del árbol, no más de eso. Y acá, cuando uno va a un aserradero, no saben de qué parte del árbol es la madera, si es de abajo o de arriba. En el primer metro de altura, la madera es estable y consistente, tiene menor movimiento, hay muchísimo menos probabilidad que no tuerza, que dure más”, explica.

Alguien a quien admirar

“En la Argentina hay muchos luthiers de gran nivel, en diferentes cosas, por ejemplo hay algunos muy buenos haciendo guitarras clásicas, haciendo instrumentos eléctricos. A quien más admiro es a Daniel Fernández, para mí está entre los mejores del mundo. Facundo (Soto), mi profesor, es muy buen luthier. La suerte que tengo es que estoy en contacto con todos ellos, más allá de que parecen imposibles, son gente con la que se puede hablar, cuando dan cursos o charlas gratuitas siempre trato de estar. Eso vale mucho”, considera.

Hacia un modelo propio

“El proyecto más importante que tengo es estandarizar un modelo, que sea un modelo propio, agilizar un poco todo lo que es el proceso de construcción, como para bajar los costos, que sea más accesible, pero que tenga las mismas características de lo que hago siempre”, se ilusiona.
“Lo que ocurre es que lo que hice hasta ahora fueron modelos únicos y llevan mucho más desarrollo. En cambio si yo lograse estandarizar un modelo, ya no tendría que pensar tanto, sino directamente hacerlo. Y por otro lado, seguir haciendo lo otro”, comenta.
A la pregunta de si iba a patentar sus trabajos, Matías responde: “Con los números que yo manejo es impensable patentar algo”.
El sueño de este luthier es bien simple y noble, trabajar más y con su familia al lado. “Mi señora me acompaña y a mí me gustaría que mi hijo, cuando crezca, quiera hacer esto, pero por supuesto que no lo voy a presionar en su elección de vida”, asume. 

COMENTARIOS