Entre todos la mataron…y ella sola se murió”. Este viejo refrán español, es sin duda aplicable a la desventurada provincia de Buenos Aires, que no obstante aportar el 37% de la recaudación nacional no tiene los fondos necesarios para afrontar el pago del aguinaldo a sus dependientes. Tampoco existe certidumbre si la situación mejorará para los meses que restan del ejercicio en curso.
Los damnificados, como era de esperar, han respondido con la adopción de medidas de acción directa que han generado el caos en muchos servicios.
Pero en tren de repartir responsabilidades, no todas son achacables a falencias de gestión o desaciertos del gobernador Daniel Scioli, como pretenden los discursos de la Presidente, funcionarios o legisladores.
Las principales causas de la carencia de recursos son:
1) El gobernador radical Armendáriz, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, cedió a la Nación 7 puntos de la coparticipación federal, por lo que la Provincia es la que menos recibe, por este concepto, por habitante en el país. Si ello no hubiera ocurrido, no existiría el problema.
2) El Fondo de Reparación del Conurbano, que originariamente equivalió al 10% del Impuesto a las Ganancias se congeló con la gestión kirchnerista en la suma de 650 millones de pesos, y de haberse actualizado supondría una transferencia de alrededor de 12.000 millones
3) Y finalmente, el descontrolado manejo de las finanzas provinciales, con la creación de nuevos ministerios, dependencias y organismos, la multiplicación del empleo público, exagerados gastos en publicidad, etc.
Pero merece un párrafo aparte la actitud del gobernador Scioli, compartida por sus colaboradores inmediatos, ante el persistente ataque de que es objeto, por parte de las autoridades nacionales.
Un discurso casi análogo, sin respuesta a los cargos, velados o no, que le imputan. Al contrario, expresan que la Nación siempre les ha brindado la ayuda necesaria y que están más consustanciados que nunca con el proyecto que lleva adelante la señora Presidente, etc., etc.
Bien puede ser una estrategia con miras a sus aspiraciones presidenciales, en el sentido de mostrar una imagen distinta a la confrontativa de la primera mandataria, pero pienso, que todo tiene un límite, un funcionario que detente un cargo tan importante debe tener autoestima y evaluar que impresión puede estar causando entre sus adherentes esta actitud genuflexa y obsecuente.
En el devenir político de estos últimos años, la “victimización” ha sido un recurso que ha logrado resultados para quienes lo utilizaron, pero desde un punto de vista eufemístico equivale a “dar lástima”.
TRIBUNA DEL LECTOR
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