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LOCALES

Ella y él

La marca por el nombre.

Una marca surge como acto de bautismo de un producto o servicio. Muchas veces ligada al nombre de su creador, a la conjunción de los nombres de sus seres queridos o la vinculación directa con su lugar de procedencia, la interpretación del símbolo se   reduce a una rúbrica personal o familiar.
Fue cuando un cliente tomo una hoja en blanco y estampó su firma que entendí cual es, para muchos, la percepción de la marca. Al parecer,  en ocasiones se entiende que  la marca es un elemento que sólo sirve para identificar algo: “esto es de Juan”.
En casi un ejercicio que emula las etiquetas de propiedad de los útiles escolares, esta concepción subestima el poder simbólico de la comunicación como recurso para generar valor agregado.
Vale aclarar entonces que una marca vale por lo que significa para la gente. Por eso, su verdadera dimensión no está en ella misma, sino en su imagen, que bien instalada en el imaginario social puede generar repercusiones positivas para los productos y servicios.
Un ejemplo descansa en el recuerdo de la campaña de Raúl Alfonsín, imagen que ilustra esta columna. Una forma inteligente de vincular cierto sentimiento patriótico a las iniciales del candidato: República Argentina, Raúl Alfonsín, “RA”. Sin dudas una forma de disminuir la resistencia de la gente ante los estímulos de la comunicación política.
La imagen de la marca es entonces un asunto de psicología social antes que un asunto de diseño, por eso es que  el contexto en el que el recurso se desenvuelve afecta directamente el éxito o fracaso de la campaña.
Fue así, que en el marco del retorno a la democracia, el recordado “RA” funcionó como un sello que contuvo la expectativa nacional y superó en impacto al nombre del candidato.
Las marcas son cosas reales y simbólicas, en principio su función es representar algo material, después de comunicar racionalmente sus características para luego trascender estas dimensiones y convertirse en emociones que le dan potencia y valor.
Vale la pena profundizar en la construcción de las marcas y antes de pensar en nombrar un producto deberíamos proyectar cuales son los valores que queremos que transmita.

Ponéle la firma.


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