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OTOÑO CON AIRES DE INVIERNO

El frío llegó con todo y los juninenses hacen cuentas para calefaccionar sus hogares

Una familia debe desembolsar un mínimo de entre 300 y un máximo cercano a los 1.000 pesos por mes para estar a resguardo de las bajas temperaturas.

Aunque el calendario marque la presencia del otoño, los juninenses se vieron obligados a apurar mecanismos de defensa contra un frío que, en lo que va de esta semana, se asemeja al de cualquier jornada invernal de julio. 

Es por eso que, además de rescatar camperas y pullovers con aroma a naftalina incorporado, hubo que calefaccionar los ambientes del hogar con lo que se tuviera a mano.

Hoy por hoy, poco menos del setenta por ciento de los domicilios de Junín cuenta con el servicio de gas natural (de acuerdo con el Censo 2010, de 30.315 viviendas, 20.021 tienen ese beneficio), aunque hay muchos casos en los que se agrega algún dispositivo menos sofisticado para reforzar la ambientación, sobre todo en casas habitadas por niños o ancianos.

Pero la situación se complica mucho más en aquellos lugares donde el tendido del gas no llegó y tienen que multiplicar gastos en estufas a kerosene o leña, a cuarzo, pantallas de gas envasado y, en más de una unidad si lo que se quiere es tener aclimatada más de una habitación.   

Según un relevamiento realizado por DEMOCRACIA, por estos días se debe desembolsar un mínimo de entre 300 y un máximo cercano a los 1.000 pesos por mes para estar a resguardo de las bajas temperaturas.

Los que menos gastan son aquellos que tienen la conexión al gas natural, que en promedio abonan entre 300 y 350 pesos bimestrales por una provisión que cubre a gran parte de la casa.

Al respecto, el presidente del Grupo Servicios Junín, Damián Itoiz, reveló que en la ciudad existe un consumo promedio de entre 1.500 y 1.800 metros cúbicos. “Es la proporción que se da a lo largo de todo el año, lo cual insume una erogación que se ubica en el orden de entre los trescientos y trescientos cincuenta pesos cada dos meses”, señaló.

El funcionario acotó que “las tarifas se mantienen estables desde el año 2001” y descartó que en el transcurso de los próximos meses haya variantes. Además dijo que la renuncia voluntaria a los subsidios fue realizada por “ocho usuarios” y no prevé que haya una quita compulsiva por parte del Gobierno nacional.  

Más complicada está la situación para quienes no tienen acceso al fluido gaseoso y deben arreglárselas con otros mecanismo que, por sí solos, no pueden ambientar todo un inmueble.

Por ejemplo, quienes cuentan con una estufa a kerosene deben cargarla al menos dos veces por día, lo que provoca un consumo total de diez litros y una erogación de 45 pesos. Suponiendo que ese método se utilice veinte días al mes, llevar el calor a una sala grande o dos chicas implicaría desembolsar novecientos pesos.

Otro recurso muy utilizado en la ciudad son las pantallas alimentadas con gas envasado. 

El precio de cada pantalla oscila entre los 75; 100 y 150 pesos (dependiendo del tamaño y la composición material). En tanto, las garrafas de 10 kilos cuestan 16 pesos y tienen una duración de entre cinco y siete días, según el uso. Con esto, al final de cada período mensual se originaría un gasto de entre 64 y 80 pesos. De todas formas, y siempre y cuando se encuentre dentro de las posibilidades monetarias de los ciudadanos en cuestión hay que tener en cuenta que en las casas de más de un ambiente es muy difícil hallar solamente un aparato de esta clase. Por lo general, se busca calefaccionar la cocina, los cuartos de dormir e incluso el baño.   

Federico Gerry, de Amarilla Gas, dijo que esta semana “hubo un aumento en la demanda de garrafas”, aunque aclaró que esa suba no afectará el precio. “Hay un convenio firmado para que el gas quede con ese mismo precio hasta diciembre”, explicó.

Por otro lado, cualquier familia puede adquirir una estufa a cuarzo de dos velas. Es un artefacto muy utilizado en los sectores más pobres de la sociedad. Sin embargo, la diferencia de precios con los demás equipos tiene una relación inversa y desproporcionada en cuanto a consumo energético. Por este motivo, quien ahorra en la compra del aparato con seguridad pagará más del doble en la siguiente boleta de la luz. 

En cuanto a los caloventores y convectores (un poco más caros), pueden consumir mucho más aún que la estufa a cuarzo. Son quizás más seguros en relación a la prevención de accidentes domésticos, pero no son una alternativa de ahorro. 

Si se utiliza una estufa a cuarzo durante 10 horas diarias, durante al menos 20 días (en esta temporada), se consumirían 600 kilovatios bimestrales. 

¿Existe alguna forma de calefaccionar el hogar sin tener que pagar una fortuna? Los especialistas apuntan una serie de medidas que pueden adoptarse para bajar el consumo y lograr un rendimiento más eficiente: desde optar por sistemas alternativos de bajo consumo hasta revisar burletes en las ventanas y cerrar persianas durante la noche para mantener el calor adentro.

La vedette de la última temporada invernal fue el panel calefactor, que permite calentar un ambiente por un gasto de entre 2 y 7 centavos por hora. Cuestan entre 400 y 500 pesos y no requieren instalación. El sistema tiene limitaciones: un equipo grande rinde en espacios de hasta 36 m2.

“Hay otras cosas que se pueden hacer para optimizar la energía empleada en la calefacción”, explicó un arquitecto que se dedica a construir edificios respetuosos con el medio ambiente, muchos de los cuales, precisamente, no tienen gas. “La colocación de termostatos en los ambientes es de gran utilidad, sobre todo en las nuevas viviendas que se construyen con pisos radiantes eléctricos. La ventaja de este sistema es que, a diferencia de la losa radiante, se puede regular la temperatura de cada ambiente. Otra ventaja de estos sistemas es que calentar el piso consume menos energía que calentar el aire”, detalla el arquitecto.

Pero hay otro dato: los especialistas estiman que entre el 25 y el 30% de las necesidades de calefacción, ya fuera de gas o eléctrica, se debe a las pérdidas de calor que se originan por las ventanas. Esto significa que, si se quiere bajar el consumo, se deberían revisar los burletes de puertas y ventanas, y, si es posible, reemplazar los cristales simples por vidrios dobles.

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