La disposición de residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental son un pésimo paisaje en el camino que se mezcla con otras bellezas naturales.
La disposición de residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental son un pésimo paisaje en el camino que se mezcla con otras bellezas naturales.
RECLAMOS DE VECINOS

Preocupa la existencia de un basural clandestino en el camino rural que une a Junín y Agustín Roca

Diferentes personas y empresas llegan a depositar sus residuos, desechos, escombros, ramas y otros elementos desagradables que, sumado a las llamas que suelen acompañarlos, generan olores nauseabundos y un humo peligroso para la salud humana.

Muchas veces suele decirse que "la basura llama a más basura". Esto hace referencia a que cuando en un determinado sitio hay residuos depositados, por más que no esté permitido, la situación invitará a que más vecinos decidan abandonar sus desechos en el mismo lugar, dando por hecho que la acción está bien.

Esta cuestión se repite en varios sectores de Junín donde crecen "pequeños" basurales a cielo abierto, principalmente como consecuencia de la falta de compromiso de muchos vecinos, pero también por una falencia en el rol que le toca cumplir al Estado como "policía" que, ante tantos temas bajo su órbita, le resulta casi imposible controlar las grandes dimensiones del distrito.

El camino rural Félix de Azara que une a Junín con Agustín Roca, desde Circunvalación hasta Avellaneda, es un fiel ejemplo de lo mencionado. En dos de sus ocho kilómetros pueden observarse al menos cuatro minibasurales, uno de ellos de dimensiones considerables.

Allí, diferentes personas y empresas llegan a depositar sus residuos, desechos, escombros, ramas y otros elementos desagradables que, sumado a las llamas que suelen acompañarlos, generan olores nauseabundos y un humo peligroso para la salud humana.

La disposición de residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental son un pésimo paisaje en el camino que se mezcla con otras bellezas naturales.

Este depósito de basura (ver mapa), carece de medidas mínimas de seguridad por lo que puede encontrarse todo tipo de residuos, incluso patogénicos y peligrosos. Lógicamente, tampoco cuenta con la impermeabilidad de los suelos donde se emplaza.

La situación genera riesgos claros. Al no contar con suelo impermeabilizado, resulta un foco de contaminación, tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero. Además, la contaminación del suelo repercute en los ciclos de vida de las plantas, y los residuos mal dispuestos pueden generar la proliferación de plagas y vectores de enfermedades diversas.

El agravante es el fuego porque los residuos incinerados de forma espontánea o intencional, y en el caso de los plásticos y otros materiales, también puede derivar en la emisión de sustancias tóxicas, aumentando la concentración de contaminantes atmosféricos como óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre o metales pesados, como el mercurio, el plomo, el cromo o el cadmio.

Lo cierto es que esta falencia representa una realidad transversal a todas las ciudades de Argentina, donde nueve de cada diez personas habitan en núcleos urbanos. Es por esa razón que, si bien la competencia en el manejo de los residuos corresponde a los municipios, el problema de la gestión en general y, particularmente, de los basurales a cielo abierto, es por volumen y alcance, una preocupación a nivel nacional y uno de los principales problemas ambientales del país.

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