El amplio mundo de la medicina consiste en el conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir. A su vez, la rama clínica es la que se enfoca, a grandes rasgos, en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, en la prevención y promoción de la salud. De tal forma, aborda tanto la atención primaria como la especializada, desde exámenes rutinarios hasta la evaluación por especialistas.
Precisamente ese ha sido el campo elegido por Mario Permingeat para desarrollarse profesionalmente y ganarse un lugar distinguido en la comunidad juninense como médico clínico a través de varias décadas de trabajo ininterrumpido y el asesoramiento a cientos de pacientes.
En diálogo con Democracia, Permingeat abordó su infancia en Ferré; valoró el lugar ocupado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) como espacio de formación académico; y describió su inserción laboral y desarrollo en nuestra localidad.
Infancia
“Nací en Ferré. Mi papá fue gerente de una cooperativa y tenía un estudio contable, mientras que mi mamá lo ayudaba en el estudio y era ama de casa. Mi familia fue una de las primeras en esa zona de la provincia y mi abuelo tenía un almacén al lado del ferrocarril”, introdujo sobre sus raíces familiares.
Siguiendo con el recuerdo de sus primeros años de vida continuó: “Mi infancia la pasé ahí hasta que ingresé en la secundaria porque luego fue muy intermitente mi relación con el pueblo. Estudié en un internado de pupilos en el que salíamos tan solo unos días de vacaciones. Eran seis años de cursada y estaba muy orientada al agro”.
Acerca de la formación recibida durante su adolescencia explicó: “Quise ir yo ahí, no fue algo impuesto por mis padres. En ese lugar aprendés a hacer de todo, desde lo agrícola a producción de cerdo, tambo, cultivo de huerta, limpiar, industria de queso y dulces. Me gustaba por eso porque aprendíamos hasta de mecánica”.
“Conservo la relación con los compañeros de colegio de ahí porque compartimos mucho. En ese momento no lo valoré tanto, pero con el tiempo me di cuenta que tuve una buena educación”, siguió y aclaró: “La otra opción era hacer la secundaria en mi pueblo, pero preferí la otra para tener una formación distinta pese a tener que hacer un año más”.
Medicina
Al igual que su decisión sobre qué colegio elegir para capacitarse, el proceso con la elección de qué carrera seguir fue similar. Al respecto, indicó que “desde la primaria ya tenía la idea de seguir medicina. Me fascinaba ver como el médico atendía a la gente y la ganas de querer curar y resolver problemas”.
De tal forma, Permingeat eligió Rosario como sede de estudio. “Lo elegí por la cercanía y, vale aclarar, estoy hablando de hace casi treinta años atrás y tenía referencias de la Facultad. La otra opción era la Universidad de Buenos Aires porque quería ir a una universidad pública, ya que, las valoro mucho”, expresó.
“Me di cuenta que estaba bien preparado en biología porque otros compañeros estaban perdidos y yo tenía herramientas”, contextualizó y profundizó: “Me adapté rápido al relacionamiento con 36 compañeros gracias a la convivencia en el secundario”.
Sobre su desarrollo en la carrera comentó que “los últimos dos años trabajé en el hospital Clemente Álvarez que era de emergencias. Vi de todo y aprendí mucho en urgencias e internación de pacientes. Tras eso hice tres años de residencia de clínica médica”.
Precisamente, acerca de la elección sobre qué especialidad seguir, Permingeat consideró que “a lo largo de la carrera vas viendo cuál es tu orientación. Quizás al principio querés hacer de todo y con los años te orientas a lo que más te gusta”.
De tal forma, aclaró que su orientación no era la parte quirúrgica, sino la clínica. “Me gusta el paciente que llega al consultorio por primera vez y tenés que relevar todos los datos, los antecedentes que tiene y lo que le pasa de la parte física y psíquica”, opinó.
Como un gaje del oficio a afrontar expuso: “La parte clínica no está bien remunerada desde lo económico, pero te da mucha satisfacción desde el punto de vista anímico porque se genera un vínculo especial con el paciente”.
“Lo he hecho durante muchísimos años y nunca perdí las ganas de atender pacientes. Paso horas de atender pacientes y no salgo cansado, sino renovado. Empecé con abuelos y terminé con familias enteras”, valoró.
También realizó una especialización en auditoría médica de dos años de duración lo que le permitió tener una mirada integral en torno al campo y desarrollarse en simultáneo junto al trabajo clínico.
Junín
Permingeat no es nativo de Junín y tampoco se formó en nuestra localidad, sino que su vínculo se dio varias décadas después con el objetivo de asentarse profesionalmente.
“Inicialmente pensé en volver a mi pueblo e instalarme ahí. Me pareció que no me iba a poder desarrollar mucho o perfeccionarme. No había muchas posibilidades de estudios médicos y te quedas con algo más precario”, afirmó.
Y explicó: “Decidí ir a Junín para iniciarme en el Sanatorio y encontré aceptación de colegas y la comunidad. Es una localidad con buenas instituciones y especialidades variadas.
Está muy adelantado en todo lo que es estudios de imágenes y te da confianza en lo que estás haciendo. Ese marco es importante para el desarrollo profesional”.
Al abordar la importancia de encontrarse en una localidad como Junín describió que “la clínica es constante información porque, al ir cambiando tan rápido las cosas, tenés que estar capacitándote constantemente. Es estar siempre con los últimos estudios, medicación y tratamiento”.
Asimismo, sumado a su trabajo en instituciones de medicina privada, también hizo referencia al hecho de tener su propio consultorio. Por eso, manifestó: “Esa era mi idea y se generó con el tiempo. Mucha gente me preguntaba dónde atendía yo porque querían seguir conmigo y así empecé a tener pacientes propios. Quizás en una institución el paciente pretende algo del lugar más allá del profesional que lo atiende”.
Recomendaciones
Como un aspecto inicial abordó el escenario de la medicina clínica y señaló que “hubo muchos cambios en las conductas predictivas, donde tratamos de adelantarnos al problema a través de estudios y controles concientizando al paciente en lo que es lo mejor para él y la mejor calidad de vida”.
Haciendo uso de su lugar como palabra autorizada, al tener que compartir una serie de recomendaciones generales, dijo: “Desde el punto de vista clínico es fundamental el control, una buena alimentación, la actividad física en todas las etapas de la vida donde hay que sostener una actividad para la fuerza y la psiquis, entre otras”.
Asimismo, resaltó el lugar ocupado por el médico de cabecera en la biografía de cualquier paciente. “A veces me encuentro con pacientes que, en lugar de tener un médico que dirija todas las interconsultas, van salteando entre especialidades y no se logra tener una visión global del paciente. Quizás le recomiendan la misma medicación, pero el paciente no sabe lo que está tomando”, narró.
Complementando su recomendación para cualquier persona, también se dirigió a aquellos aspirantes de medicina clínica. Por eso, definió: “Es una carrera larga que no empieza el primer día y termina cuando te recibís. En realidad es para toda la vida y es importante tener vocación para hacer todo eso”.
“Es una carrera donde vas a atender persona con todo lo que eso implica, uno tiene que poner mucho y sostenerlo con mucha vocación”, sostuvo y remató: “No dudaría en volver a elegir medicina. Es lo que siempre quise y si tuviera que arrancar de nuevo lo haría con todo el sacrificio que implica”.
Cierre
“Trabajé en el Sanatorio, pasé a tener mi consultorio y me fueron convocando de distintos lugares como auditor: Círculo Médico, PAMI, en la obra social de La Pequeña Familia”, reseñó sobre su vasta trayectoria.
Al abordar su calidad profesional definió: “Creo que la gente valora que los escucho, ya que, el apuro y los tiempos de hoy hacen que el médico acelere y saque al paciente uno atrás de otro. Yo prefiero demorar un poco más en la consulta y escuchar lo que dice el paciente. Cuando lo escuchás, podés llegar al diagnóstico más fácil y entender lo que le pasa”.
Siguiendo con su análisis resaltó: “Hoy me siento proyectado a lo que quería hacer de cuando era chico: ser médico, atender y resolver problemas de la gente como así también que mis pacientes tengan una buena calidad de vida. Estoy terriblemente agradecido”.
Como parte de su valoración personal hizo referencia al lugar ocupado por su familia y comentó: “Su apoyo es fundamental porque a veces no tenés tiempo para estar y es significativo que te entiendan y apoyen en la circunstancia”.
“Me llena de orgullo que mi hija eligiera medicina también. Es importante tener vocación y que ella lo sienta es muy lindo”, destacó y concluyó: “Veo que le gusta e hicimos algunas pruebas a ver si era lo que le gustaba y está muy contenta. Estudió en la misma universidad a la que fui yo, está terminando y recién ahora va a ponerse en contacto con la realidad al estar en hospitales”.
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