Gustavo Cadile recocido diseñador de moda.
Gustavo Cadile recocido diseñador de moda.
DISEÑADOR INTERNACIONAL

Gustavo Cadile: “Dejé a un lado los prejuicios y fui detrás de mi sueño”

Egresado del colegio Comercial, emigró a Estados Unidos para formarse e iniciar una distinguida trayectoria. Vivió en Roma y Milán para adquirir conocimientos en alta costura, y actualmente se divide el tiempo entre Miami y Nueva York. Creó outfits para celebridades que van desde Eva Longoria y Catherine Zeta-Jones a Susana Giménez. Su proyecto para volver a Junín en el futuro.

Del colegio Comercial a vestir a la madre de Elon Musk (Maye) para el evento de asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Esa es una síntesis simple de la interesante vida de Gustavo Cadile que, a base de esfuerzo y creatividad, se consolidó como una figura internacional de la alta costura.

En diálogo con Democracia, Cadile resaltó el lugar ocupado por su abuela como figura referente; abordó su formación en la Escuela N° 24 y el Colegio Comercial; brindó detalles de cómo fue tomar la decisión de emigrar y formarse en Estados Unidos. 

También compartió cómo fueron los comienzos laborales y el largo camino hasta el devenir en este exitoso presente. Allí, a lo largo de varios años, se conjugaron sus conocimientos, su proactividad, la fortuna del momento y distintas figuras mediáticas para unirse en un camino que lo encuentra como protagonista.

Raíces juninenses

La esquina de Lebensohn y Narbondo forma parte de la infancia de Cadile. “Vivía frente al colegio y fue una época linda. Mi madre trabajaba ahí, la conocía todo el mundo y tenían cierta consideración”, narró y comentó: “Ella era preceptora del colegio y mi papá trabajaba en la municipalidad”.

En torno a los recuerdos de aquella infancia transcurrida en 1975 describió: “Un barrio muy lindo con los árboles típicos de Junín. Salía de mi casa e iba a comprar golosinas al quiosco de la esquina, que era de Lulo, un reconocido peluquero del barrio”. 

“Fue una infancia normal, linda con amigos y primos. Me crié al lado de mi abuela que tenía una máquina de coser en el patio de la casa. Pasaba las tardes mirándola coser, cómo trabajaba y hacía arreglos en sus vestidos y me puso a dibujar a los cinco años. También ella iba a la librería y me compraba lápices y hojas y yo me la pasaba dibujando con ella”, continuó. 

Precisamente, en aquella etapa de su vida es donde ubicó el lazo con lo que es hoy su trabajo: el diseño en alta costura. “Fue cuando empecé a dibujar vestidos y mi abuela me explicaba las banderas y sus colores, como así también la cultura de España e Italia”, indicó. 

El gusto por el arte y los dibujos impulsaron a Cadile a direccionar su vida hacia el lado cultural. Al respecto, rememoró: “Iba todo el tiempo a La Ranchería y comencé a estudiar dibujo y manualidades. Los fines de semana, antes de terminar el secundario, me iba en tren a Buenos Aires para pasar los viernes, sábados y domingo para recorrer toda la ciudad”. 

Inicio y prejuicios

Tal como puede verse entrelíneas, la conexión de Cadile con la moda no es fortuita, sino que fue un devenir de situaciones y decisiones la que lo llevaron a embarcarse en el mundo del diseño. Asimismo, su bisabuelo, Enrico Dell’Acqua, fue pionero en la industria textil tanto en Milán como en Sudamérica, dejando una herencia que se ha expandido.

Por eso, el primer paso en el camino fue elegir Buenos Aires para adentrarse en el mundo académico. “Me fui a estudiar diseño gráfico y publicidad en la Universidad de Belgrano, pero hice solo tres meses porque todo lo que hacía era dibujar vestidos. Un profesor me dijo ´no pierdas tiempo en hacer diseño gráfico porque veo que te gusta más la moda. Dedícate a eso´”, valoró. 

“Ahí empecé a buscar trabajo y me dediqué a aprender lo que la mujer buscaba. Comencé a trabajar en una boutique en Santa Fe y Callao y, al mismo tiempo, empecé a estudiar diseño con Manuel Lamarca. Después de dos años hice un viaje a Estados Unidos, me encantó la cultura y decidí irme a vivir para probar en Miami”, reseñó.

Siguiendo con su relato, el trasladarse a otro país no fue el único desafío que atravesó, sino también, los prejuicios en torno a su profesión. Acerca de ello, contó: “En mi casa no estaban muy de acuerdo con todo lo que era la moda y lo que me gustaba a mí. Mis padres querían que fuera arquitecto u otra cosa. Siempre con muchos prejuicios en torno a este campo”. 

“Igualmente, me fui a Estados Unidos, comencé con diseño en una universidad y, cuando me gradué, vinieron mis padres de Argentina a la graduación. Gané un premio como mejor estudiante de diseño de vestidos de noche y fue una emoción terrible para mis padres porque vieron realmente lo que era mi pasión y tanto esfuerzo plasmado. Desde ese momento, todos esos prejuicios se terminaron y comenzaron a apoyarme lo más posible”, dijo.

Al momento de definir cómo es su trabajo en la diaria, Cadile, expresó que “es construir un hábito para la mujer donde se sienta elegante y glamorosa exaltando las partes más buenas de su cuerpo en el vestido”.

Sin embargo, como sucede en todos los campos, hay distintas miradas y formas de llevar a cabo una tarea. “No me gusta seguir mucho la tendencia. Lo que yo hago, que es vestido de novia, madrina o de ocasiones especiales, no hay que seguir una tendencia. Hago lo que le queda bien a la mujer y lo más apropiado. Me gusta ir con colores fuertes”, tomó posición.

A su vez, resaltó el lugar ocupado por el cliente y el trabajo mancomunado entre las partes. “Trato de estudiar el cuerpo de la mujer, qué es lo que quiere y entre los dos hacer algo que se vea maravilloso. Siempre me llaman con una inquietud, tengo la primera cita, le pregunto distintas cosas desde gustos personales hasta por su familia, hago una presentación con las ideas que me dio. Con telas y colores le doy muchas ideas tratando de seguir lo que ella busca”, explicó sobre su metodología de trabajo. 

Desarrollo profesional

En las vísperas de un importante viaje a Italia, Cadile, tuvo un encuentro que lo marcó a fuego a fines de la década del 90. “Fui a un programa de televisión que hacía Susana Giménez, desde Miami para Argentina le fui a mostrar lo que yo había hecho en la escuela sobre los vestidos de graduación y quería que ella me presente a alguien de París que era la casa de Thierry Mugler o Versace que eran las marcas que ella vestía”, dijo. 

Y siguió: “Allí lo vi a Miguel Romano y le conté que era graduado de la Universidad de Miami, que era un diseñador argentino y le mostré lo que hacía. Automáticamente me dijo lo acompañe para mostrárselo a Susana”.

“Quería que me conecte con alguien, pero fue ella quien terminó poniéndose un vestido para la filmación. Fue la primera celebridad que usó un vestido mío. Tras eso, la volví a vestir después para los Martín Fierro y diversos eventos en Buenos Aires”, expuso.

El reconocimiento universitario recibido el día de su graduación, la exitosa muestra a la diva argentina y el deseo de ir por más como motor: todo eso hizo que Cadile se mudara a Italia para continuar con su desarrollo exponencial.

“Estuve casi dos años trabajando en lo que es alta costura de Roma y Milán. Luego, en el 2000, una compañía de Nueva York me contrató y, finalmente, en el 2006 largué mi propia compañía”, reseñó sobre una varios años lejos de su país natal que alternó entre Estados Unidos e Italia.

Sobre las complejidades vivenciadas a lo largo del camino opinó: “Ser inmigrante, estar en otra ciudad y la competencia que hay en un lugar como Roma y Nueva York, fueron retos grandísimos. Sin embargo, pude entrar a tiendas y vestir muchísimas celebridades. Hice una carrera que, hasta el día de hoy, me mantengo y trabajo de lo que me gusta y amo”.

En tal sentido, un dato a resaltar es que vistió a grandes figuras internacionales como Eva Longoria, Catherine Z Jones y Gloria Stefan, entre otras. Entre las famosas argentinas, se encuentran Susana Giménez, Valeria Mazza, Cristina Pérez y Claudia Albertario.

Cierre

Con una carrera en pleno desarrollo y sin fisuras, las creaciones de Cadile brillaron en eventos de alto perfil como los Emmys, los Golden Globes y los Oscars, consolidando su reputación como un diseñador de élite. Su presente lo encuentra en el norte del continente con un gran caudal laboral.

Más allá de esto, al abordar su trayectoria, analizó: “Vendí en muchas tiendas de Arabia, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Rusia. Abrí mi propia tienda en Miami y ahora un showroom en Nueva York”. 

“Se abren miles de puertas y se cierran muchas. Es una carrera con muchos altibajos porque gustan las colecciones y, quizás, un día no. Todo eso lleva a mirarlo desde otra perspectiva. Mi balance era que no me gustaba tanto vender en la tienda, sino mi relación con la clienta: qué le gusta y en qué la puedo ayudar a hacer. Ahí me dediqué a trabajar con la clienta directamente”, consideró y concluyó: “La síntesis es mantenerte y creer en uno mismo”. 

En el presente, con su nombre instalado en varios países de todo mundo, el modista sigue diseñando para grandes estrellas, sin dejar de recordar su lugar de origen y proyectando, a mediano o largo plazo, volver a nuestra ciudad.

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