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MARKETING APLICADO

Mamushka

El asesoramiento como valor central.

La enorme muñeca presenta su colorido como llamador que invita a descubrir el verdadero valor, aquel al que sólo acceden quienes pacientemente la despojan de sus capas para llegar al núcleo, lugar donde finalmente encuentran su razón de ser.
Detrás de cada obra, el plano del arquitecto, aquel que plasmó en líneas las necesidades del grupo familiar. En el diagnóstico de un médico, años de estudio, horas de guardia y la experiencia como eje de sus acciones. El valor de la asistencia profesional se oculta en las capas de la “Mamushka”, esas que imponentes protegen el verdadero núcleo de cualquier solución de consultoría.
Nuevamente me animo a una analogía que pretende acercar nuestro trabajo cotidiano al seno de la sociedad. Los profesionales de la comunicación trabajamos como médicos, en el encuentro inicial y como arquitectos en el desarrollo y seguimiento de un proyecto. Nuestras herramientas son la escucha activa, la lectura entre líneas y un acercamiento personal que nos permite llegar al centro de la cuestión, despojando al problema de la subjetividad del orador.
En todos los casos, las características del primer encuentro entre el profesional y los  asistidos determina las probabilidades de acceder a un buen resultado; en el medio una serie de situaciones que le dan cuerpo y metáfora a esta columna.
“Tirame una idea”, “haceme un planito” o “decime qué opinas sobre tal tema”. Arquitectos, médicos y comunicadores nos encontramos en nuestro recorrido con algunos gestos o expresiones que buscan disminuir la tarea del asesoramiento en pos de obtener algún beneficio, sin embargo lo único que hacen es matar el germen que le dará vida a su proyecto.
Los recursos para socavar el valor del asesoramiento se presentan de diferentes maneras, en ocasiones una dulce entonación, en otras un excesivo uso de los diminutivos y hasta un trato cercano que pretende fundir la relación comercial con una amistad de años. En estas situaciones, el profesional debe mantener siempre sobre rieles el motivo del encuentro como fundamento sustancial para evitar los malos entendidos y garantizar un buen resultado. Se trata de que la muñequita, tan diminuta como poderosa, sea recubierta de todas las capas.
A fin de cuentas, si alguien necesita un “planito” lo que tendrá en el futuro es una “casita”, si un paciente tiene un “dolorcito” tendrá un “dolorcito crónico” y si quien pretende emprender un negocio quiere que le tiren ideas, las mismas caerán al piso como el proyecto.

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