Diego Montenegro, DJ juninense.
MÁS DE 30 AÑOS DE CARRERA

Diego Montenegro: “Hicimos mucho sacrificio, pero valió la pena”

Reconocido DJ de la ciudad y pionero en su ámbito. Del vinilo a las miles de canciones digitales, y del pasatiempo con amigos a la empresa que trabaja en la Región. Una carrera hecha desde abajo, con pasión, optimismo y empuje. Su testimonio, en una entrevista con Democracia.

Su nombre evoca, en muchos juninenses, el recuerdo de noches y fiestas imborrables. Desde hace 30 años, musicaliza y ambienta cumpleaños y casamientos, a la vez que trabaja, durante la semana, en Don Antonio Alimentos.

Vivió todas las épocas. Pasó música con discos de vinilo, hizo la iluminación con latas de aceite, grabó canciones de la radio en cassette y hoy tiene más de 45.000 canciones en su computadora. 

Pionero del campo, actualmente está lejos de los boliches, recorre la región y trabaja intensamente en Junín con sus colaboradores, en una apuesta diaria por la actividad que lo apasiona desde su juventud. 

Un hobby, una pasión

A los 13 años ya sabía cómo mezclar música, y lo hacía a modo de pasatiempo con sus amigos. Hoy, hace más de 30 años que trabaja profesionalmente en el campo. De la mera diversión al oficio, el pasaje fue armónico, casi inesperado. Parecía un juego de adolescentes a los que les gustaban las fiestas, pero que supieron hacer de ello un negocio que se sostuvo en el tiempo.

“Hice todo desde abajo, nadie me ayudó”, señaló Diego, cuya familia trabajadora no podía darle el sustento económico para el hobbie que disfrutaba en la juventud, cuando todavía iba al colegio, y allí la creatividad jugaba un papel fundamental.

“Los equipos valían fortunas, las luces eran latas de aceite e hicimos muchísimos laburos para comprar el primer amplificador”, recordó el DJ, en cuyas primeras actuaciones “era todo muy hogareño”. Controlar las luces era una actividad manual y, señaló, “el secuenciador era el dedo que prendía y apagaba”. Un abismo de distancia respecto al presente de la actividad.

Es que, por la generación a la que pertenece, la carrera de Montenegro se desarrolló, precisamente, en ese abismo. Vivió todas las épocas, mezcló música con discos de vinilo, cassettes, cds y, finalmente, migró a lo digital. De grabar los casettes con la radio a comprar más de 45.000 canciones que ocupan unos 5 terabytes de memoria, la diferencia es abismal.

En dicho sentido, en vistas de que, hoy en día, una computadora y un controlador bastan para trabajar en el campo, con la ayuda de softwares sofisticados y herramientas novedosas, Montenegro sostuvo que “antes, pasar música era más cercano a un arte, y la manera de trabajar era muy diferente”. Y agregó: “los disc jockey de antes teníamos más oído que los de ahora”.

Sin embargo, descree del “todo tiempo pasado fue mejor” y recuerda el esfuerzo que demandó llegar a donde hoy está. En su adolescencia, mientras cursaba sus estudios secundarios, presenció el despegue en su carrera cuando empezó a trabajar con un amigo que brindaba servicio de catering. “En un año cambió todo, nos empezaron a llover fiestas y trabajos”, recordó, y tiempo después ya se movía sólo en el ámbito.

“Hicimos mucho sacrificio, pero valió la pena”, destacó.

Las fiestas, su fuerte

Actualmente, y desde hace muchos años, se dedica a los eventos sociales, como cumpleaños de 15, casamientos y cumpleaños de 18. Según explicó, cuenta con colaboradores que lo ayudan a armar la puesta en escena y pasar música. “Yo me dedico, sobre todo, a los casamientos, y soy quien da la cara”, afirmó.

Como DJ, su trabajo no implica sólo llegar con la computadora y pasar música por algunas horas, sino asegurarse de que las luces, lo audiovisual y la ambientación de la fiesta sean acordes a lo que eligieron sus organizadores. El trabajo durante la semana es continuo, ya sea en la preparación de material sonoro y audiovisual o en la reparación de equipos, y el armado de la puesta dentro del salón suele hacerse el día anterior, lo que demora no menos de 6 horas.

El ritmo de trabajo es variable y, en temporada alta, solían tener más de una fiesta por noche. “Este año decidí hacer sólo un evento”, explicó Diego, para quien le significaba un esfuerzo notable cubrir todos los frentes cada fin de semana.

Asimismo, entre sus marcas distintivas no está sólo la habilidad para mezclar canciones, sino también el servicio ofrecido como empresa. Montenegro Eventos, como se llama su iniciativa, está fuertemente abocada a la última tecnología y las novedades en el campo.

“Hice mucha inversión, trato de ofrecer todo lo mejor”, explicó el DJ que, a quienes lo contratan, provee de sonido, iluminación, visuales y ambientación.

La tecnología de última generación es su fuerte, y cuenta con pantallas led, bolas de luz gravity, pistas de baile, neones y tubos de luces, que pueden ser agregados al armado si el cliente lo desea. “Yo siempre innové, eso me encanta”, destacó Diego, que no desperdicia oportunidades para correr detrás de los avances tecnológicos.

Boliches

Los locales bailables también tuvieron su música. En paralelo a los trabajos en fiestas privadas, Montenegro fue el disc jockey de Hanoi, Off The Record y Benito, entre otros boliches, y estuvo en el ámbito hasta hace 5 años. “Luego de que falleció Tossi, cambiaron los dueños y me desligué”, señaló.

Asimismo, explicó que “sólo lo hacía por hobby”, puesto que no es una actividad bien remunerada. En la noche, el desgaste es mayor, pero se tejen amistades y es un ámbito del que disfrutó en una parte importante de su carrera.

“Me gustaba, estaba los viernes y sábados y me dividía con otro colaborador para también atender a las fiestas”, explicó el DJ y, entre risas, afirmó: “tengo más fiestas encima que Maradona”.

Junín y la zona

En la región, su apellido es también sinónimo de buena noche, y viaja semanalmente a localidades como Lincoln, Chacabuco, Rojas, Pinto y Bragado a ofrecer sus servicios, ya sea como disc jockey o para sub alquilar equipos a otros colegas.

Al respecto, Montenegro señaló que es uno de los aspectos más desgastantes de la actividad, puesto que “para ir afuera se necesita otra estructura”, como transporte y carros para los equipos y, además, los gastos son mayores.

“Es complicado, muchas veces no dormís”, afirmó Diego que, en su agenda semanal, además de cumplir horario en Don Antonio, también recorre kilómetros en la región para atender a la clientela.

Tiene un nombre conocido en Junín y la zona, pero el punto de partida es, para él, incierto. “No sé bien cuándo crecí”, admitió, y se mostró agradecido con las oportunidades que se le presentan con sus más de 30 años en el campo.

El lado b de la profesión

Trabajar en la noche y para que cientos de personas tengan una velada agradable tiene su contracara y, a sus 49 años, Diego reconoce que “hay cosas que no volvería a repetir”. 

Es que, explicó, “es un trabajo muy sacrificado” que implica un ritmo de vida diferente al resto de la gente. “Cuando todos salen, nosotros trabajamos”, señaló. No hay fines de semana, hay días de trabajo y, en muchos casos, con kilómetros recorridos y pocas horas de sueño. “Es complicado si tenés familia, yo soy soltero y eso no me afecta tanto”, agregó.

Con “un cuerpo que pasa factura”, pero una pasión que lo empuja a diario, Diego sabe que su vida está en este ámbito, el que eligió y aún elige, pero reflexiona y sabe que no puede vivir como hace 30 años atrás. “Hoy no hago las locuras que hacía antes”, afirmó.

Por otro lado, es ineludible que la incertidumbre y compleja situación económica obstaculizan su profesión, en la que el capital, los equipos de última tecnología, se valúan en dólares, y, además, el ritmo de trabajo está atado a la contratación.

“Hoy invertir cuesta más, hay que hacer más eventos que antes para comprar algo nuevo”, lamentó, pero se mostró confiado en que, a pesar de que hay menos dinero en los bolsillos de las familias, “las fiestas se van a seguir haciendo”. Es optimista, confía en la profesión de la que ha vivido gran parte de su vida, y apuesta a no dejar de lado su pasión.

“Yo soy cabeza hueca, a pesar de todo sigo porque me gusta”, destacó, y enfatizó en que “a la música hay que llevarla en la sangre”.

El ambiente local

Más de 30 años en actividad en la ciudad son suficientes para conocer el ámbito y trazar amistades con colegas y compañeros. Para Diego, en Junín “hay un muy buen ambiente de trabajo”, en el que lo fundamental es “el boca a boca y el contacto con la gente”, lo que asegura que la noche sea inmejorable.  

Sin embargo, lamentó que “la pandemia dejó a muchos colegas en el camino”, dado que fueron muchos meses sin trabajar y, al tratarse de fiestas y celebraciones, su sector fue uno de los últimos en habilitarse tras las restricciones impuestas para atender a la emergencia sanitaria.<