El boom inmobiliario que se impone en Junín desde hace varios años -con alguna intermitencia en períodos de crisis como en el año 2009- también alcanzó, como era lógico de suponer, al barrio Las Morochas, uno de los tradicionales vecindarios de la ciudad que está ubicado a escasas cuadras del centro neurálgico y comercial de la ciudad, en dirección sudoeste.
Sin embargo, la proliferación de construcciones y la escasa cantidad de lotes disponibles no le hicieron perder al barrio esa atmósfera mítica que siempre lo caracterizó, en el que la bohemia y el deporte se entremezclan en una extraña combinación derivada de la gran cantidad de artistas que recorrieron sus calles y la pasión por el básquet del Club Argentino y hasta el fútbol de Mariano Moreno.
Tal vez haya sido esta alquimia perfecta, más la tradición siria emanada de sus antiguos habitantes y de sus descendientes, la que generó un fuerte sentido de pertenencia al barrio, un sentimiento de arraigo muy potente que se advierte en todos sus residentes, desde los más chicos hasta sus adultos mayores.
El barrio
Las Morochas está demarcado por las calles Malvinas Argentinas, Almafuerte, Guido Spano y la avenida Pastor Bauman. Se trata de 16 manzanas que originalmente eran cuatro, dado que los límites primigenios se circunscribían a las calles Almafuerte y Almirante Brown, pero el crecimiento de la población del sector hizo que se fueran corriendo las fronteras de su jurisdicción.
Según cuentan los antiguos residentes, el nombre del barrio podría remontarse a una publicación llamada “El Trovador”, en la que se hacía referencia a una mujer que habitaba “en una casa de mala fama”.
Es esta una zona en la que décadas atrás se radicaron muchos inmigrantes de la comunidad siria, que antiguamente se dedicaban -de manera primordial- a la venta ambulante de telas, ropas y lencerías, lo que más adelante derivó en la instalación de pequeños comercios dedicados al mismo ramo.
El trabajo de la colectividad se vio materializado en la construcción de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa “San Jorge”, inaugurada el 16 de febrero de 1930, y más tarde el Colegio perteneciente a la misma congregación.
Bohemia y deporte
Este barrio siempre se caracterizó por exudar un aire de bohemia muy particular y la prueba de ellos es la cantidad de artistas que supieron deambular por sus calles.
Allí se podía ver a los poetas Luis B. Negreti, Delio Destéfani, Francisco “Mataco” Saborido, Segundo Quiroga o Dionisio Malde, además de cantores de la talla de “el Negro” Matta o Héctor “Cacho” Caliggiuri,
Inclusive, las nuevas generaciones siguieron por la misma senda, aggiornando la tradición a las nuevas alternativas estéticas. Como muestra de ello, ya desde su nombre hasta sus letras, la banda de rock Las Morochas supo conjugar el arte con el sentido de pertenencia a este lugar.
Con todo, más allá de progresos y transformaciones, aún hoy se sigue respirando en el barrio el mismo aire que predominó desde sus orígenes.
Otro ícono de este sector que refuerza el sentimiento de arraigo en los lugareños es el Club Argentino. Si bien hoy se encuentra por fuera de sus márgenes oficiales, originariamente estuvo enclavado en el corazón de Las Morochas y hoy continúa siendo el alma que hace vibrar al barrio.
Según contó a este diario hace unos años un “histórico” del barrio, Natalio Nigro, los fundadores tenían anteriormente un club de ciclismo que se llamaba “Pedal y Fibra”, pero luego prefirieron hacer otro que fuera de básquet. Primero pensaron un nombre y el que más sonaba era, lógicamente, Las Morochas, pero don Félix Bruno se quedó mirando el cielo celeste por donde pasaba una nube, y preguntó: “¿y si le ponemos Argentino?”, y así fue como nació el nombre, por los colores del firmamento.
Se fundó en 1935 y su primer enclave fue un lote ubicado en Alsina y Paraguay, posteriormente se trasladó a Alsina y Almirante Brown, y en 1976 se instaló en el lugar actual, que aunque queda “oficialmente” por fuera de los márgenes de Las Morochas, continúa siendo el corazón del barrio.
Servicios
En la actualidad, las redes de agua corriente, cloacas y gas natural están extendidas por todo el vecindario. Esto quiere decir que un gran porcentaje de sus residentes cuenta con estos servicios básicos.
En tal sentido, solamente falta que algunos inmuebles específicos se conecten a las cañerías de gas natural.
En cuanto al alumbrado público, todas las cuadras cuentan con este beneficio. Desde la calle Chile hacia el lado del centro la iluminación es provista por columnas, mientras que en el otro sector está cubierto por luminarias colgantes.
Asimismo, todo el barrio cuenta con sus calles pavimentadas, aunque hay cinco cuadras de empedrado: la calle Almafuerte y las calles Malvinas Argentinas, Alsina y Guido Spano, entre Almafuerte y Ameghino.
En general, los vecinos se muestran conformes con el estado del asfalto y el adoquinado.
Un asunto que inquieta a muchos lugareños es el del tránsito. Entre sus calles, señalan a Chile, Alsina y Malvinas Argentinas como las arterias más peligrosas en esta materia, donde el incremento del caudal vehicular y la velocidad a la que se desplazan autos y motos genera alarma entre los residentes.
Seguridad
Los residentes de la zona aseguran que este sigue siendo “un barrio tranquilo”, en donde “los vecinos todavía se sientan a tomar fresco en la vereda”.
Sin embargo, más allá de esta realidad, varios se muestran intranquilos por la inseguridad que golpea este sector.
Es que aún se mantienen frescos los recuerdos de una seguidilla de dos robos violentos en menos de 48 horas sufridos hace algunos meses por vecinos de la zona, en donde se utilizaron armas de fuego en uno y se intimidó con golpes a una familia en otro.
No obstante, también se admite que la presencia policial se ve y que los móviles pasan asiduamente, sobre todo desde que se adquirieron nuevas unidades.
COMENTARIOS