La banda se presentará el próximo 20 de septiembre en calle Newbery y Sarmiento.
EXBASQUETBOLISTA Y MÚSICO

Mario Caporaletti: “Delfines de Etiopía dejó una marca en la ciudad”

Exponente del mundo del básquet local y regional, jugó el TNA con Ciclista y San Martín y también estuvo en la A. En 2001 fundó la exitosa banda de reggae junto a sus amigos, con quienes hizo, incluso, una gira por Europa. Su historia y trayectoria, contada en primera persona.

Caporaletti es básquet y también es música. Ambos mundos se reparten su pasión, y en cada uno dejó su huella. Hizo inferiores en el club Argentino, pero jugó de modo profesional en Ciclista. Ascendió al TNA en San Martín y fue parte del histórico equipo verdirrojo de la A de Adrián Capelli. 

En medio de la crisis política, económica y social del 2001, fundó Delfines de Etiopía, la banda de reggae local que llegó a lo más alto. 

“Haber podido disfrutar de la música y el básquet a nivel profesional es una satisfacción enorme”, señaló, al recordar los caminos recorridos en Junín y el mundo, en la más alta categoría y arriba de los escenarios internacionales. 

En una charla con Democracia, revivió sus mejores momentos deportivos y musicales y habló del presente de la banda, que trabaja en nuevos lanzamientos y se presentará el próximo 20 de septiembre por el aniversario de la Unnoba, en Newbery y Sarmiento.

De Las Morochas al Coliseo

De chico, vivió en el barrio Las Morochas y se formó deportivamente en Argentino, pero a los 19 años fue convocado para jugar el TNA en Ciclista. “Me levantaba de la siesta para ir a concentrar y tenía la hinchada de Argentino en la esquina”, recordó Mario, que hizo sus primeros pasos a nivel profesional “cuando el clásico comenzaba a ser lo que es hoy”.

Pero su vida en Las Morochas no le quitó la chance de crecer con la camiseta verdirroja. “Era un paso que yo quería dar, era el comienzo de mi carrera”, afirmó, y destacó que, en ese entonces, “jugar en el TNA era como viajar a la luna, era un sueño de verdad y muy lejano”.

Asimismo, al observar la trayectoria de su hijo de 17 años, también jugador de básquet, advirtió que “hoy los chicos tienen todo más a mano, antes jugar en la liga era un salto muy grande, a nivel deportivo y económico”. Es que Mario tomó las decisiones más difíciles junto a su familia, sin representantes o mentores y, con indudable capacidad deportiva, supo llegar a lo más alto. 

También jugó en Pergamino, San Nicolás y San Martín. “Venía de jugar en gimnasia de Pergamino, estaba cansado de viajar y quería dejar el básquet”, explicó Mario, que a sus 28 años se veía fuera de las canchas cuando se acercó al Bastión con intenciones de jugar solamente el torneo local. 

“Los dirigentes se empezaron a entusiasmar, ganamos el regional, ganamos la liga C y la B y ascendimos al TNA en menos de dos años”, recordó. Es así como pasó de casi dejar el básquet a alcanzar un hito deportivo que aún hoy la hinchada celeste recuerda con afecto.

“Me sentí en mi mejor momento, estaba en mi casa”, destacó Mario. 

La máxima categoría también lo vio participar y, nuevamente, en El Coliseo. Ciclista había ascendido a la A tras mandar al descenso a Argentino, Mario aún no conocía la categoría y fue convocado por Adrián Capelli. “Tuve dos oportunidades de irme a jugar a Europa cuando tenía 22 años y no lo hice. Era la única categoría que me faltaba atravesar”, destacó.
Formador

Es profesor de Educación Física y fue entrenador de las inferiores del club San Martín y Argentino. “Me gusta mucho formar deportistas, pero aún más la comunicación”, destacó, y afirmó que “llegar con una palabra” es muy importante y algo que “necesitan mucho los chicos, sobre todo hoy en día”.

Además, desde hace varios años, trabaja en la dirección de deportes local. “Hemos organizado desde intercolegiales hasta torneos de básquet 3x3”, recordó, aunque actualmente está abocado al aspecto formativo y educativo dentro del órgano de gobierno. 

Muchos jóvenes aún recuerdan los torneos 3x3 en la explanada del colegio Nacional, una de sus iniciativas más salientes, y que se desarrolló durante 10 años con gran convocatoria. Además, fue quien también organizó recitales y festejos en la ciudad, por su estrecho vínculo con el arte.

Del básquet a la música

En su última etapa en San Martín, pasados los 30 años, estaba jugando el torneo Federal y, en paralelo, Delfines de Etiopía daba sus primeros pasos. “Yo creo que la banda me llevó a, gradualmente, disminuir el ritmo del básquet”, señaló Mario, al recordar la ocasión en que pidió cambiar el fixture de una fecha para una importante presentación.

“Teníamos un show con Dread Mar I en el auditorio de Temperley, y coincidía con un partido contra Vélez de local. Me junté con uno de los dirigentes y pedí cambiar la fecha. Ahí me di cuenta que algo mal estaba haciendo”, destacó. 

Finalmente, el partido se postergó, Caporaletti tocó junto a Dread Mar I y, para coronar su petición, el equipo ganó contra Vélez. “Rezaba por ganar”, recordó Mario, que admitió tener “mucha responsabilidad en el equipo” puesto que era el capitán. Esa fue, en definitiva, la última temporada que jugó a nivel profesional. 

“Tuve que elegir entre el básquet o la música. Fue un punto de quiebre”, explicó y, desde entonces, no ha vuelto a las canchas para jugar de forma estable.

Hijos de la crisis

Corría el año 2001, y un grupo de amigos que compartían la pasión por la música y el reggae fundaba un proyecto que se convertiría en una exitosa banda. “Elegimos el reggae, pero decidimos innovar, mezclándolo con ska, hip hop y ritmos latinos”, destacó el líder.

Sin dudas, la situación socioeconómica del país influyó en sus inicios. “Somos hijos de la crisis, que particularmente a mí me tocó muy de cerca”, explicó Mario, que había visto a su padre perder el trabajo en los ferrocarriles mientras agarraba su micrófono para dar los primeros pasos.

“Empezamos a tocar y un día dijimos: ´Che, ¿y por qué no grabamos un disco´”, recordó Caporaletti, respecto al cambio que significó para la banda el lanzamiento de “Una mano amiga”, su primer proyecto musical.

“Teníamos algo para decir, teníamos bronca y rabia y la expresamos en la música”, agregó, respecto a los temas que marcaron el perfil más contestatario de la banda y cuyo exponente es “Piquetero de Tartagal”, canción que hace referencia a los movimientos de protesta que se desataron en el norte de Salta a causa de la desocupación. 

Con el tiempo, diversos matices atravesaron su discografía, y dicha primera actitud de protesta dio lugar a otra lírica. “Hoy vivimos otros momentos y necesitamos decir otras cosas”, afirmó.

Las giras y los hitos

El éxito llegó, y los Delfines de Etiopía hicieron escuchar reggae a toda una ciudad de forma masiva. “En 2007 y 2008 la banda ya era otra cosa, teníamos otra mirada”, destacó el vocalista, que esperaba ese momento desde su difícil decisión de dejar el básquet profesional para dedicarse a la música.

Afortunadamente, el año 2010 los esperaba con muchas sorpresas. Por un lado, el lanzamiento de su disco “Subir, mirar mejor”, con la producción musical de Tucán Bosa, y pocos meses después, la presentación en Parque Roca junto a Dread Mar I y Los Cafres. “Ahí nos dimos cuenta que era otro ciclo, entrábamos a grabar en Primera”, afirmó.

Pero estar en primera a nivel musical también implicaba recorrer el país y el mundo. En 2015, hicieron una gira por Europa, específicamente en Madrid, Valencia, Ibiza y parte de Italia. “Tocamos en un festival de 6 días en Valencia con grandes exponentes del reggae. Fue nuestro punto más alto”, destacó Mario.

Además, la banda también viajó por Argentina y, entre las giras más recordadas se destaca la que emprendieron por el norte, ocasión en que grabaron el videoclip de “Piquetero de Tartagal” junto a protagonistas de lo ocurrido a fines de los noventa. Por su parte, la banda también se presentó en la costa atlántica y el sur del país. “En el 2012 hicimos la gira que se llamó ´Delfín del mundo´ y fuimos a Bariloche, El Bolsón, Esquel y de Comodoro hasta Viedma”, señaló.

Su presente

Caporaletti es un artista con decenas de presentaciones en su haber y numerosas horas de shows en vivo, pero hay sentimientos que nunca cambian. “Espero que nunca deje de sentir nervios antes de subir al escenario”, señaló.

Es un momento de mucha actividad, tanto a nivel personal como profesional. El próximo 20 de septiembre, la banda sonará en las inmediaciones de la Unnoba, en calle Newbery entre España y Sarmiento, para festejar los 20 años de la institución. 

“Estamos muy contentos”, señaló Mario, que, además, viajará con Delfines al cierre de la primavera en Ameghino, el próximo 25 del corriente.

En paralelo, el conjunto también realiza presentaciones en eventos privados y a beneficio, puesto que, según explicó Mario, “es bueno estar para los amigos que acompañaron siempre, es muy gratificante”. La humildad sigue intacta a pesar de los más de 20 años en el género. “Siempre estamos y vamos a seguir estando”, agregó.

La producción es continua. Graban videoclips para Youtube, suben sus canciones a Spotify y planifican su estrategia en redes. El disco físico ya dejó de circular y la banda abraza las nuevas tendencias.  “El simple es una nueva forma de trabajar, a mí me gusta mucho”, afirmó Mario, respecto a sus últimos dos lanzamientos, “La gota” y “Sensemina”.

“Siento que es uno de los mejores momentos porque estamos trabajando como queremos y tomando las decisiones que queremos”, afirmó. Sin dudas, aún queda camino por recorrer. 

A modo de cierre, señaló que “uno nunca se deja de sorprender” y destacó que “Delfines de Etiopía dejó una marca en la ciudad”.