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EN EL COLEGIO DE FARMACEUTICOS

Se realizó una charla sobre farmacovigilancia y genéricos

El encuentro estuvo a cargo del doctor Miguel Miceli, quien, entre otras cosas, explicó los estándares que deben cumplir los medicamentos para ser considerados de buena calidad.

El pasado 18 de agosto, el Colegio de Farmacéuticos de Junín ofreció un curso sobre farmacovigilancia y medicamentos genéricos, a cargo del especialista Miguel Miceli, médico farmacólogo y anestesiólogo.
Al comenzar la disertación Miceli habló de la mala calidad de los medicamentos, un problema que no sólo incumbe al ámbito nacional, sino también al internacional.
En otro orden, el médico explicó que cuando un laboratorio farmacéutico desarrolla un nuevo fármaco que puede usarse como parte de un medicamento, gana el derecho a no tener competidores por un lapso de tiempo.
“Esta exclusividad tiene fundamento legal”, dijo y agregó: “Los medicamentos fabricados después de ese período y que contienen el mismo principio activo (Denominación Común Internacional, DCI) se llaman genéricos y suelen ser de un costo económico menor. Generalmente son comercializados por laboratorios diferentes al que desarrolló el fármaco”.
Así, un medicamento genérico, que se vende con este mismo nombre o como genérico de marca, cuando recibe un nombre diferente, da la oportunidad a los consumidores de comparar precios y elegir el más adecuado a su bolsillo.

Cómo garantizar la calidad

Según explicó Miceli, la calidad de los medicamentos debe garantizarse a través de los sistemas de aseguramiento, los cuales incluyen el cumplimiento de las Buenas Prácticas de Fabricación o Manufactura (BPM).
Las BPM son los procedimientos que garantizan una fabricación uniforme y controlada de productos, de acuerdo con las normas internacionales de calidad y conforme a las condiciones exigidas para su comercialización.
Respecto del uso de los genéricos, el médico resaltó: “El requisito crítico para avalar científicamente la intercambiabilidad es la bioequivalencia. Es decir, dos medicamentos son intercambiables si, presentando el mismo principio activo, la misma cantidad de dicho principio y la misma forma farmacéutica,  determinan similares curvas plasmáticas de concentración, en función del tiempo. Esto puede comprobarse mediante estudios clínicos controlados, en los cuales se miden los correspondientes  niveles plasmáticos del fármaco en voluntarios sanos”.
“En nuestro país, por el momento, contamos principalmente con medicamentos copias. Sin embargo existe la intensión de incorporar los estudios de bioequivalencia para facilitar la intercambiabilidad”, concluyó.

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