MARKETING APLICADO

Sobre la construcción de sentido desde fragmentos inconexos y las consecuencias para las marca

por JUAN BAUTISTA BLANC *Las prácticas sociales tienden a incorporar a las tecnologías como instrumento articulador de las relaciones humanas. En muchos casos, la mediación tecnológica deja de ser meramente funcional para constituirse como una nueva forma de construcción de sentido.

Hoy somos todos productores y distribuidores de contenido desencadenando un
intenso proceso de socialización de las prácticas comunicacionales. Se trata de una dinámica que, en muchos casos, se nutre del culto por lo desmesurado, lo insólito o lo extravagante que baja en cascada desde los medios masivos.

Así como Victor Frankenstein une diversos trozos en busca de una identidad, muchas eces se ensamblan discursos y formas sin ningún compromiso con el resultado final.
En un mundo moderno donde el hombre se impone como creador polifuncional e
ilimitado, la novela de Mary Shelley cobra una relevancia funcional a la metáfora que tilizo en esta columna.

Hoy las empresas se ven expuestas a la tentación de construir mensajes a partir
de la plataforma social de sus interlocutores. Así surgen mestizajes, hibridaciones y representaciones visuales o discursivas que toman a la imagen como un mero objeto ilustrativo. Se trata de una forma de trabajo que concluye en identidades difusas que siembran desconfianza y descreimiento.

En contraposición, los profesionales de la comunicación debemos tomar la materia rima que nos dicta nuestro entorno garantizando la emancipación de esa perspectiva social. Nuestra responsabilidad está en evitar la erosión de las identidades como consecuencia de las influencia de las mediaciones tecnológicas o sociales. Para eso tenemos que imponer coherencia y cohesión mediante metáforas capaces de articular relaciones de sentido.

Estamos ante una nuevo paradigma de comunicación que exige una configuración
sociotécnica, una nueva arquitectura del lenguaje que va mucho más allá del “copy and paste” que se configura en nuestras pantallas.

El monstruo no es nada más que un conjunto ensamblado de partes corporales
que pertenecieron a otras personas. El mensaje deberá ser producto de una lectura rofesional de construcción de sentido (en manos del emisor) y visión de las posibles interpretaciones (en manos del receptor).

Está claro, nosotros somos responsables de la vida de las marcas y para eso
reivindicamos la singularidad como fuente de diferenciación.

Juan Bautista Blanc

Planificador de Marketing, Comunicación y Publicidad.
[email protected]
juanbautistablanc.com.ar

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