Kitty Sánchez, profesora jubilada de historia y cívica.
Kitty Sánchez, profesora jubilada de historia y cívica.
LA PROFESORA DE TODA UNA COMUNIDAD

Kitty Sánchez: “A la escuela y la educación las tengo siempre presentes”

Enseñó historia y cívica a cientos de juninenses, dirigió colegios, construyó uno, fue consejera escolar y, sobre todo, una referente para los jóvenes. Jubilada hace una década, tras 42 años en la docencia, recordó su carrera y los desafíos que le presentó el oficio.

Aida Rosa Sánchez es, para los juninenses, “Kitty”, una profesora de historia y cívica, directora y, sobre todo, una mentora para quienes tuvieron la oportunidad de estar en sus aulas en algún momento de sus cuatro décadas de profesión.

A sus 73 años, fiel a su oficio, recuerda las fechas con precisión y es una docente a la que el ejercicio le dejó cientos de anécdotas y otras tantas enseñanzas. Trabajó toda su vida al servicio de la educación, y aún estrecha el vínculo con la comunidad, cuando visita los colegios en los que se desempeñó y participa de actos oficiales y celebraciones.

En diálogo con Democracia, Kitty recordó los momentos más salientes de su extensa trayectoria, que incluyó la enseñanza en numerosas instituciones, viajes, la construcción del colegio “Manuel Dorrego” e, incluso, el acompañamiento de los jóvenes.

El colegio, su hogar

Se recibió en diciembre de 1970, tras su formación en el profesorado de Lincoln, y ejerció hasta 2012, cuando finalmente se jubiló. “Estuve 42 años ininterrumpidos en el colegio Santa Unión”, explicó Kitty, quien ofició como profesora de historia y cívica y como directora de la institución.

Enseñó 13 años en el Colegio Marianista, 8 en el Colegio Normal y 15 en el Comercial, donde, incluso, trabajó de noche. También dio clases en Roca, Laplacette y Saforcada, fundó el colegio de Rojas y fue la identidad del colegio “Manuel Dorrego”, donde no sólo dictó contenidos, sino que fue directora y participó activamente de la construcción de su antigua sede.

Pero las instituciones educativas no fueron sólo edificios a los que asistía a diario, sino también lugares donde forjó vínculos estrechos y lazos inquebrantables con toda una comunidad. En dicho sentido, recordó que asistió a “campamentos en Bariloche, viajes recreativos a Tanti y visitas a Buenos Aires” junto a sus alumnos en numerosas ocasiones.

“Toda mi vida disfruté de dar clases”, señaló la docente. “En el acto de despedida, un chico dijo: ´Kitty nos dio un nombre´”, recordó, entre lágrimas. Es que el colegio “Manuel Dorrego”, en el que trabajó durante gran parte de su carrera, quedó grabado en su corazón, porque lo vio nacer y crecer. Respecto a la frase del alumno, explicó que “no solo se le puso un nombre a una escuela, sino a toda una comunidad educativa”. 

Con el cuerpo

Con un portarretrato en la mano, Kitty recordó la obra de construcción del colegio Manuel Dorrego, en el patio trasero de la escuela N°30. “En mi vida me hubiera imaginado que iba a participar de una construcción”, afirmó la ex docente.

Actualmente, el colegio está ubicado en calle Primera Junta 1095, pero no siempre fue así. En 1983, las actividades se desarrollaban en las aulas de la escuela N°30, y es por ello que se emprendió la construcción de su edificio en su terreno, con el sudor de toda una comunidad educativa, padres, docentes y alumnos, que bregaron por tener una institución.

“Juntábamos dinero incansablemente”, destacó la docente, que recuerda haber trabajado a la par de sus alumnos y junto a sus colegas para completar la obra en construcción, ante el escaso financiamiento que recibían del Estado. De ese modo, explicó que “todo se hizo con lo que tenía”, y señaló, por ejemplo, que “el mástil lo construyeron dos convictos” y que, además, “los pibes llevaban los ladrillos y los fines de semana pintaban”.

Una vez mudados al nuevo edificio, donde actualmente se halla la institución, las instalaciones fueron utilizadas para otro propósito. “Es una alegría, ahí funciona un centro complementario local, que colabora con los hogares con comida y apoyo escolar”, destacó, con la foto en la mano.

Asimismo, Sánchez también explicó que participó en la conformación de otro importante centro educativo. “Fui fundadora de la escuela media 3 de Rojas con sólo 22 años”, destacó, y explicó que fue producto de una comisión formada en la localidad en mayo de 1971. “Ahí trabajé hasta el ´83, que mudé mis horas a la escuela Dorrego”, detalló.

Histórica formadora

Dio clases en la licenciatura de periodismo, en trabajo social y para la formación de maestros de primaria. Al recordarlo, señaló que “fue muy lindo”, y recordó, visiblemente emocionada, la supervisión de las prácticas que realizaba en las aulas.

“Éramos el practicante, la maestra, los alumnos y la supervisora dentro de un aula”, detalló, y explicó que ello le permitió conocer muchas escuelas y, así, diferentes realidades. Además, agradeció haber podido formar a futuras formadoras, consciente de la responsabilidad que ello significa. “Hay muchas chicas que son maestras de mi nieto y que yo formé”, destacó, y agradeció “ver pruebas de ciencias sociales llenas de patria”, como las que acostumbraba hacer.

Fueron varias las generaciones que pasaron por sus aulas, y a muchos de sus ex alumnos los ve a diario en la ciudad, desempeñando diferentes cargos como, incluso, la intendencia. Es que Pablo Petrecca fue uno de sus pupilos y, al respecto, Kitty señaló que “era brillante”, y que aún le recuerda un curioso descuido: “Le había puesto un 10 en clase por responder algo, pero jamás se lo pasé al boletín, aún nos reímos de eso”, destacó.

Referente

Kitty es una profesora con cientos de anécdotas y lecciones que contar. Los años al frente de las aulas y los centros educativos no fueron en vano, y hoy da cuenta de sus vivencias como si se tratase de una enciclopedia humana.

Negoció con patotas que no dejaban estudiar a sus alumnos, encomendó a los jóvenes leer el diario y escuchar las noticias, y se preocupó por cada una de sus realidades.

Los días de paro, Kitty también decía presente en las aulas, para acompañar a los niños que, aún así, asistían al colegio, para desayunar y estar acompañados. “Pasaba a buscar las facturas del día anterior que nos regalaban, preparábamos mate cocido y desayunábamos con los chicos de la escuela N° 30”, recordó, visiblemente emocionada. 

Sánchez fue una referente indiscutida. En dicho sentido, agradeció el trabajo de sus colegas, que le permitió “estar en la calle pidiendo donaciones, vendiendo rifas y buscando chicos”. Es que la profesora, en su auto personal, iba a los domicilios particulares de los alumnos que se ausentaban al colegio, para conocer su situación, hablar con los padres, y facilitar su regreso a las aulas. 

“Las asistentes sociales me hacían una lista, yo cargaba a mi tía en el auto y salíamos a buscarlos”, destacó.

Asimismo, su rol en las aulas fue, históricamente, el de enseñar historia y cívica, materia luego reemplazada en la currícula por construcción de la ciudadanía. En dicho sentido, Kitty significó, para miles de alumnos, la puerta de acceso al conocimiento de los derechos y obligaciones, los aspectos formales de un país y la identidad de la patria que, lamentó, “hoy se deja de lado y solo hay excepciones”.

“Cívica me gustó siempre”, afirmó la ex profesora, que recordó también los “simulacros de elecciones” que realizaba con sus alumnos, como modo de recordarles la importancia del involucramiento ciudadano y el compromiso al momento de ingresar al cuarto oscuro. “Incluso, días después, muchos partidos me preguntaban cuáles habían sido los resultados”, afirmó.

Kitty comprendió siempre la educación como un todo. En cuanto a los viajes a la Capital que organizaba para los alumnos, recordó que eran muy populares y “para muchos, la primera visita a Buenos Aires”.

Su rol como consejera

Con otra foto en la mano, Kitty recordó que en el año ´99 asumió como consejera escolar del Municipio, donde ejerció hasta 2003. “Era el último período de Abel Miguel y nos ofreció ocupar el puesto”, explicó, y señaló que, en su mayoría, eran docentes.

“Políticamente, no usé al Consejo Escolar”, destacó la profesora, que viajaba a La Plata todos los meses “a llevar trámites y recibir respuestas”. Sin embargo, su gestión no estuvo exenta de complejidades y desafíos, y el clima político-económico de la época requirió de su mayor compromiso.

“Era 2001, y teníamos que manejar los comedores”, explicó Kitty, que se reunía periódicamente con el gobernador de la provincia y otros consejeros, para evaluar la labor. 

“Pedían que levantaran la mano los consejos escolares que habían suspendido el plan alimentario. Nosotros teníamos el orgullo de jamás haber alzado la mano, porque nunca dejamos de dar de comer”, agregó.

Asimismo, señaló que, en ese entonces, a pesar de la situación que atravesaba el país, muchos vecinos se solidarizaban y realizaban donaciones, y los proveedores también colaboraban para ver a los chicos comer. “Nos sentimos útiles en la gestión, pero fue una época muy difícil”, afirmó.

En contacto

“A la escuela y la educación las tengo siempre presentes”, afirmó. A pesar de haberse jubilado hace 10 años, Kitty aún mantiene un vínculo muy cercano con la comunidad educativa en la que ejerció por más de 4 décadas. “Sigo yendo al colegio Santa Unión y me siento parte. Puedo entrar sin pedir permiso”, agregó, y recordó que muchos de los profesores con los que cuenta actualmente la institución fueron sus alumnos.

A su vez, está convencida de que “hay mucho que el ciudadano debe devolver a su país”, y es ello lo que la impulsa a involucrarse en cuestiones del orden público. Según explicó, participó de campañas de vacunación contra el sarampión y, en su haber, lleva cuatro censos realizados.

“Me iba a ofrecer para hacer mi quinto censo, pero estuve muy enferma”, explicó Kitty, que lamentó no haber podido participar del relevamiento realizado semanas atrás.

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