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PERSONAJES DE NUESTRA CIUDAD

Luis Giagante: “El coro es un fenómeno social”

Debutó en público como cantante a los siete años, pero su principal afición fue la actividad coral. Con más de cuatro décadas de trayectoria, actualmente dirige seis grupos en cuatro ciudades distintas.

En su riquísima carrera, Luis Giagante participó -como cantante o director- en unos 15 coros.
Este artista, segundo hijo de un imprentero y una ama de casa, que nació en Capital Federal porque su familia vivía allí circunstancialmente, pasó parte de su niñez en el barrio Belgrano, al tiempo que hizo dos años de la primaria en la Escuela 18, hasta que se mudó a la zona de Nuestra Señora de Fátima, donde concluyó su escolaridad en la escuela Centenario y el secundario en el Industrial.
Ya desde chico fue un apasionado de la música, seguramente influenciado por vivir en un contexto de melomanía. “A mi papá le gustaba mucho, mi mamá y mi hermana cantaban muy bien y yo me inicié en ese ambiente”, cuenta.
A los siete años ya había tenido su debut en público. Así lo recuerda el propio Luis: “Resulta que llegó un camión-escenario a Junín promovido por la firma Philips, y se instaló en la plaza principal en donde se hizo un concurso de cantores. Me insistieron para que me presentara y canté un vals, que se llama ‘El jardín de mi madre’ y un tango que se llama ‘Milonguita’. Antes había unos micrófonos que eran colgantes y yo no alcanzaba, entonces me pararon arriba de un cajón. Yo no entraba en la competencia pero como había resultado simpática mi actuación, igual me dieron un premio”.
Siendo un adolescente, el folclore empezó a tener una presencia muy fuerte en la cultura popular y Giagante se sumó a esa tendencia. Era la época de oro de Los Chalchaleros, Los Fronterizos, más tarde Los Trovadores, y en Junín había muchos grupos, como Los Junqueños, Las Voces del Norte, Los Guerrilleros, y el que integró Luis: Los Artilleros, que durante un buen tiempo se presentaron en peñas, clubes y distintos escenarios locales.

Carrera coral


Giagante señala que desde siempre le gustó el juego de voces, por eso le pareció que el coro podría ser una buena escuela, “y de hecho lo es”, asevera.
De esta manera, entró al Coro Polifónico de Junín y al mismo tiempo ingresó al grupo vocal Los Corales. “La diferencia entre ambos era que en este último se trabajaba más con las voces, con más arreglos”, explica.
Permaneció unos cuatro años en el Polifónico, pero por “un pecado de juventud”, tuvo “un altercado” con el director, que era el maestro Rodolfo Alleva, y debió retirarse.
“Atrás mío se fue otro grupo -relata- y con ellos fundamos la Agrupación Madrigalista Arte, que al principio fue dirigida por la que era subdirectora del Coro Polifónico, Ana Rabadán. Después trajimos un director de Buenos Aires, el maestro Jorge Vanasco, que estuvo dos años y luego nos dijo que teníamos que seguir nosotros, entonces empezamos a dirigirlo tres personas del propio coro: María Delfina Rodríguez, Néstor Loccisano y yo, que hacíamos dos canciones cada uno”.
Al poco tiempo decidieron que uno se quedaría con los mayores, que fue Rodríguez, otro formaría un coro juvenil, que lo hizo Loccisano, y el tercero fundaría un coro de niños, y ese fue Giagante. Así se creó el Coro Infantil Madrigal.
Luis confiesa que siempre le “apasionó” la idea de dirigir chicos y afirma: “Creo que ahí yo empecé realmente a dirigir, lo otro fue un intento aventurero. Llegué a manejar hasta 60 chicos de 4 a 12 años. Con ellos viajé muchísimo por todo el país, fuimos dos veces a Paraguay, tuvimos una experiencia muy linda. Era una época donde los chicos y los adultos no se sentían atrapados por la televisión y tampoco había grandes actividades, más que las clases de inglés”.
Estuvo como responsable del grupo de niños durante casi una década, hasta que lo convocaron otra vez del Coro Polifónico, que por entonces había quedado acéfalo. Allí trabajó denodadamente para recuperarlo, y lo dirigió un tiempo hasta que le pasó la posta al maestro José Luis Cuella, que actualmente está por cumplir 30 años al frente de esa institución.
A partir de entonces, comenzó el periplo de Giagante por distintas ciudades. Empezó dirigiendo el Coro Municipal de Los Toldos y luego fundó el Coro de Niños de la misma localidad, con el que hizo una gira muy extensa por todo el norte del país. “Ahí también dirigí el Coro del Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos, que para mí fue un gran privilegio”, remarca.
Luego de trabajar ocho años en esa ciudad, pasó a dirigir el coro de la Sociedad Italiana de Junín y más tarde el Municipal de Arenales.
No conforme con lo hecho, actualmente es el responsable de seis coros distintos: “Ahora tengo dos en Villegas, el Estable Municipal y el de Adultos Mayores. Dirijo otro en Intendente Alvear, La Pampa, en donde estuve un tiempo, el año pasado dejé y retomé en este 2011. También dirijo en 9 de Julio, en donde hay dos coros en un solo grupo: Coral Reencuentro, y dentro de ese conjunto hay otro que se llama Cantares del Nueve, que son todos abuelos, con los cuales hemos ganado medalla de oro en los años 2009 y 2010 en Mar del plata, en los torneos Abuelos Bonaerenses. Y aquí fundé el Orfeón Madrigal con aquellos muchachos que habían pasado por la Agrupación Madrigalista Arte y con integrantes de lo que era el Orfeón”.

Director

Con más de 30 años de experiencia como director de coros, Luis Giagante puede definir cuáles son las condiciones que debe tener quien ostente ese cargo: “Tiene que tener mucho conocimiento, saber música, tener intuición, manejo de grupo y, por supuesto, buen oído, porque se trata de dirigir gente que hay que afinar mientras están cantando, no es como una orquesta en la que todos afinan sus instrumentos y después ya está todo listo para empezar -aunque el director de orquesta también tiene que tener un oído supremo-, pero aquí se trata de voces, que es muy distinto”.
Además, Giagante sostiene que para elegir el repertorio, el responsable de un coro debe tener en cuenta la gente con la que cuenta, la cantidad y calidad de voces que hay, y las condiciones que tienen los integrantes.
A la hora de evaluarse él mismo como director, sentencia: “Oído sé que tengo, no soy un gran músico pero soy intuitivo”; y destaca que siempre se preocupó por capacitarse -aún cuando no existía la carrera- tomando cursos con grandes maestros, como su principal formador, Francisco Parreño, Alberto Balzanelli -que fue director del Colón- y César Ferreyra, entre otros.

El coro

Según su propia definición, el coro “tiene algo que no tiene ninguna otra actividad cultural de grupo y es que lo que se luce es el conjunto”, y amplía: “Si uno manda a su hijo a baile, siempre hay uno que se destaca por sobre el resto o que se luce menos, en cambio en el coro es distinto: es una masa que canta. Dentro del grupo hay integrantes que cantan diez puntos y otros cinco, y el trabajo del director es emparejarlo todo lo que se pueda, pero el que hoy canta cinco puntos, puede llegar a diez, porque el oído se hace. No hay ‘desorejados’, yo he hecho todas las pruebas y lo he comprobado, si la persona trabaja y tiene ganas y voluntad, puede afinar, siendo chico o grande. Un coro no es otra cosa que una orquesta de voces. Si uno quiere empezar a cantar, debe hacerlo por un coro. ¿Alguna vez escuchó que una hinchada de fútbol desafine? Las masas no desafinan, puede haber allí algún desafinado, pero a la larga termina afinando, porque está en masa. Y el coro es eso”.
Asimismo, considera que ése es un espacio “ideal” para los más tímidos, porque la persona se puede dar el gusto de cantar pasando, de alguna manera, desapercibido.
“El coro es un fenómeno social, más que artístico, porque un tipo que entra a un coro se siente igualado en lo artístico al lado del que canta diez puntos; el coro iguala”, define Giagante, para luego ejemplificar: “Por eso muchas veces los psicólogos mandan gente a los coros”.
Luis subraya que “hay mucha confraternidad” entre los coros y que “no existe la competencia feroz”. 

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