Intencionados o no, ciertos o falsos, el escenario político se ha llenado de rumores en los últimos días acerca de las decisiones que se cocinan a fuego muy lento en la Quinta de Olivos.
¿Tiene tomada una decisión la presidenta Cristina Kirchner sobre su continuidad, o duda sobre su futuro? ¿Son cuestiones personales, o son razones políticas?
La economía no se ha agitado por esas versiones, aunque como es obvio los dimes y diretes han alimentado movimientos y especulaciones: subas y bajas de bonos y acciones; pescadores en río revuelto. Nada que roce por ahora la economía real. Aunque el juego de las expectativas es de alto riesgo, en especial en una sociedad con alta propensión a refugiarse en el dólar o fugar los pesos por fuera del sistema ante los primeros signos de inestabilidad o incertidumbre.
Las primeras declaraciones del economista Javier González Fraga, y segundo en la fórmula que encabeza Ricardo Alfonsín, indican que la coalición que encabeza el radicalismo no agitará los fantasmas económicos del pasado. Dijo no estar de acuerdo con quienes anticipan una devaluación para el próximo gobierno, y fundó su opinión en que el dólar está barato no sólo en la Argentina, sino también en Brasil, Perú o Chile, y que con 50.000 millones de dólares, el Banco Central debiera poder manejar la situación cambiaria con cierta tranquilidad.
Gradual
Por decisión política, o quizás fruto de un diagnóstico económico, González Fraga dijo que el foco debe ponerse en bajar la inflación y agregó “gradualmente”.
La versión del candidato radical debiera ser un bálsamo para quienes miran con recelo el futuro, pero la realidad es un poco más cruda: no hay hoy un actor económico con suficiente credibilidad que pueda tranquilizar o atemperar las expectativas.
En mayo la fuga de capitales habría alcanzado a los 2.100 millones, acumulando 4.000 millones de dólares en los últimos dos meses. Como se señaló en esta columna, esta salida de fondos no se ha expresado en la composición de los depósitos del sector privado en los bancos.
Pero hay debilidades que surgen de los plazos a los cuales están pautados esos depósitos, alrededor del 90% en seis meses o menos.
Es que los temores del mercado y de los negocios no tienen que ver con la hipotética política que llevaría un eventual gobierno de alguno de los principales candidatos de la oposición, sino con la impresión de que Cristina Kirchner sería reelecta si decidiera presentarse en octubre próximo.
De allí que la única fuente que podría aportar credibilidad y ayudar a tranquilizar las aguas o de posibles remezones económicos a la transición es el propio Gobierno.
¿Por qué no se apela a ese poder de persuasión? ¿Serían creíbles señales oficiales de acercamiento a los negocios?
En la política y la economía no alcanza sólo con declaraciones o promesas; es necesario algo más, en especial luego de la larga lista de desencuentros y desconfianzas acumuladas en los últimos tiempos entre el sector empresario, el campo y la administración kirchnerista.
Los temores sobre mayores controles en la economía, asfixia de los sectores con rentabilidad o discrecionalidad fiscal e impositiva, son moneda corriente en las sobremesas de negocios, e incluso de ciudadanos corrientes.
Los datos económicos también aportan indicios de que de una u otra forma, la siguiente gestión presidencial estará condicionada a modificar con premura ciertas políticas.
El IERAL (Instituto Latinoamericano sobre la Realidad Latinoamericana) señala en un reciente trabajo que los subsidios a transporte, energía y otros sectores económicos son equivalentes al total de gastos de la Nación en educación, salud, vivienda y seguridad.
Se trata de recursos por más de 3,3 puntos del PBI según datos del 2010. Los subsidios, además están altamente concentrados en la Provincia de Buenos Aires y la capital federal.
¿Cuánto más podrá seguir subsidiando la Nación las tarifas eléctricas, transporte de colectivos, subterráneos y trenes del área metropolitana? ¿Cómo se compatibilizarán un ajuste en los subsidios con los niveles tarifarios de esos servicios? ¿Y como afectará los ingresos, la inflación y las políticas salariales en esas empresas?
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Los rumores preelectorales no agitaron a la economía
Por Raul Vives
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