Oscar
Oscar "Cacho" Vilaseca recibió a Democracia en el quincho de su casa, al que define como su "lugar en el mundo".
DE LA PRIMERA DE SARMIENTO A OLVIDARSE DE LA PELOTA

"Cacho" Vilaseca: "El fútbol me dejó recuerdos muy lindos"

En los '60, llegó a jugar como mediocampista central en el primer equipo del Verde. Luego, recorrió la región con la camiseta de varios equipos. Pero después de cumplir 35 cerró de manera abrupta su etapa como futbolista, de la que solo conserva los recuerdos.

Ya pasó más de medio siglo de su debut en la Primera de Sarmiento, cuando, con apenas 17 años, irrumpía como una promesa del fútbol de Junín.
Para Oscar "Cacho" Vilaseca, ese mediocampista central que, en sintonía con las leyes de vida, entraba al plantel principal del Verde al mismo tiempo que jugadores como Horacio Barrionuevo o Hebert Pérez daban sus últimos pasos como futbolistas, de aquella etapa de la juventud solo queda un puñado de recuerdos, algunos buenos, pero también de los otros, que lograron sobrevivir al desapego.
"No entiendo bien el porqué, pero cuando dejé de jugar, enseguida me alejé del fútbol. Dejé todo, los amigos, el picadito, el asado después de los partidos, todo", confesó, en diálogo con Democracia.
Su divorcio con aquella parte de su biografía queda retratado en un gesto por demás de elocuente: tras recorrer de punta a punta el quincho situado en los últimos metros del patio de su casa, estira su brazo derecho a espaldas del televisor para rescatar las pocas fotografías que conserva de sus días en el campo de juego.
Las postales están, pero nunca son exhibidas. Como si se tratara de un capítulo de su historia que merece ser ocultado o, cuanto menos, desprovisto de todo relato épico o nostálgico.

Largo recorrido
Corría el año 1965 cuando llegó su estreno en el equipo superior de Sarmiento. Su memoria le indica que el rival de turno era Unión de Santa Fe, en el campeonato de Primera B, en tiempos en los que la realidad del club juninense era muy distinta a la actual.
"El club en ese momento no tenía nada que ver con lo que es hoy. La diferencia es muy grande, no solo por lo que ha crecido en infraestructura, sino también por el cambio de mentalidad", explicó Vilaseca. 
En total, estima en 17 los partidos que jugó, antes de marcharse del Verde, con apenas veintidós años, disconforme con la falta de continuidad. Consiguió quedarse con el pase en su poder y, a partir de allí, inició un largo periplo por la región, en donde integró equipos competitivos, nutridos de figuras también formadas en Sarmiento, que le permitieron dar la vuelta olímpica en más de una ocasión.
"Pasé por Sport de Pergamino, Rivadavia de Lincoln, Racing de Teodelina y Los Andes de Alejo Ledesma (provincia de Córdoba)", rememoró, sin pasar por alto algún paso fugaz por la Liga Deportiva del Oeste. Sin embargo, fue su paso por el equipo de fútbol de la metalúrgica Lucini, una fábrica que supo alcanzar su esplendor en la vida económica pergaminense a mediados del siglo XX y marcó un estilo propio en el campeonato local.


"Lucini fue un innovador en todo lo que tenía que ver con lo que rodeaba al fútbol en ese momento. Introdujo la concentración del plantel en la previa de los partidos, los jugadores vestíamos un uniforme que identificaba al equipo. Cosas que en ese momento no se hacían en el fútbol del interior y que a la prensa no le gustaba mucho, porque nadie estaba acostumbrado", recordó.
La experiencia de Lucini fue, para Pergamino, algo así como el adelanto de lo que años más tarde sería Loma Negra, el equipo de la cementera de Olavarría, a nivel nacional. Pero, al igual que el equipo del Grupo Fortabat, que luego de los primeros años de gran entusiasmo desaparecería lentamente de los primeros planos, el combinado de Lucini tuvo un desenlace similar.  

El mejor equipo y la ilusión del exterior
Más allá de la experiencia de Lucini, fue en Sport de Pergamino en donde Vilaseca encontró su mejor versión, acompañado de un plantel de lujo para la ciudad. 
"Teníamos un muy buen equipo, ahí coincidimos con Raúl Azconzábal, Horacio Medina, José Tomino, con quienes llegamos desde Junín. En Rivadavia de Lincoln también tuvimos un gran plantel y conseguimos ser campeones", detalló.
Luego, tras su paso por Deportivo Alberdi, con 35 años cumplidos, decidió que hasta allí había llegado su viaje por el mundo del fútbol. "No quise saber más nada con jugar al fútbol, algo que todavía me dura. Había empezado a jugar al tenis, un deporte individual, y me sentí muy cómodo", contó.
"De cualquier manera, el fútbol me dejó recuerdos muy lindos, pero creo que me afectaron algunas cosas, como la falta de continuidad en Sarmiento. Para triunfar, más allá de jugar bien, hay que tener ciertas condiciones que tal vez yo no tenía", insistió.
La posibilidad frustrada de jugar en el exterior, que lo había ilusionado cuando se lo propuso un entrenador que había tenido en sus inicios, también le causó cierto desánimo. "Fue en la época en la que estaba Pedro Areso como entrenador en Sarmiento, que era español como mi padre, y decía que podía hacer el contacto para que yo me fuera a jugar allá. Cuando se habló de esa chance, me entusiasmó, pero la realidad es que nunca se concretó. Si se hubiera dado, hubiese ido con muchas ganas y tenía la autorización de mi padre para hacerlo",  aseguró.
Tampoco lo sedujo la idea de convertirse en entrenador y seguir ligado al fútbol. "No me veía como DT, hay personas que tienen la habilidad de darse cuenta enseguida de lo que está pasando en la cancha y entienden cómo intervenir en el juego para cambiar un partido , pero nunca sentí que fuera lo mío", expresó.
Aun así, el balance de su paso por el fútbol, y, particularmente, con la camiseta del Verde, termina siendo positivo, visto a la distancia, algunas décadas después: "Eran otras épocas, pero es cierto que tuve un ascenso muy rápido desde inferiores a Primera en Sarmiento. No podría decir exactamente por qué, pero se dio así y creo que cumplí. Seguramente, no tuve un nivel extraordinario, pero creo que lo hice bastante bien".

COMENTARIOS