RECONOCIDA MODISTA DE ALTA COSTURA

Nancy Piotte: “Hay un poquitito de mí en cada vestido que hago”

Hace más de cuarenta años que se dedica a la confección para fiestas, novias y quince años. También hace prendas urbanas, fabricó ropa deportiva e, incluso, en un momento hizo vestuarios para teatro. Con una extensa trayectoria, se convirtió en una referente en su rubro.

Hija única de un ferroviario y una modista, Nancy nació en Junín y se crio en el barrio Belgrano, entre telas, tijeras y agujas. Y con solo diez años ya se había sentado en una máquina a armar prendas, como un juego.
Ese fue el inicio de un largo camino en el que, durante más de cuarenta años, vistió a numerosas novias, madrinas, quinceañeras y otras mujeres para todo tipo de fiestas y eventos, con un estilo muy personal en el que trasluce su creatividad y toda la pasión que tiene por la alta costura.

“Cuando hago un diseño, después no me gusta repetirlo”

Primeros pasos
“Desde que nací estoy relacionada a lo que hago”, afirma Piotte.
Sus primeros pasos más concretos fueron en su adolescencia, ayudándole a su madre, para ganarse unos pesos que le servían para poder salir. “Ella siempre fue el alma máter de todo lo que yo hice en mi trabajo”, sentencia.
Según dice, aprendió mirando, más que con explicaciones.
En aquellos años trabajaba en el living de su casa, donde había una máquina y una mesa de corte.
Una vez terminado el secundario, Nancy se metió de lleno en el oficio: “Yo tenía la idea de trabajar un poco diferente a lo que hacía mi mamá, ella era la modista del barrio y a mí me gustaba más comprar telas, crear, armar”.
Las primeras piezas se las hizo a las clientas de su madre y, con el tiempo, fue creciendo “con el boca en boca”.

“Apunto a que mis prendas llamen la atención”

Trayectoria
A los vestidos de fiesta le agregó la confección de prendas urbanas, siempre con detalles de distinción. “Hice de todo”, asegura Piotte. Hasta ropa deportiva llegó a fabricar.
Para ese entonces, ya tenía su propio taller. Y la clientela se fue ampliando: “Las madres a las que les hice el vestido de novia me traen a las hijas para hacerles los de quince años. Así fue siempre. Y tengo muchas clientas de muchos años”.
La crisis de 2001 golpeó fuerte su actividad, pero Nancy supo reconvertirse y abrió el local a la calle que todavía mantiene.
“Haciendo este tipo de trabajo, siempre nos tuvimos que acomodar a los vaivenes -comenta-, aquel fue un momento muy difícil, pero yo siempre apunté a esto porque es lo que sé hacer; nos tocó pasar épocas complicadas, hasta que pudimos remontar”.

Su estilo
Piotte observa que el suyo es un oficio muy vinculado a lo artesanal. “Uno empieza el vestido con una idea que se va terminando de armar en el trayecto, mientras lo va haciendo”, explica, para luego ampliar: “El trabajo es en conjunto, normalmente vienen con una idea o con una foto de lo que quieren, y después se va consensuando lo que queda mejor”.
De acuerdo a su consideración, cada pieza que confecciona “es muy personal”. Y puntualiza: “Uno lo hace con tanto cariño que hay un poquitito de mí en cada vestido que hago. A mí no me gusta uniformar a la gente, si hago un diseño, después no me gusta repetirlo. Trato de que sean personalizadas o, al menos, que sean prendas únicas”.
Nancy aclara que ella no es diseñadora, porque para eso hay que dibujar y que otro ejecute. Según su definición, es modista de alta costura. “Soy una especie de creadora -señala-, apunto a que mis prendas llamen la atención, me gusta lo que tiene trabajo hecho. Mi ropa tiene que tener un diseño y, si no, un detalle en la tela, o un accesorio, es decir que debe destacarse en algo. A mí me gusta que mis prendas tengan, al menos, un detalle único”.
¿Es, entonces, un arte lo que hace? Responde Piotte: “Para mí, un poco sí. Yo hago mucho de esto por satisfacción personal. Me gusta tanto que creo que no podría haber hecho otro trabajo”.

“Yo tenía la idea de trabajar un poco diferente a lo que hacía mi mamá, ella era la modista del barrio y a mí me gustaba más comprar telas, crear, armar”

Balance
Después de tantos años de actividad, Nancy Piotte tiene bien ganado un nombre dentro de su oficio. “Nunca me puse a pensar en eso ni tampoco es algo que me haya preocupado demasiado -admite- sí creo que me conoce bastante gente, pero siempre tuve un perfil muy bajo. Yo trabajo para que lo que hago convenza a mis clientes y a mí”.
La pandemia fue un momento muy duro especialmente para su rubro, ya que durante casi dos años no hubo eventos ni fiestas. Después de una primera etapa de hacer cosas para su casa, Nancy utilizó el tiempo para hacer prendas urbanas y de fiesta, aun cuando no podía abrir el negocio ni vender. Aproveché para armar prendas.
“En septiembre, más o menos, arrancó el movimiento y por suerte va en ascenso -indica- antes había tenido algún quince, en un momento en el que se abrió un poco más, pero fueron muy escasos. Ahora estamos en un mes con fiestas, egresos, y si bien por ahí no hay tantos casamientos, aunque algunos sí, por suerte hay otros eventos”.
Y con la esperanza de volver a cierta normalidad, al momento de hacer un balance sobre el camino recorrido, Piotte concluye: “Volvería a hacer lo mismo, no cambiaría nada. Siempre hice lo que me gustó así que estoy muy contenta. Esto me sirvió para vivir, para mantenerme, y disfrutando de lo que hago, eso es muchísimo, no toda la gente tiene esa suerte. Eso se lo debo a mi mamá, que me inculcó esto y a mi familia que me ayudó muchísimo y que me apoya siempre”.

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