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Oscar “El Negro” Ortiz: “Siempre tomé el fútbol como lo que es: un juego”

Criado en los potreros de la zona de El Carpincho, jugó en San Lorenzo, Gremio (Brasil), River, Huracán e Independiente. También fue campeón del mundo con la selección en 1978. Aunque sus recuerdos más emocionantes están en Junín y en el Club BAP.

Hay respuestas que descolocan y, seguramente, el periodista del diario La Nación se debe haber sentido así cuando, hace algunos años, le preguntó a Oscar Ortiz por el día más feliz en el fútbol. En ese momento “El Negro”, que fue nada menos que campeón del mundo con la Selección en 1978 y que había dado vueltas olímpicas con San Lorenzo, River e Independiente, pensó unos segundos y recordó la tarde en que salió campeón con la Sexta de BAP con un gol suyo sobre la hora, y que luego jugó con la Quinta por primera vez, donde marcó otro tanto, para finalmente regresar llorando al Club de Pescadores, en El Carpincho, donde vivía con su madre.
“¿Elegís ese día antes que cuando saliste campeón del mundo?” repreguntó extrañado el periodista. “Era chico, tenía 12 años, nunca me olvidé de esa sensación”, fue la respuesta del ídolo.
Esa fue la forma en que Ortiz se tomó el fútbol. Siempre: el deporte desde su aspecto más lúdico, lejos de las presiones. “Yo nunca fui profesional, siempre lo tomé como un juego”, señala, en un diálogo con Democracia en el que repasa su trayectoria y su vínculo con Junín.

“Yo quería jugar en el potrero, no me interesaba ser profesional”

Primeros años
Oscar Alberto Ortiz nació en Chacabuco y era un niño de ocho años cuando se mudó a Junín. Aquí se instalaron en el Club de Pescadores, donde su madre trabajaba en el bufet.
“Con el fútbol empecé como todos los chicos, en el potrero”, evoca. Y lo hizo hasta que lo vieron de BAP y lo invitaron a practicar allí. Al mismo tiempo trabajaba: en un taller mecánico, en una bicicletería.
Fue entonces cuando sucedió aquel momento que marcó tanto al Negro: “Jugamos la final contra Independiente en sexta y con el empate éramos campeones. Íbamos perdiendo uno a cero y lo empatamos con un tiro libre sobre la hora que pateé yo. Cuando terminó el partido, el técnico de la quinta me dijo que me bañara que me iban a dar unos botines para ir al banco de la quinta. En el segundo tiempo entré e hice dos goles. Al otro día fui a la cancha de Moreno, donde jugaba la final la reserva, y me pusieron en el banco porque faltaba un jugador. Ahí también hice el gol y salí campeón. Entonces cómo yo voy a decir que el momento más importante mío fue el Mundial cuando salí dos veces campeón a esa edad en la que no hay intereses ni nada”.
Ortiz siempre se destacó y por eso lo vinieron a buscar de Atlanta y de Estudiantes. “Yo no tenía ninguna intención de viajar a Buenos Aires, yo quería jugar al fútbol en el potrero no me interesaba ser profesional”, cuenta. Por eso, cuando llegaron los representantes de San Lorenzo fueron a hablar con su madre y ella le dio tres opciones: estudiar, trabajar o jugar al fútbol. Dos días más tarde se subía un tren y se presentó en San Lorenzo.

Profesional
Jugó algunos partidos en San Lorenzo, pero en 1971 se plegó a una gran huelga y regresó a Junín. Desde el club de Boedo lo mandaron a llamar, pero El Negro no tenía intenciones de volver. Cuando lo invitaron a Cannes con la selección juvenil, cambió de opinión: “Pensé que sería lindo conocer Francia, hacer el viaje y volver a Junín”. Y así lo hizo. Aunque cuando regresó, los dirigentes del Ciclón lo estaban esperando en Ezeiza y de ahí lo llevaron a la concentración.
Estuvo seis años y obtuvo tres campeonatos. Ya en el 75 lo habían convocado a la Selección para un partido contra Brasil y allí lo vieron de Gremio y lo contrataron. “Me fue bien, pero después de una temporada quise volver a Argentina porque los jugadores que estaban afuera, en general, no eran llamados para la Selección”, comenta.
Ángel Labruna lo pidió para River y ahí estuvo de 1977 a 1981, tiempo en el que el Millonario ganó cuatro torneos.
Luego estuvo un año en Huracán y otros dos en Independiente, donde también fue campeón, en 1983.
“Yo dejé a los 29 años -explica-, el fútbol había cambiado, los wines eran más un cuarto volante, estaban más que nada en la mitad de la cancha y ya no tenía más ganas”.

“No lloré por salir campeón del mundo, ni siquiera toqué la copa”

La selección
Como quedó dicho, Ortiz fue parte de la Selección Nacional que salió campeón del mundo por primera vez. En el Mundial 78 jugó en seis de los siete partidos que disputó el combinado nacional y en cuatro de ellos fue titular.
Sin embargo, esa experiencia fue una más para el Negro. “Yo no lloré por salir campeón del mundo, ni siquiera toqué la copa”, señala. Y enseguida agrega: “La verdad que, si no salía campeón, no me sacaba el sueño. Para mí, la selección que jugó en Brasil en 2014 fue la mejor de todas, contra Alemania tuvo cinco opciones de gol. En la final que jugamos nosotros contra Holanda, ellos en dos minutos tuvieron dos opciones de gol, una de ellas que pega en el palo, y ahí salían campeones ellos. El fútbol es así, no siempre gana el que juega mejor”.

“Yo era un tipo bastante raro, siempre tomé el fútbol como lo que es: un juego. Por eso siempre me divertía. Y lo hice así hasta que dejé”.

El fútbol
El paso de los años ratifica la posición de este verdadero ídolo del fútbol nacional, criado en los potreros de Junín y formado en BAP.
“Yo nunca fui profesional”, reconoce. Para luego profundizar: “Yo era un tipo bastante raro, siempre tomé el fútbol como lo que es: un juego. Por eso siempre me divertía. Y lo hice así hasta que dejé”.

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