Se restituirán los talleres al Estado nacional, con los socios de la cooperativa y el material.
Se restituirán los talleres al Estado nacional, con los socios de la cooperativa y el material.
FUE PRIMICIA DE DEMOCRACIA

Se realizará la asamblea para el traspaso de los talleres ferroviarios de Junín al Estado

Según lo confirmó Pedro Rodríguez, titular de la Coottaj, se autorizará al Consejo de Administración a “realizar las gestiones necesarias para restituir los terrenos e incorporar a los socios de la Cooperativa a una empresa del Estado nacional”.

Como adelantó Democracia en su edición del 28 de mayo último, finalmente serán restituidos los talleres ferroviarios de Junín a una empresa del Estado nacional. 
Hoy por la mañana se realizará una asamblea general extraordinaria en la que se autorizará al Consejo de Administración de la entidad a “realizar todas las gestiones necesarias para restituir los talleres ferroviarios de Junín e incorporar a los socios de la Cooperativa de Trabajo Talleres Junín (Coottaj) a una empresa del Estado nacional”. 
En total, según pudo precisar este diario, se trata de unos cincuenta trabajadores que pasarán a depender de la órbita estatal, más precisamente, de la empresa Desarrollo y Capital Humano Ferroviario (Decahf).
“Estamos en los tramos finales de la negociación y, en poco tiempo, estaría todo listo. La intención es que todo el predio ferroviario pase a ser un polo nacional, que fue una idea de Mario Meoni, desde el momento en que asumió al Ministerio, y estamos eternamente agradecidos con él”, afirmó a este diario el presidente de la Coottaj, Pedro Rodríguez.
Y agregó que el objetivo, de acuerdo al proyecto, es restituir los talleres, con los socios de la cooperativa y el material a la órbita del Estado nacional,  crear en nuestra ciudad un polo ferroviario, que contemple capacitaciones, en conjunto con la Unnoba y el Colegio Industrial.
“Es la culminación de tantos años de lucha”, expresó el ferroviario. Es que la Coottaj funciona desde hace 27 años y se sobrepuso incluso al desguace llevado a cabo por las políticas neoliberales.
“Es una gran alegría. La empresa no tiene talleres propios y ahora va a tener un taller en funcionamiento”, destacó y adelantó que habrá una renovación de las máquinas y la tecnología con la que cuenta actualmente la Coottaj.

La subsistencia
Haciendo frente al achicamiento de los ferrocarriles en la Argentina, los talleres de Junín, a través de la Coottaj, se sobrepusieron a varios años de crisis económica y de recursos, y si bien estuvieron al borde de la desaparición, lograron subsistir y mantener oficios claves para la recuperación del tren. 
Tras la asunción de Meoni en el Ministerio de Transporte se realizaron diversas gestiones. Apenas designado, el ministro visitó los talleres y las actividades comenzaron a reanudarse con la asignación de trabajos de reparación de coches del Museo Nacional Ferroviario y otros patrimoniales, además de trabajos para Trenes Argentinos Cargas y concesionarias.
En su última visita a los talleres, Meoni expresó: “A mí me tocó ser concejal en 1991, cuando ocurrió el cierre de los ferrocarriles. Estuve en la puerta del ferrocarril, fui el único de los dieciocho concejales que estuvo, peleando por la necesidad de mantener estos trenes y los talleres operando, porque eran una fuente de desarrollo permanente de Junín. Pasaron los años y hubo un grupo de gente que mantuvo en pie la cooperativa. Hubo un grupo que durante 27 años ha estado trabajando todos los días, con mucho o poco trabajo, o con nada, pero estuvieron sosteniendo en pie la posibilidad de reinicio”. 

Vagones históricos
Rodríguez confirmó que la Coottaj concluyó con las tareas de acondicionar los nueve vagones históricos, que fueron intervenidos por los ferroviarios juninenses para que vuelvan a los rieles.
Entre ellos, aparece el que usó Juan Pablo II, cuando llegó a Argentina en junio de 1982, para trasladarse de Moreno hasta Luján, donde ofició una misa para más de 700.000 personas. 
Se trata del tren presidencial OF1 que fue comprado a Holanda en la década de 1950, a pedido de Juan Domingo Perón, una muestra de una de las épocas de esplendor de la industria, cuando la Argentina, con sus 47 mil kilómetros de vías, poseía una de las redes ferroviarias más extensas del mundo.
Entre el material rodante, además, se encuentran el vagón Pullman PA 412, también de origen holandés -marca Werkspoor- y otro del expreso “El Libertador”.
El proyecto, además, contempló la reparación del coche que utilizó el príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, en el año 1925 y que, justamente, paró en Junín, cuando se dirigía a Chile. Ese vagón había sido vandalizado casi íntegramente. 
Algunas de las reparaciones que se le efectúan a estos vehículos incluyen los aparatos de choque y tracción, instalación eléctrica, chapa y pintura. Y el aditamento y seguridad en el coche bar que corría en el ramal a Mendoza, que también se suma a la lista.
El objetivo que se busca desde Trenes Argentinos es generar un tren histórico itinerante que recorra el país y fortalecer el Museo Ferroviario que se encuentra ubicado en el barrio de Retiro.
“Con estos coches vamos a recorrer el país para poder llegar a cada una de las localidades contando la historia del ferrocarril, haciendo contacto con las escuelas, los alumnos y esto hoy es posible gracias al trabajo de Coottaj”, afirmó el presidente de la empresa Desarrollo y Capital Humano Ferroviario, Damián Contreras, en una visita a Junín.

"El Libertador" y el de Perón
Uno de esos vagones es el que fabricó la empresa holandesa Werkspoor en 1955 a pedido del tres veces presidente Perón, lo que se frustró con su derrocamiento ese mismo año.
El coche fue construido en Ámsterdam y originalmente era un Pullman con aire acondicionado, que fue modificado por artistas y artesanos holandeses que le incorporaron la tecnología más avanzada de la época, e incluía un salón de reuniones, dos dormitorios con baños y duchas, uno de ellos con bañera, y salas con escritorios.
Aunque Perón no llegó a utilizarlo, sí lo hizo el Papa Juan Pablo II durante su viaje a la Argentina en 1982 cuando llegó al país para intervenir en el conflicto del Atlántico Sur, para ir desde Moreno a Luján y luego desde esa ciudad bonaerense a la zona porteña de Once.
Otro de los vagones es una enorme sala de estar que integraba la formación de "El Libertador", que unía Buenos Aires con Mendoza, que tiene lujosas terminaciones en madera, butacones de cuero blanco y una barra de tragos.

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