Ricardo García Alfaro
Durante 35 años Ricardo García Alfaro fue el médico de Agustín Roca, donde dejó una huella imborrable.
RECONOCIDO PROFESIONAL

Ricardo García Alfaro: “Lo que soy en esta carrera se lo debo a Agustín Roca”

Fue el médico de Roca durante 35 años, donde dejó una huella imborrable entre los ciudadanos. Nacido en el seno de una familia de galenos, afirma que se siente conforme: “Creo que pude dejar bien sentado el apellido de mi padre”.

Podría decirse que Ricardo García Alfaro tuvo, desde siempre, estirpe de médico. Nació en el Hospital Centenario y en ese mismo lugar lo bautizaron. Allí estaba haciendo la residencia su padre, que por supuesto era médico. La misma profesión que tenía su tío y que más adelante siguieron su hermano y algunos primos. Inclusive, un tío abuelo suyo fue secretario académico de la Facultad de Medicina de Rosario.
“Evidentemente lo llevo en la sangre”, afirma hoy. Lo cierto es que, casi como un sino, siguió ese camino, se recibió, ejerció la profesión por cuatro décadas y durante 35 años fue el profesional encargado del Centro de Atención Primaria de la Salud (lo que antes era la sala de primeros auxilios) de Agustín Roca, donde dejó una huella imborrable entre los ciudadanos como el médico del pueblo.

“Yo seguí el ejemplo de mi viejo, que no lucró con la medicina”.

Médico
Si bien nació en Rosario -ciudad de la que era oriunda su familia-, tenía menos de un año cuando se trasladaron a Junín porque su padre tuvo una propuesta laboral: la de hacerse cargo de la atención en la vieja Asistencia Pública de la ciudad.
Ricardo se crio en el barrio Pueblo Nuevo, hizo la primaria en la Escuela N°3 y la secundaria en el Nacional.
Su padre tenía el consultorio en Rivadavia y Colón. Pero también hacía domicilios y muchas veces Ricardo solía acompañarlo. Entonces los pacientes solían decir: “Doctor, vino con ‘el doctorcito’”.
Cuando terminó su escolaridad se fue a seguir la carrera de Medicina a Rosario, donde se graduó como médico clínico. Trabajó un año en el Instituto Médico Regional de San Lorenzo y luego, a pedido de su padre, se trasladó a Junín a finales de los años 80 para ayudarle en la atención de su consultorio.

Regreso a Junín
Una vez aquí, García Alfaro empezó haciendo guardias en el hospital de Lincoln y en el Sanatorio Junín. Más adelante, siguió en los consultorios de Reconocimiento Médico del Ferrocarril. Al mismo tiempo, atendía en el consultorio de su padre.
Fue en 1981 cuando le ofrecieron hacerse cargo de la Unidad Sanitaria de Agustín Roca. “En ese momento atendía cuatro horas a la tarde, pero cuando asumió Abel Miguel se logró que estuviera abierta dos veces por día”, cuenta.
Más delante, cuando falleció su padre, dejó el consultorio y alquiló otro con un grupo de colegas.
Además, fue médico ad honorem en el servicio de Gastroenterología del hospital desde 1985 hasta 1999.

“Traté de hacer lo mejor posible, de superarme y aprender”.

Trabajo en Roca
El doctor Bulos, que lo precedió en Agustín Roca, atendía en su casa. Fue García Alfaro quien inauguró la casa del médico del pueblo. “La comunidad de Roca la construyó, solidariamente”, explica.
De aquellos años, recuerda que el teléfono en Agustín Roca funcionaba solamente desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche: “Después no había posibilidad de comunicarse. Y si pasaba algo a la noche había que resolverlo; me ha pasado de tener que cargar al paciente en el Fitito que yo tenía y traerlos para Junín”.
Fue una época que le dejó innumerables anécdotas. “Durante un tiempo tuve el Torino que era de mi padre -relata- y una noche me llamaron de urgencia por una mujer que estaba con un edema agudo de pulmón. La cargué en el auto a ella y a su hija, que fue todo el viaje rezando. Cuando llegamos me dijo que no rezaba por su madre, sino porque yo iba muy ligero”.
Esas actitudes hicieron que fuese alguien muy querido en el pueblo. “En Roca, cada vez que me golpeaban la puerta preguntaban ‘¿está Ricardo?’, porque yo no era el médico, era Ricardo, uno más de la comunidad”, ejemplifica.
Durante todo ese tiempo mantuvo, por su puesto, la atención en su consultorio. Inclusive a personas que antes habían sido pacientes de su padre. O sus hijos, o nietos.

“En Roca, cada vez que me golpeaban la puerta preguntaban ‘¿está Ricardo?’, porque yo no era el médico, era Ricardo, uno más de la comunidad”.

Balance
Cuando se retiró como médico de Roca, hace cinco años, el Concejo Deliberante de Junín le hizo un reconocimiento por los servicios prestados. “La verdad es que no me lo esperaba -asevera-, me parece que no soy merecedor porque uno hizo esto porque lo siente. Yo seguí el ejemplo de mi viejo, que no lucró con la medicina, y yo tampoco lo hice”.
El paso por esa localidad fue clave en su formación profesional y personal. “Roca es tranquilidad, la gente es muy solidaria”, afirma, para luego ampliar: “Lo que soy en esta carrera se lo debo a Agustín Roca porque me apoyaron mucho. Tan es así que me hicieron reconocimientos a los 15, a los 25 y a los 35 años de servicio en la ciudad”.
Pero debió dejar su lugar porque “hay ciclos que se cumplen”, dice y le dejó su lugar a otro colega. “Ahora el lugar está en muy buenas manos porque quedó el doctor Jorge Torviso, que es bárbaro”, remarca.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Estoy feliz porque van a llegar mis dos nietos: Bernardo en julio y Justina en agosto. Así que, mejor, imposible. Traté de hacer lo mejor posible, de superarme, estudiar y aprender de mis colegas. Estoy contento porque creo que pude dejar bien sentado el apellido de mi padre, que fue un excelente médico, algo que le han reconocido muchos y me lo han transmitido a mí y yo he tratado de sostenerlo con el tiempo”.

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