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En este contexto en el que el trabajo remoto llegó para quedarse, se abre la posibilidad de trabajar para otros países sin moverse, ya no de sus ciudades, sino que a veces ni siquiera de sus casas.
MIGRACIÓN VIRTUAL

Juninenses que trabajan para otros países: una tendencia que se acentúa

La pandemia potenció este escenario. Nuestra ciudad exporta servicios a lugares como Estados Unidos, Canadá, Brasil e Italia. Informáticos, diseñadores, traductores, son los rubros con más demanda, aunque también hay lugares para ingenieros y otros. En general, los argentinos son requeridos por su formación y calidad profesional. La capacidad de adaptarse es otra virtud que valoran en el exterior.

Un estudio realizado hace dos meses por la consultora Adecco señala que, “en este contexto de pandemia, en el que el trabajo remoto ha llegado para quedarse, se abre la posibilidad de contratar personal sin importar dónde se encuentre físicamente ubicado”. Y es a partir de este escenario que ya se comenzó a hablar de “migración virtual” al hacer referencia a los profesionales a los que la virtualidad les permite trabajar para otros países sin moverse, ya no de sus ciudades, sino que a veces ni siquiera de sus casas.
Esto también se percibe en Junín. De hecho, no son pocas las empresas y los profesionales que prestan servicios en otros países, en algunos casos de manera exclusiva, muchos de los cuales lo hacían antes de la pandemia por Covid-19, aunque las restricciones impuestas hicieron que se consolide y se profundice tendencia.
Algunos de esos empresarios y profesionales explicaron a Democracia cómo es trabajar para el exterior.

“La pandemia aceleró el proceso”
El reconocido consultor en recursos humanos Gustavo Nani observa que “hay mucha gente trabajando para el exterior, como es el caso de los informáticos, que lo vienen haciendo desde hace mucho tiempo”, y confirma que “la pandemia aceleró este proceso”.
Y así como en su oficina recibió consultas del exterior para hacer investigaciones sobre el mercado local, también entrevistó postulantes que hacían trabajos para afuera: “Vimos gente que hacía atención telefónica desde acá para otros países de habla hispana, hay un diseñador de Chacabuco que trabaja para España y una ilustradora hizo dibujos que, finalmente, fueron para Disney”.
Esto se enmarca en un contexto en el que la exportación de servicios creció en todo el país, lo que se ve plasmado en el crecimiento de plataformas y sitios especializados que vinculan esos trabajos, como Freelancer, UpWork, Workana o Fiverr. “En Junín hay casos de informáticos, comunicadores, diseñadores que están incursionando en el tema”, agrega Nani.
Según su experiencia, hay ciertas habilidades y formación que hay que tener en cuenta para lanzarse a esta posibilidad: “Lo primero es el tema del horario, a veces hay que trabajar desde las 4 a las 10 de la mañana o de 20 a 2 de la mañana, hay que adaptarse a eso. También tener una muy buena dicción e, inclusive, a veces es necesario conocer el español neutro”.

“Hay profesionales muy bien formados”
En el año 2011, Juan Pablo Gutiérrez, Nicolás Mosconi y Shadi Calcagni fundaron Simplex Software, una empresa que se dedica a desarrollar software a medida, que hoy se enfoca, principalmente, en portales tipo e-commerce, aplicaciones móviles y app sociales.
La empresa nació en Junín, los tres socios fundadores son nacidos y criados en la ciudad y egresados de la Unnoba. Hoy forman parte de la empresa unas 70 personas, 20 de las cuales están aquí y el resto trabajan desde CABA, Tucumán, Bariloche, San Martín de Los Andes, La Plata, Rosario, Córdoba; en definitiva, una industria a la que el trabajo remoto le permite crecer.
En el año 2014 hicieron los primeros trabajos para el exterior y actualmente casi la totalidad de sus desarrollos son para Estados Unidos y Canadá.
“La dinámica se logra construyendo una relación de confianza”, explica Gutiérrez sobre cómo es trabajar para otros países. Según su análisis, “lo fundamental es la comunicación y darle visibilidad a lo que uno está trabajando”.
Para Gutiérrez, conectarse con empresas de afuera tiene varias ventajas: “Con Estados Unidos y Canadá hay una cierta aproximación cultural, el argentino con el estadounidense tiene un vínculo cercano en ese modo. Para nosotros es clave el inglés, porque la comunicación es fundamental. Y las herramientas tecnológicas permiten lograr un muy buen trabajo, más allá de que no tengamos la presencialidad. Además, en cuanto a costos, somos competitivos con el mercado estadounidense”.
Puede resultar extraño que países de alto desarrollo como Estados Unidos y Canadá elijan mano de obra argentina. Para eso, Gutiérrez tiene una respuesta: “La escasez de recursos capacitados y formados es un problema en cualquier país. Estados Unidos va muy a la vanguardia y el mercado es muy competitivo, por eso se ven en la necesidad de tener que tercerizar sus equipos en otros lugares”.
Para el cofundador de Simplex, la ventaja que ofrece nuestro país “es que hay profesionales muy bien formados”. Y puntualiza: “Hemos tenido mucha experiencia de años previos cuando empresas como IBM se radicaron acá, lo que ayudó a hacer una base que después fue creciendo con la formación en universidades y demás. Hoy, la calidad de recursos en el país es una realidad. Está creciendo mucho la marca Argentina en calidad de ingenieros de software”.

“Trabajar en entornos sólidos”
Hace catorce años, cuando Francisco Vives abrió Clarolab, su empresa de desarrollo, testing y seguridad informática, el objetivo ya era trabajar para afuera. Aprovechó los contactos que había generado cuando hizo un máster en Administración de Empresas en España y sus primeros servicios fueron para el país ibérico. Luego, también ingresó al mercado estadounidense.
“En esos primeros años, la parte de recursos humanos no era tan sencilla porque la carrera en universidad recién estaba arrancando, así que era complicado conseguir gente adecuada para ese entorno, lo mismo que las conexiones a internet”, recuerda ante Democracia.
En la empresa, que empezó con él solo, hoy trabajan cuarenta personas.
Según dice, apuntar solamente a un mercado internacional va más allá de la posibilidad de cobrar en dólares: “Más importante que cobrar en otra moneda, uno ve la calidad de empresas con la que trabajamos, que están insertas en una economía que funciona. Hacer eso mismo acá es súper complicado. Eso es clave, porque todos hablamos del dólar, de la inflación y lo más importante es dónde están parados ellos: en entornos sólidos, con niveles de universidades tremendas y mucha calidad”.

“Somos osados y eso gusta”
Jimena Tobal forma parte del equipo de In Good Spanish, una agencia de traducción con sede en Mendoza que trabaja para clientes de Estados Unidos, Inglaterra y España.
“Es muy variado el trabajo porque tienen distintos enfoques, como puede ser de salud, de mecánica, de marketing, legales”, explica.
Si bien, según dice, la metodología de trabajo “es similar a la que se aplica con clientes locales”, el trato con agencias del exterior tiene cosas a favor y en contra: “Se requiere mucha precisión y son muy organizados, es raro que cambien algo que se acordó desde el principio, se cumple con lo convenido, son muy correctos. Y eso exige que se responda a todo lo que se pautó y de la manera en que se hizo. Como desventaja puedo decir que las tarifas no se actualizan desde que yo empecé a trabajar, en 2005. En dólares, quince años después es la misma. Ellos no tienen la misma inflación ni están sujetos a determinados vaivenes como nosotros, y hay trabajos que son muy complejos, se necesitan recursos más caros pero la tarifa ya está establecida”.
El momento de analizar por qué se eligen trabajadores de este país, afirma: “El traductor argentino es muy versátil”. Y luego profundiza: “Nosotros manejamos muchas variantes, desde el vamos ya le hacemos frente a cualquier cosa porque somos osados, eso gusta mucho. Además, les conviene económicamente. Y, generalmente, hay un muy buen nivel de profesional en esta actividad, las universidades son muy buenas”.

“El abanico es mucho más grande”
Martín Pozo es diseñador y también ejerce como ilustrador. Y aunque es freelance, trabaja en un equipo que se llama Somos Anfibio.
Entre sus trabajos, creó la marca para una parrilla de Lima, Perú, y realizó los elementos gráficos para un videoclip del artista mexicano Axel Muñiz, de la Warner Music.
Respecto de la dinámica de trabajo con el empresario gastronómico peruano, cuenta que fue todo mediante WhatsApp y mail: “Le hice la marca y para eso tuvimos un feedback en la que íbamos hablando de la búsqueda conceptual que yo había trabajado y él me devolvía su mirada y qué ajustes le podíamos ir haciendo. Así lo fuimos armando”.
Martín sabe que su actividad es una de las que más posibilidades ofrece para trabajar para otros países. “Lo más complejo es adaptarse a una cultura diferente -comenta- en el caso de Perú; estuvimos charlando mucho de esto, porque yo no quería caer en una estética inca que es algo bastante estereotipado, por eso hay que conocer más la idiosincrasia y captar la esencia de lo que se necesita”.
En ese marco, remarca que le gustaría hacer más trabajos para el exterior. “El abanico es mucho más grande, uno puede mostrar su trabajo en las redes sociales y diferentes plataformas y no se sabe quién está del otro lado mirando, lo que es muy interesante”, concluye.

La virtualidad y la agilidad
Alfonsina Robles es licenciada en Diseño industrial y se desempeña como freelance en un laboratorio de innovación, donde trabajan equipos multidisciplinarios con una metodología en la que el producto o servicio es la última etapa.
“Con la virtualidad estos procesos se pueden llevar a cabo de manera ágil. Podemos tener colegas en otros países y trabajar de manera conjunta”, señala Robles.
Según dice, las ventajas de los proyectos para el exterior es que se trabaja por objetivos y no por tiempo, esto significa que el valor “se basa en la experiencia y garantiza el trabajo terminado”.
En la actualidad, están en contacto con un empresario alemán que tiene la idea de innovar en el proceso de fabricación de mobiliario: “Vamos a formar un equipo, relevar la empresa, diseñar, iterar y prototipar virtual en 3D. Después él se encargará de la fabricación”.

“Estamos acostumbrados a desarrollar el ingenio”
Vinculado desde el inicio de su carrera laboral al ámbito agropecuario, en 2011 el ingeniero electrónico Nicolás Baricich diseñó y desarrolló un sensor para monitores de siembra. En 2019 vendió ese desarrollo a Brasil y más adelante a Italia.
Entonces, desarrolló el producto para su cliente brasileño y ahora lo fabrica una empresa carioca, para lo cual Baricich les vendió la licencia.
“Yo tengo el punto de vista del productor, ando arriba del tractor y conozco lo que hace falta. Por eso, tal vez pude hacer un desarrollo más optimizado”, explica.
Baricich cree que hay una causa por la que desde el exterior convocan a los emprendedores y desarrolladores argentinos: “Creo que nos buscan a nosotros porque, con tantos altibajos, nos tenemos que ir adaptando. Uno ve que en Brasil hay mucha gente trabajando para la parte técnica y eso acá no se puede hacer, por eso hay que buscar optimizar todo. Y estamos acostumbrados a eso, a desarrollar el ingenio al máximo”.
De acuerdo a su análisis, comercializar con empresarios extranjeros tiene ventajas comparativas. “Es tranquilo, llegás a un arreglo y se cumple -relata-; acá a veces te piden diez equipos, te pagan cinco y dependiendo de cómo vayan las cosas es cómo te dan el resto. En el exterior se cumple todo lo pactado”.

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