RECONOCIDO PUBLICISTA DE NUESTRO MEDIO

Héctor Becerra: Un pionero de la publicidad en la Región

Arrancó a los 16 años y poco después de sus 20 había profesionalizado la actividad en la ciudad y una gran zona de influencia. También se desempeñó en Buenos Aires y en Chile. Apasionado por el cine, dirigió dos mediometrajes hechos íntegramente en Junín.

Héctor Becerra es un pionero de la publicidad en Junín y la Región. No es que no existiera nada de eso cuando él se inició en este rubro, pero sí logró darle brillo y profesionalizar una actividad que, hasta entonces, era absolutamente incipiente.
De esta manera, tuvo su agencia, triunfó en el exterior, hizo escuela y se posicionó como un referente en el oficio.
Inquieto y creativo, su curiosidad también lo llevó a bucear por diversos espacios artísticos, siendo sus otras pasiones el dibujo, la fotografía, la animación y principalmente el cine, un ámbito en el que también abrió caminos al dirigir -con un gran esfuerzo- dos mediometrajes, hechos íntegramente en Junín.

“Irme al exterior me permitió progresar, tuve una revalorización”.

Primeros pasos
Becerra asegura que la facilidad que tiene para dibujar siempre le dio “cierta seguridad”. No obstante, cuando quiso que ese fuera su medio de vida, su padre se negó y terminó ingresando en el ferrocarril.
Pero su destino parecía estar claro. Fue así que a los 16 años ya había hecho su primer logotipo, que fue para el teatro La Antorcha. “Eso me empezó a fascinar”, afirma.
Hizo algunos otros trabajos similares y, después de hacer el servicio militar, entró en el departamento de Publicidad del periódico Semanario.
Al tiempo abrió la agencia Publikar, con Luis Cognini y Abel Santa Cruz. “Por el trabajo que hicimos terminamos cambiando el sistema de tipografía de plomo al offset en todas las imprentas de Junín y la región. Fue un gran avance”, explica. Entre sus clientes, estaba la Liga Agrícola Ganadera, al Banco Junín, la Sociedad Rural, el municipio, entre otros.
A sus 26 años se casó y se fue a trabajar a un estudio de publicidad en Buenos Aires, hasta que quedó golpeado por “una de las tantas crisis económicas de este país”. Regresó a Junín, tuvo otro breve paso por Semanario y luego abrió con su esposa Héctor Becerra & Asoc.

Al exterior
En 1989, una nueva crisis económica le generó inconvenientes y surgió la posibilidad de trabajar en Chile. Allá hizo animaciones, dibujó la versión alemana de la historieta Condorito e ingresó a AMW, una gran agencia que trabajaba para empresas multinacionales.
“Fue una experiencia hermosa, tenía muchas cosas a disposición e hice cursos, talleres y seminarios en la Universidad Católica. Ganaba muy bien. Empecé bocetando y llegué a ser jefe del taller de arte”, resume.
En 1994, decidió hacer su camino y abrió su propia agencia de publicidad, en la que llegó a tener una decena de empleados y grandes compañías como clientes, como Nestlé. Además, en ese tiempo daba talleres y seminarios en El Salvador, Guatemala, Panamá, Costa Rica y otros países.

“Yo digo que nunca trabajé porque siempre hice lo que me gusta”.

Regreso
En el año 98 “la cosa se planchó”. Y, al mismo tiempo, empezó a sentir el deseo de regresar a su ciudad, cosa que finalmente hizo en 2001. “En Junín empecé a recuperar clientes que tenía antes -recuerda-, volvieron a buscarme, así que retomé la actividad aquí. Fue como empezar de nuevo”.
Cuando la Unnoba abrió la carrera de Diseño, Becerra fue uno de los primeros convocados para dar clases.
“Si bien en Junín el trabajo se achicó, pude seguir con mi espacio en la publicidad, doy clases en la carrera de Diseño y en Ingeniería en Informática y, al mismo tiempo, tengo la posibilidad de hacer otras cosas: fotografía, pintura y, sobre todo, las películas”, resume.
Y, efectivamente, pudo desarrollar esa otra pasión por el cine nada menos que en nuestra ciudad.

“Yo hago obras, pinto, filmo y en el trabajo trato de poner alguna estética que tenga que ver con el arte, pero no puedo decir si yo soy un artista o no”.

Balance
Becerra sabe que fue, de alguna manera, pionero en la publicidad. “Antes había algunos que hacían cosas pero, en el formato que le dimos nosotros, de hacer una agencia y profesionalizarlo, hicimos punta en la región”, afirma.
Según dice, realizó su actividad con una profunda pasión: “Yo digo que nunca trabajé porque siempre hice lo que me gusta. El único tiempo en el que trabajé fue en el ferrocarril, el resto fue todo disfrute”.
Es que la publicidad fue el ámbito en el que también pudo desarrollar todo lo vinculado al arte que trae consigo. “Yo tenía inclinaciones artísticas y encontré en la publicidad algo parecido a eso”, afirma, para luego ampliar: “Están los puristas que dicen que la publicidad es comercial, pero el arte también lo es. Yo no digo que soy artista, yo hago obras, pinto, filmo y en el trabajo trato de poner alguna estética que tenga que ver con el arte, pero yo no puedo decir si yo soy un artista o no”.
Y al momento de hacer un balance, se muestra satisfecho por lo que pudo alcanzar: “Yo no tengo más que palabras de agradecimiento. Irme al exterior me permitió progresar porque en Junín nos vemos como vecinos y, al haberme ido bien afuera, tuve una revalorización profesional. Mi relación con mi señora, Mirta Bogey, ha sido extraordinaria, hemos crecido juntos y el haber estado en Chile nos fortificó, porque éramos los dos contra el mundo. Por eso, lo único que puedo decir es ‘gracias’, no sé si me merecía tanto”.

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