Pablo Giles (22), discjockey, cooordina el curso para DJs que la Dirección de la Juventud está ofreciendo en la UNNOBA.
Giles también es el encargado de enseñar lo relativo a la edición digital, el trabajo del audio en diferentes temas.
También están en el equipo de profesores Maxi Tamola, otro de los especialistas, quien enseña la parte práctica de mezclas y de equipos; Diego Coluccio, en lo inherente a los netamente técnico, y Franciso Sierra (Paco Maracaibo) también en enseñanza general de equipos, práctica y algunas nociones de ritmos.
«Esperábamos una convocatoria de no más de quince asistentes o inscriptos y nos encontramos con casi cincuenta inscripciones, lo que nos llevó a dividir el curso en dos», señala Giles, aún sorprendido gratamente por la gran respuesta al curso.
Cuenta que en la planilla de inscripción, a los interesados se le hizo una serie de preguntas. Muchos concurrían porque ya están en el tema y vieron la posibilidad de perfeccionarse. Y otros, muchos también, a los que la propuesta les interesa, pero nunca encontraron quién les enseñara, les diera una mano y les explicara de qué se trata, ya que no hay carrera o cursos locales sobre la especialidad.
«Los chicos que vinieron son todos de nuestra ciudad -señala Giles-, no hay ninguno de la región. Sé que hubo quienes averiguaron, pero como el curso era complejo y por tres días...»
Aportó un dato interesante: los que concurrieron a las clases de DJ tienen un promedio de quince a treinta años.
Las cuatro materias son edición digital, práctica, teoría y equipamiento, todo se da en simultáneo. «Así que mientras se van enseñando los distintos conectores que llevan los equipos y la parte técnica, Paco Maracaibo, por ejemplo, habló de los tiempos, profundizó un poco sobre la música. Es como una introducción, porque no necesitamos saber como si fuésemos profesores de música», ilustró Pablo.
Recursos
Acerca del capital mínimo que necesita un chico para trabajar de DJ, Pablo respondió que, «en la parte que doy yo, el interesado debe tener la posibilidad de contar con una computadora donde pueda grabar un CD virgen para grabar los archivos y para las modificaciones que les vamos haciendo. En cuanto al aprendizaje, soy autodidacta. Yo aprendí yendo a pasar música a fiestas y ahora me dedico a los boliches. Es decir actualmente lo llevo a la práctica, aunque nunca tuve la posibilidad de comprarme una compactera con los equipos profesionales de discjockey».
Para tener elementos profesionales que sirvan de cara a lo que va a ser la profesión se necesita, como mínimo, arriba de los tres mil pesos, calcula el entrevistado. Pero en el caso de que el postulante quiera dedicarse a fiestas, hay que calcular más de seis mil pesos de inversión mínima.
«Yo paso música en boliches, donde lo único que se pone es el material de música, es decir los discos compactos, porque el equipamiento ya está montado en el lugar», aclaró.
Cómo se hace
En la computadora, la edición musical es la posibilidad de ver gráficamente un tema de audio. Ver las ondas sonoras en los distintos canales. Trabajar en cortar y pegar fragmentos de temas para transformarlo en lo que sería un remixado, que es lo que ya conocemos de algunas versiones distintas de algún tema.
Es decir que, a una versión original se le pueda agregar elementos sonoros o efectos como para transformarlo en algo ligeramente diferente de la versión original. O bien cortar y pegar para achicarlo, para construir una versión más sintética del tema.
«El trabajo que les estoy haciendo hacer a los alumnos -dijo el DJ- es el de ir cortando de un tema de tres o tres minutos y medio (el promedio normal), para llevarlo a la mitad, que es más o menos lo que trabaja un discjockey: no dejar los temas enteros. Se trabajan seis o siete temas conformando un «set», o sea un paquete, un compilado, un remixado de esa media docena de temas».
«Se trada de darles a los chicos la capacidad de que puedan armar un compilado de fragmentos de temas y que se mantenga en un estilo. Es decir, quien eligió rock que sea (un remixado) de rock’ el que eligió música electrónica, que sea de eso», apuntó.
Sobre el tiempo promedio que lleva hacer un compilado de temas, Pablo señaló que «lleva, como mínimo, una dedicación de una hora por tema, para revisar que quede bien pegado, que no aparezcan anomalías bastante contrastantes del tema, que se vea cómo aunar los golpes, que es lo que estudian con Paco Maracaibo.
Después viene lo del emsamble, es decir cómo juntar todos los fragmentos en un todo».
«A mí, un set de media hora me lleva hasta semanas hacerlo, bien milimétricamen-te e ir puliéndolo para que no queden detalles desprolijos que sean perceptibles al oído», dijo.
Al preguntarle cómo salva los baches que se puedan producir, respondió que «se trabaja con el ‘pitch’, que es frenar la velocidad del tema y eso lleva a normalizarlo para que quede parejo con otro ritmo, los golpes al mismo tiempo. En nuestra jerga eso se llama ‘cuadrar el tema’. Si es una canción muy cantada, mediante filtros se distorsiona la voz y se agregan otros efectos para realizar el ensamble», explica.
Durante una noche de trabajo en un boliche, ¿se repiten los temas, y cuánto?, quiso saber este diario.
«En mi tarea en confiterías -señaló- trabajo con temas individuales. Es muy raro llevarte un ‘set’ preparado; se hace lo que se llama un ‘set en vivo’. Es decir pasar música en vivo y ensmblarla en tiempo real. La idea es siempre no repetir los temas». Agrega Pablo que su horario en boliches va entre las cuatro y las cinco horas, siempre mezclando en vivo la música.
Los efectos
Democracia quiso saber qué es los que más piden los alumnos que les enseñen.
«Los efectos», respondió de inmediato. «Apenas entramos al salón el primer día del curso, pedían por los efectos, cómo se hacen... Medio se te va de las manos el frenarlos, hacerles entender que hay que ir de a poco. Es que, una vez abierto el programa, se encontraron con muchas cosas, y quieren investigar e ir explorando. Que también es una buena vía eso de explorar los efectos. Aparte, porque el software está en inglés. Así que en la exploración se van reconociendo los efectos y los nombres que tienen».
Sobre cuáles son las fuentes para ir acopiando un archivo de música, el entrevistado apuntó que existen varias posibilidades.
«Una, se compran, aunque eso significa un presupuesto bastante elevado. También se compran novedades, que vienen en ‘paquetes’ de música, vía Internet, que generalmente se les vende a las radios. O un recurso, que no es legal, de ‘bajar’ los temas de Internet. con programas que efectúan la descarga libre de música.
Cuando llegué al curso para empezar pregunté si habían traído algún CD para trabajar, y varios respondieron que ya habían ‘bajado’ material de Internet. Los chicos saben que allí tienen una herramienta fabulosa a mano», subraya.
Las preferencias
Se le pidió que defina las preferencias de los jóvenes aspirantes a DJs. «La mayoría elige la música electrónica, en sus distintas variantes. Esto les llama más la atención que mezclar con discos de vinilo, que es lo que hacen los DJs internacionales, ‘pinchando’ los discos. Pero en Junín no se usan porque significa un presupuesro muy elevado», explicó.
«También hay chicos que están trabajando con rock, y hasta con cumbia. Los más chicos, con cumbia villera».
¿En una misma noche, se puede mezclar música electrónica, rock y cumbia villera?, quiso saber Democracia.
«Depende», respondió. «En la confitería a mí me toca pasar por todos los rubros. El discjockey de Junín es multifunción, porque no existen boliches que se dediquen a un solo tipo de música.
El público es muy variado. Generalmente se arranca con rock, tanto nacional o internacional, y se atraviesan varios pasajes hasta llegar a lo que es hoy el reaggeton, para terminar la noche». «O sea, muchos de los chicos que están en boliches, trabajan en reggaetón y la cumbia. Y los otros, que apuntan a ser DJs profesionales y están en boliches, trabajan más la música electrónica. Esos son los perfiles», finalizó el DJ.
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