RECONOCIDO BOXEADOR

Lucas Matthysse: “Los mejores recuerdos de mi carrera profesional son de Junín”

Nacido en Trelew, vivió más de diez años en nuestra ciudad, a la que evoca con mucho cariño. Fue campeón mundial wélter de la AMB. Días pasados, la Fundación Konex lo distinguió como uno de los cinco mejores pugilistas de la década.

Aunque no descarta plenamente que, tal vez, pueda volver a ponerse los guantes, el exboxeador y excampeón mundial Lucas Matthysse hoy está en otra etapa de su vida. Hace un tiempo que se instaló en su Trelew natal y pasa largas jornadas de pesca, excursiones o trekking, con sus amigos o su familia, bastante lejos de los cuadriláteros.
La vuelta a su ciudad parece haber traído aparejada una transformación más profunda. Pasó del ruido y las luces de Las Vegas al silencio y la magnificencia de los lagos y los bosques patagónicos, en un regreso a su terruño pero también a su mundo interior, aquel que forjó de chico en el barrio Planta de Gas, jugando con sus amigos y hermanos en el basural, en la cantera o en la laguna. Antes de esto, recorrió un camino que lo tuvo viviendo en Junín durante más de diez años y en el que cosechó varios títulos para convertirse en uno de los pugilistas argentinos más importantes de la década.

Primeros pasos
Iba a ser difícil que Lucas Matthysse no se calzara los guantes: su padre y su tío eran boxeadores, también su hermano mayor. Y fue justamente para acompañar a Walter que a los once años empezó a ir al gimnasio.
Con las primeras exhibiciones se fue enganchando cada vez más. “Yo no le daba importancia a la escuela, andaba en la calle y volvía a la noche, el boxeo me centró bastante, me acomodó y me enseñó a tener disciplina”, recuerda hoy en diálogo con Democracia.

Lo más importante que me enseñó el boxeo es a tener disciplina. Lucas Matthysse. Exboxeador.

Y me enseñó a valorar a la familia y lo que pude conseguir. Lucas Matthysse. Exboxeador.

El camino fue largo y sinuoso. A los 14 años hizo mi primera pelea, en Ushuaia, y la ganó. Después de algunos combates más en Trelew, se mudó a Santa Fe y residió en Esperanza, en Rafaela y en Vera, donde conoció al Chino Maidana.
A los 16 años fue subcampeón argentino y lo convocaron para integrar la selección nacional, entonces se mudó a Capital, se instaló en el Cenard y vivió cinco años en Buenos Aires. En ese contexto, participó en los Juegos Panamericanos de 2003 en Santo Domingo, República Dominicana.

Profesional
Con 21 años decidió pasar al profesionalismo y ganó 27 peleas consecutivas.
Llevaba cinco o seis cuando se vino a Junín. “Mi hermano estaba con Mario Arano -cuenta-, así que tomé la decisión de ir, porque me pareció que iba a ser mejor que estar en Trelew”. Era el año 2005.
Su primera derrota fue con Zab Judah, “que era excampeón mundial y un boxeador terrible”. Se recuperó, le ganó a DeMarcus Corley y después, otra vez en Estados Unidos, fue vencido por Devon Alexander. “Ahí me volví a bajonear, pero puse todo de mí y salí adelante”, afirma.
Siguieron los triunfos ante Sergio Omar Priotti y Ángel Martínez: “Y después tuve la que me dio el boleto a los grandes combates, con ‘La Zorrita’ Soto, porque ahí empezó mi carrera fuerte en los Estados Unidos”.
Ganó tres más en ese país y perdió la siguiente con Danny García, nada menos que en el MGM, como semifondo de Floyd Mayweather.

Yo no le daba importancia a la escuela, andaba en la calle y volvía a la noche, el boxeo me centró bastante y me enseñó a tener disciplina.

Siguieron otros tres triunfos: John Molina Jr. -que fue galardonado como el “Combate del Año” por la revista The Ring-, Roberto Ortiz y Ruslan Provodnikov. Entonces, una derrota con Viktor Postol le impidió acceder al título mundial vacante de la CMB.
“Después de esa pelea dije que no iba a boxear más, pensé que había terminado mi carrera. Pero descansé un año, empecé a entrenar y de pronto salió una fecha y me preparé para volver”, explica. Las últimas dos victorias fueron ante Emmanuel Taylor y Tewa Kiram, esta última le valió el Título Mundial wélter de la AMB. Hasta que llegó el que sería su último combate, el 15 de julio de 2018, contra el filipino Manny Pacquiao: “Me dolió mucho porque no hice lo que tenía que hacer, pero hay días en los que no salen las cosas, no sé qué me pasó pero cuando me conectaba un golpe se me aflojaban las piernas, así que no era mi día”.

El box
Más allá de algunos vaivenes, la trayectoria de “La Máquina” fue extraordinaria. Tanto que la Fundación Konex acaba de galardonarlo como uno de los cinco mejores pugilistas de la década 2010-2019 (ver recuadro). “Estoy contento con la carrera que hice, gané muchos títulos, no sé si será mucho o poco, pero di todo”, señala.
Aunque hoy está en otra etapa de su vida, sigue yendo al gimnasio. “Me gusta pegarle a la bolsa, yo me siento bien, pero hay que entrenarse mucho, tengo ganas de pelear pero hay que prepararse”, advierte.
Y remarca que nuestra ciudad está presente en su corazón: “Los mejores recuerdos de mi carrera profesional son de Junín, compartiendo el gimnasio con todos los pibes, había un grupo muy lindo y éramos todos muy compañeros. Extraño esos momentos que pasamos juntos en los entrenamientos”.
Es que fue el boxeo el que lo trajo hasta aquí, una actividad que, según dice, le enseñó mucho: “A medida que uno se va metiendo en el boxeo lo va sintiendo cada vez más propio. Es un deporte duro, pero uno se prepara para recibir los golpes, así que eso también se disfruta, aunque parezca mentira. Lo más importante que me enseñó el boxeo es a tener disciplina. Hace dos años que no peleo y me sigo cuidando y respetando lo que hice. Y me enseñó a valorar a la familia y a las cosas que uno pudo conseguir”.

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