La cuarentena decretada por la pandemia de Covid-19 lleva casi ocho meses y, si bien en todo este tiempo se fueron dando algunos cambios, se pudieron flexibilizar algunas actividades y otras se fueron acercando a cierta normalidad, lo cierto es que todavía hay rubros que siguen sin poder desarrollarse.
Para algunos sectores, son más de 230 días sin poder trabajar, sin ingresos y, adicionalmente, contrayendo deudas o descapitalizándose.
Jardines maternales, salones de eventos y de fiestas infantiles, disc jockeys y centros culturales son algunos rubros que continúan sin reabrir. Otros, como los hoteleros y las agencias de viajes y turismo, empiezan a tener algún movimiento, aunque todavía es menor.
“Es angustiante”
Del rubro de los eventos dependen no menos de 200 familias de nuestra ciudad, entre dueños de salones, disc jockeys, catering, decoradores, fotografía, filmación, organización, alquiler de livings, vajilla y cubresillas. “Y, en general, todos están mal”, señala Emmanuel Corna, propietario del salón Boulevard.
Los que se dedican a estas actividades están haciendo malabares para sostenerse.
“La mayoría nos estamos achicando -agrega Corna- yo vendí la camioneta porque no podía pagar más la cuota, estaba alquilando y me fui a vivir provisoriamente a lo de mis padres, sé que hay disc jockeys que se deshicieron de algunos equipos, y la mayoría está viviendo de otra cosa: conozco gente que corta pasto, hace herrería, delivery de comida. Hay gente que está endeudada y, mientras trabajaba, podía pagar, pero ahora le está creciendo la deuda”.
Es que, aun con los lugares cerrados, siguen acumulando los gastos fijos: alquiler, servicios, pago de sueldos, aunque en este último caso está la ayuda del Gobierno con los ATP.
En ese contexto, muchos siguen adelante porque esperan que esto se reactive en algún momento. “En un principio no esperábamos que fuese tan largo, pero a medida que se fue extendiendo el tiempo, ahora parece que está más cerca”, señala Corna, para luego añadir: “
Además no es fácil desarmar un lugar, porque tenés un montón de metros de cables, equipos, mantelería, vajilla, heladera, horno, freidora, entonces yo debería alquilar un galpón para guardar las cosas. Y también está el tema no menor de que sería un golpe psicológico muy grande tener que cerrar un negocio que me costó veinte años de esfuerzo”.
Corna tuvo la suerte de abrir una pollería un mes antes de la cuarentena, lo que le permite asimilar este momento.
En cuanto al trabajo en el rubro del esparcimiento, comenta que hubo una reunión con autoridades comunales, a partir de un petitorio que presentaron, y se lograron algunas cuestiones, “como que se contemple el pago de tasas municipales tanto para los salones como para las casas de los trabajadores del rubro”.
Lo que creen que falta es una ayuda económica extra. “Eso es urgente, hay gente que sacó el crédito que daba AFIP, tiene que empezar a pagarlo en diciembre y todavía no está trabajando”, alerta el empresario. Y luego concluye: “Uno hace años que está en esto, ve lo que se vive en las distintas actividades, y es angustiante. Nosotros queremos trabajar, no queremos que nos regalen nada, pero necesitamos ayuda del estado”.
“Un golpe de knock out”
Con décadas de trayectoria como disc jockey, Fefo Pérez advierte que es “un momento muy difícil” el que se está atravesando en su actividad. “Nosotros ya veníamos con una crisis que estaba afectando a nuestro rubro, había fiestas más bien menores, así que esto fue la gota que rebalsó el vaso”, asegura.
Aun cuando con su socio, Polo Salaverri, tienen años de trayectoria con una experiencia que les permitió sobrellevar este proceso de manera más o menos ordenada, afirma que la cuarentena “fue un golpe de knock out”.
“Personalmente, cambié el chip, empecé otro trabajo”, comenta Fefo, que ahora es transportista de un correo y Polo hace trabajos de programación.
Y si bien no le cierran la puerta a la posibilidad de volver a dedicarse a pasar música, sabe que esto no se va a dar de un día para el otro: “Hay que pensar que, aun cuando esté la vacuna y se retome cierta normalidad, va a pasar un tiempo hasta que la gente o las empresas decidan volver a hacer fiestas, así que la recuperación va a ser lenta y uno se tiene que reinventar para pasar este trance, porque no va a ser como antes. Pasa por una construcción mental también”.
“El panorama es complicado”
Tal como consignó en su momento Democracia, en Junín ya cerraron, al menos, tres guarderías en Junín. Es que la imposibilidad de mandar a los chicos hace insostenible la conservación de estos emprendimientos.
Lorena López, responsable del jardín maternal “Sonrisas”, cuenta que estuvo a punto de cerrarlo definitivamente porque, al estar tanto tiempo cerrado, los padres tuvieron que contratar niñeras, entonces no podían seguir pagando. “Hasta agosto me siguieron pagando, pensando que en algún momento se iba a reabrir”, dice. Y cuando tenía todo encaminado para bajar la persiana, llegó el programa de ATP del Gobierno, que le permite pagarle la mitad del sueldo a las maestras que trabajan con ella.
“Hoy en día, los padres de cuatro nenes me siguen pagando la cuota, lo que me sirve para pagar el alquiler y los servicios. Ellos lo siguen pagando porque fueron otros hijos de ellos antes, nos conocemos desde hace años y pueden hacerlo. Pero es una situación terrible”, analiza.
Por eso, la idea de cerrar sigue latente. “Si el ATP lo extienden hasta diciembre, como dicen, podríamos seguir -añade-, pero si no nos habilitan para funcionar después, no sé qué va a pasar. Tenemos abierta la inscripción para el año próximo, pero si no nos lo permiten, no podemos hacerlo”.
Finalmente, López asevera que “el panorama es complicado”. Y concluye: “Calculo que el año que viene nos va a ir bien, pero no sabemos, es día a día. Porque los padres tienen que tomar confianza otra vez para dejar a los chicos en un jardín maternal”.
“No hay políticas claras”
El arte, en todas sus manifestaciones, es una de las actividades sobre la que más está impactando la pandemia. Javier Mattioli, responsable del centro cultural Dadá, cuenta que tuvo que cerrar su espacio en marzo y desde entonces no pudo volver a abrir ni desarrollar ninguna propuesta. Mientras tanto, deben seguir pagando alquiler y servicios.
Algunos meses atrás se presentaron y calificaron para dos programas que lanzó el Ministerio de Cultura de la Nación en este contexto de pandemia: el Fondo Desarrollar, que tiene como objetivo contribuir a la sostenibilidad de los espacios culturales, y el Plan Podestá, que apunta a la preservación del teatro independiente argentino ante la situación de emergencia. “Con eso logramos pagar algunos meses de alquiler, pero estos programas terminaron y ahora volvemos a tener los números en rojo”, señala Mattioli.
De los talleres que daban, continúan con solamente dos, que son a la gorra, es decir que de los que participan pagan lo que pueden. “Lo seguimos haciendo porque es una retribución para la gente que siempre nos apoyó y porque les hace bien”, agrega el actor y director teatral.
Una forma de recaudar fondo para hacer frente a los gastos fue la organización de una pizzeada. “Como quedamos otra vez en cero -explica Mattioli-, decidimos aprovechar que hay mucha gente que nos sigue y estamos haciendo pizzas para vender. Con eso nos fue muy bien y la idea es hacerlo una vez por mes como para pagar el alquiler y dejar de poner dinero de nuestro bolsillo”.
En tanto, el grupo de trabajo de Dadá está pensando en hacer funciones al aire libre a partir de enero, ya que no se puede en ambientes cerrados: “La idea es llevar propuestas infantiles y para grandes y pasar la gorra. Es una forma de hacer algo por la gente de Junín y, al mismo tiempo, ver si eso nos puede ayudar a sostener el espacio”.
El panorama, según su visión, es complejo: “Los artistas estamos un poco acostumbrados a estas crisis. Creo que es momento de reivindicar al arte porque la luchamos siempre. La comunidad cultural de Junín está muy preocupada porque no hubo acciones a nivel local. El lunes nos convocaron a la Laguna porque se va a hacer un acto para la entrega de un dinero que otorgó la Provincia de un fondo para el desarrollo de la cultura y el turismo. Junín recibió 3,5 millones de pesos hace más de dos meses y recién ahora lo van a entregar. El panorama es complicado porque no hay políticas claras que nos permitan sostenernos”.
“El sector está muy golpeado”
La hotelería es otro de los sectores fuertemente golpeados por esta crisis. Tanto que dos firmas muy reconocidas, como el tradicional Hotel Copahue y el Hotel Azul, cerraron definitivamente sus puertas.
No obstante, después de varios meses sin trabajo, empieza a haber un leve movimiento en el rubro. Así lo confirma Juan Víctor Casella, propietario del hotel El Descanso y titular de la Cámara Hotelera Gastronómica: “Las necesidades de distintas actividades consideradas esenciales hizo que, de a poco, empezaran a abrir los hoteles y a trabajar. Hoy podemos alojar a alguien que tiene un problema de salud y trabajadores esenciales, aunque es muy poco lo que se está haciendo”. En efecto, el nivel de ocupación está apenas por encima del 10%, en comparación con la época prepandemia.
Como quedó dicho, en este rubro que involucra a más de cien familias, algunos bajaron sus persianas definitivamente, otros siguen cerrados aunque estiman poder volver a trabajar en el futuro, “y los que están abierto, por lo menos pueden ir soportando esta cuarentena eterna”, señala Casella. Y puntualiza: “El sector está muy golpeado y es algo que pasa en toda la provincia de Buenos Aires”.
Y en cuanto a las perspectivas de cara a la próxima temporada, Casella explica: “Lo que se sabe es lo que se anunció. La semana próxima tenemos una reunión con los funcionarios municipales para tratar el tema de los aforos que se van a permitir. Si se liberan las rutas y salimos de esta cuarentena, esperamos trabajar un poco más de lo que lo estamos haciendo hoy. Uno siente un gran ahogo y el hecho de no saber cuándo la gente va a poder viajar y cuándo y cómo nosotros vamos a poder recibirlos genera mucha incertidumbre”.
“Tuvimos que usar los ahorros”
Y si de sectores golpeados se habla, el del turismo es uno de los principales. Juan Pablo Mastrángelo, propietario de la agencia de viajes Road Map, indica que, luego de varias semanas en las que se dedicaron a ayudar a regresar a los pasajeros que estaban en el exterior y a reprogramar los viajes que ya tenían vendidos, en los últimos meses se dedicaron a mantener la firma de su newsletter y en las redes sociales, como para mantenerse activos y mantener su presencia.
Mientras tanto, no podía vender más viajes y debían seguir pagando alquiler, impuestos y servicios. “Para eso tuvimos que recurrir a los ahorros”, explica.
Lo cierto es que, a partir del lanzamiento del programa “Previaje” -que permite recibir el 50% de los gastos a modo de crédito para realizar más compras en el sector turístico- empezó a haber otro movimiento en las agencias. “Por lo menos tenemos unas cuantas consultas”, se entusiasma Mastrángelo. Según dice, el interés está puesto en el turismo interno: “El destino por el que más nos preguntan es Calafate y Ushuaia, y después Cataratas, Salta y Bariloche”.
No obstante, Mastrángelo anticipa que este será “un verano raro”, y agrega: “Suponemos que el movimiento de esta temporada va a ser de turismo interno, por ahí puede haber algo del Caribe, donde se está trabajando muy bien, y habrá que ver qué pasa con Brasil, pero a esto hay que sumarle qué va a pasar con la gente porque, aun cuando se habiliten, habrá que ver si se anima a hacer viajes a otros países”.
Por último, el propietario de Road Map destaca el trabajo conjunto que están haciendo las agencias de turismo locales: “Más allá de que seamos competencia, está buenísimo juntarnos y hay muy buena onda con los colegas. Además, eso nos nutre, aprendemos mucho de los colegas de Finisterre, de Rigazzio, de Junintur. Y estar asociados nos sirve porque, trabajando en conjunto como sector, el sol sale para todos”.
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