Si de algo sabe Sandra Pirani es de momentos duros y de cómo salir adelante. Es por ello que hace muchos años para sobrellevar una pérdida irreparable en su vida abocó sus días al merendero Los Dragoncitos, para intentar cambiar la realidad de los chicos del barrio.
Hoy, con un espacio propio en la esquina de las calles Ricardo Rojas y Etchepare, Sandra les da la merienda a los niños del barrio.
Si bien la pandemia puso en jaque los encuentros en merenderos y comedores, hoy los chicos pueden acercarse a buscar su merienda o asistir en pequeños grupos, según indicó Sandra a Democracia.
Las necesidades no descansan
En la pandemia, las necesidades de muchas familias solo se acrecentaron ante la profunda crisis que trajo aparejada la cuarentena.
“Cuando recién empezó la pandemia hicimos viandas para que los nenes se llevaran, pero ahora ya estamos en el merendero los lunes, miércoles y viernes, de 15.30 a 16.30”, contó Sandra.
“Lo hacemos con todos los protocolos y en grupos de cinco o seis, con barbijos. Algunos nenes se llevan la merienda a la casa y otros la toman en el merendero, según lo que decida la mamá”, aclaró.
Mientras tanto, tratan de reacomodarse lentamente para que los chicos puedan continuar recibiendo su merienda.
“Hoy lo que necesitamos es esencialmente leche, azúcar y galletitas”, cuenta Sandra, aunque también son bienvenidas las tortas, las facturas, para cambiar el menú de las tardes.
“Seguimos firmemente el protocolo y tenemos alcohol en gel. Los chicos se lavan las manos, ellos no se amontonan. Toman la leche y se van porque solo hay una hora para que estén acá”.
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