La falta de actividades, de ideas y el agotamiento generado por la cuarentena en la pandemia llevó a que muchos padres se volvieran algo más permisivos en el uso de dispositivos para con sus hijos, lo que provocó una mayor dependencia en los últimos meses.
La atracción por las pantallas, ya sea celulares, computadoras, tablets, no es novedad, pero lo cierto es que en tiempos de pandemia, sin muchas otras actividades disponibles para entretenerse, su uso se multiplicó al punto de que niños y jóvenes viven conectados las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Democracia consultó a la psicóloga Micaela López, quien destacó no solo lo excepcional de la cuarentena sino que además llamó a pensar en la alarmas que surjan de cara al desafío en la vuelta a la rutina, una vez que pase la pandemia.
El contexto
“Para poder pensar en la relación de los chicos con la tecnología, no podemos dejar de analizar ni de transmitir a los chicos que el contexto de la cuarentena es algo excepcional, por lo cual no podemos pensar que esa relación debería escapar de esa excepcionalidad”, explica López.
“Es por esto que dentro de esta situación de aislamiento social, en la que debemos reinventarnos, tendremos que analizar cómo se fue trasformando la relación entre ese niño/adolescente y los objetos tecnológicos. Seguramente no ocupan el mismo lugar ahora que antes, aunque no para todos ocupen el mismo lugar, así como tampoco para todos representó lo mismo la cuarentena”.
Lo que sí sabemos, destaca, “es que la tecnología pasó a ser la gran protagonista. Gracias a ella se pudo sostener el vínculo con el exterior. Con la escuela, el club, los amigos, la familia no conviviente y en muchos casos aliviando la angustia frente al encierro”.
Ante la pregunta de si esta “forma de vida” creada para sobrevivir a la pandemia no resultará un problema a la hora de que los chicos tengan que volver a sus rutinas anteriores, asegura que “claramente resultará un desafío en el que los adultos tendremos que trabajar con mucha paciencia. Y para esto nada mejor que transmitir a partir de lo afectivo, de revivir situaciones de encuentros con los otros, en la que los chicos hayan disfrutado, como las reuniones con amigos, con familiares, la vida al aire libre, el espacio irremplazable de la escuela, a partir de anécdotas vividas y emociones compartidas”.
Aún así asegura que será necesario prestar atención a señales de alarma como si se niega a hacer actividades presenciales que antes eran habituales (deportes, tareas escolares, etc): “En este caso tendremos que plantear nuevamente rutinas y límites, que ayuden a romper con esta relación entre ellos y el uso de la tecnología”.
Para esto, claro, será más fácil, “si en este tiempo, a pesar de la flexibilidad que demanda esta situación extraordinaria, es posible conservar ciertas rutinas y realizar algunas actividades recreativas, que por momentos dejen por fuera el uso de aparatos tecnológicos. Tanto ahora como después, el tiempo que le dediquemos a mostrarles otras propuestas, en las que siempre hay un otro y un vínculo involucrado, aunque resulte difícil frente a la gran atracción que representa la tecnología, tendrán su encanto insustituible."
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