Luis Méndola se formó con los pioneros de la carpintería y, con esfuerzo y dedicación, abrió su propio taller.
RECONOCIDO CARPINTERO LOCAL

Luis Méndola: “Somos pocos los que quedamos de la vieja guardia”

Es uno de los referentes de su oficio y en el uso de la madera. Se formó con pioneros de la actividad y se esforzó para hacer su propio camino. Afirma que hoy “se está perdiendo el trabajo elaborado” porque “está todo más estandarizado”.

Durante los seis años que fue a la primaria, Luis Méndola salía de su casa de Sarmiento y Libertad para ir a la Escuela N°18 y cada día pasaba por delante de la carpintería de José Iurecia, un italiano que fue uno de los pioneros en el oficio, y ahí solía pararse a ver las máquinas, su funcionamiento y cómo volaba la viruta. “Tenía dos puertas grandes que estaban siempre abiertas y yo husmeaba para adentro”, recuerda.
Tal vez haya sido eso lo que le atrajo de esa actividad. O las visitas que solía hacer con su padre al taller de su tío abuelo, donde jugaba entre las herramientas.
Lo cierto es que la ilusión se convirtió en vocación y luego en su oficio, el que abrazó con pasión y en el que, con los años y la experiencia, se convirtió en un referente.

Primeros pasos
Méndola nació en Junín y vivió siempre en Villa Belgrano. Es el mayor de tres hermanos, hijo de un ferroviario y una empleada del área de Hemoterapia del Sanatorio Junín. Cuando terminó la primaria, empezó el secundario en la Escuela de Artes y Oficios “Yapeyú” y, cuando esta institución se cerró, pasó al Industrial.

No hay materia prima de primera como la de hace cuarenta años. Luis Méndola. Carpintero

Somos pocos los carpinteros que quedamos de la vieja guardia. Luis Méndola. Carpintero

Para ese entonces ya tenía la decisión tomada de dedicarse a la carpintería y la de Iurecia fue la primera en la que trabajó, cuando todavía estaba haciendo el secundario en el Industrial por la noche. “Ahí se hacía más muebles que trabajos de obra”, explica.
Estuvo poco más de dos años, en los que aprendió lo más importante del oficio y luego pasó a trabajar con Emilio Giannoni, que tenía una carpintería en su casa. “Eso creo que me llevó a mí a hacer lo mismo, porque siempre trabajé en talleres que estaban dentro de la casa”, comenta.
Cuando Giannoni falleció, en 1977, terminó algunos trabajos que estaban pendientes y Pedro Sánchez le ofreció parte de su carpintería para que trabajara con él. Ahí estuvo hasta 1983.

Su propio camino
Por esos años Méndola había tomado una decisión: iba a seguir su propio camino y abrir su taller. Pero su plan incluía una parada intermedia: entrar al ferrocarril y trabajar ahí tres años, lo que le iba a permitir tener un sueldo y tiempo para acomodarse.
“Mi viejo, que fue ferroviario toda su vida, no quería -recuerda- porque suponía que ahí me iba a aburguesar, que a muchos les había pasado de conformarse con un sueldito, pero yo lo hice igual con la idea de estar ahí hasta que pudiera armar lo mío”. Y así fue: efectivamente, estuvo tres años. Eso le permitió, de a poco, tener su taller.
“En mi carpintería siempre hice todo lo que pude. Cuando hizo falta tuve alguien que me diera una mano y a mi señora, que fue un pilar que siempre me apoyó”, cuenta.
Hace casi 25 años que se independizó y se convirtió en un referente de la actividad: “Yo no tengo especialidades, todo lo que sea madera lo hago, desde un piso o un contramarco hasta un mueble o una abertura”.

El oficio
Sobre su actividad, Méndola dice que “hoy la carpintería se va alejando de lo que se hacía treinta años atrás, cuando todo era madera maciza y elaboración, actualmente está en boga la melamina y lo que viene prácticamente listo”.
Otro aspecto que cambió es que, en la actualidad, están padeciendo “la falta de madera buena, porque no hay una materia prima de primera como la que había hace cuarenta años, y también se fue muy cara la importada”.
Entre sus maderas preferidas está el cedro. Según su definición, “es la más noble y la que más se estila en aberturas y amoblamientos”.

La carpintería se va alejando de lo que se hacía treinta años atrás, cuando todo era madera maciza y elaboración; hoy está en boga lo que viene casi listo.

Una de las cosas que lamenta Méndola es que el oficio dejó de lado su costado artesanal: “Al ir desapareciendo algunos materiales y al ir imponiéndose otros estilos, fue virando a lo más práctico. Y hoy está todo mucho más estandarizado. Es todo plano, recto, casi no hay molduras ni curvaturas”.
Algo con lo que se encuentran las nuevas generaciones. “Los chicos que hoy arrancan lo están haciendo con una carpintería más vale industrial, con otro tipo de terminado, se está perdiendo el trabajo elaborado y somos pocos los que quedamos de la vieja guardia”, afirma.

Balance
Luis se muestra conforme con su carrera. “Yo tuve la suerte de que jamás tuve un día libre, nunca tuve que salir a buscar trabajo”, asevera. Y remarca los “lugares importantes” por los que pasó: “Le trabajé doce años al Sanatorio, hice la renovación del Teatro La Ranchería, el Colegio de Escribanos, la Casa El Hogar, las tiendas Vegued, una parte de la heladería El Portal, el Colegio Santa Unión y las familias Lapietra, Insúa, Castellazzi, y muchos más que me estoy olvidando”.
Con todo, al momento de hacer un balance, concluye: “Veo que pude cumplir con mi objetivo: tener una casa propia, contar con mi taller, depender de mí, tener una familia y poder mantenerla, estoy muy satisfecho con lo que logré. A lo mejor podría haber hecho más, pero nunca perseguí demasiadas cosas, mientras pueda vivir bien y pagar lo que necesito, estoy bien. Me sigo sintiendo bien y con ganas de continuar con mi trabajo, todos los días del año entro al taller, sábados y domingos también. Si me quieren sacar esto, no sabría qué hacer”.

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